Abrazo de los protestantes y Pilar Fernández Labrador con Unamuno de testigo

En la que fue el aula de Miguel de Unamuno, cuyo busto presidía como mudo testigo el acto que llevaba su nombre, cerca de 70 personas acudieron la mañana del pasado lunes 19 de noviembre a la entrega de esta distinción anual que se entregaba por séptimo año consecutivo. Entre el público estaban dos premiados en ediciones anteriores (Henar Corbi y Francisco Ruiz de Pablos) así como un nieto de Miguel de Unamuno, y el hijo de Pilar y diputado del PP en el Congreso José Antonio Bermúdez de Castro, junto a otros miembros de su familia y el pintor Miguel Elías. PRESENTACIÓN DEL ACTO “Junto a los indignados deben existir los agradecidos”, dijo Pedro Tarquis –director de Protestante Digital- al introducir el acto que se inició con un saludo de Ángel Llorente (Director General de Cooperación Jurídica Internacional y Relaciones con las Confesiones del Ministerio de Justicia) que valoró el Premio como un modelo de respeto al ser un reconocimiento para quienes piensan diferente, porque significa “ser abiertos, con amplitud de miras”. Lo contrario, recordó, que significó el asesinato del pastor protestante Atilano Coco en Salamanca, amigo de Unamuno. Juan Antonio Monroy, presentado como uno de los “padres” de los evangélicos contemporáneos en sus facetas de intelectual, escritor y periodista, recordó la espiritualidad de Unamuno, su sed de trascendencia e inmortalidad, su búsqueda de Dios, y sobre todo su amistad con los protestantes de su tiempo. UNA MUJER DE “ARCILLA VERDADERA” El poeta y profesor de la Universidad de Salamanca Alfredo Pérez Alencart presentó a Pilar Fernández Labrador, comenzando con un poema y un ramo de flores de la poeta salmantina (de fe evangélica) Verónica Amat. Luego recordó la inmensa trayectoria de compromiso social y político de Pilar, entendido este último como cercanía a los problemas del otro. Actriz de teatro universitario, pintora, activista social con los más necesitados. Todas las facetas pasaron por las palabras de Alencart, que expresó que más allá de los tópicos se alegra de que el reconocimiento haya llegado “desde fuera de Salamanca a una mujer por encima de todo familiar para su hogar y su ciudad Salamanca, aunque nacida en León. Además, una mujer que tiene la Biblia en su mesilla de noche, según la conocían “los evangélicos se dieron cuenta que sigue a Cristo, ojalá hubiese muchos católicos como ella, con la teología de la acción llena de gestos que no son actos, sino acercamientos de entrega”. Madrina de poetas, de los bomberos, de la tuna, llamada la Dama de la Cultura, promotora desde ONGs de campañas contra el hambre, defensora de los derechos humanos en Centroamérica, por una vivienda digna… “Esta Pilar está hecha de una arcilla verdadera y tiene un legado espiritual porque entiende la política, como la cultura, un servicio a los demás”. “Yo conozco y doy testimonio de la obra espiritual de Pilar (…) los protestantes te damos la contraseña de la gratitud. Gracias, gracias, gracias”. “MI OFICIO HA SIDO QUERER” Pilar Fernández Labrador, muy emocionada, tras recoger entre aplausos la estatuilla que simboliza el Premio, agradeció algo que ella interpretaba como agradecimiento inmerecido, ya que era el resultado de “haber cumplido con su deber”, diciendo con humor “Alfredo, no me reconozco”. Aunque, como luego dijo, “mi oficio ha sido siempre querer, buscando el encuentro, el abrazo entrañable, el interés de los demás, el ecumenismo del amor y el diálogo de la justicia”. Finalizó su breve pero sentido discurso expresando que “Pido a Cristo que mis obras hablen más que mis palabras, y queriendo compartir mi esperanza de trascendencia, de eternidad, que Unamuno tanto ansiaba (…) y como él (en un conocido poema) os pido que algún día vosotros y Salamanca digáis que he sido”. DESPEDIDA Y FINAL, CON MÚSICA, Y LA TUNA Jaume Llenas, secretario general de la Alianza Evangélica Española resaltó la importancia de los símbolos, como Jesús que dejó el pan y el vino “sencillo, pero lleno de significado”, y en este sentido el Premio quiere romper la España “de nosotros y ellos, en el que llamamos amigos a quienes nos ayudan a sanar la memoria dolida; porque una vida como la de Pilar es un ejemplo de lo incomprensible que no se expresa en grandes conceptos, sino en su propia vida, como hizo Dios en la Biblia expresando las verdades más grandes a través de la vida de personas”. Para terminar, la tuna que acudió a celebrar con su madrina el Premio, llenó la sala de música y alegría, que siguió en la animada charla de los presentes, representantes de las iglesias evangélicas locales, de la Federación Evangélica española (Mariano Blázquez, Manuel García Lafuente, Jorge Fernández), Alianza Solidaria (Francisca Capa), Consejo Evangélico de Madrid (Raúl García y Asun Quintana), revista Sembradoras (Jacqueline Alencar), la Asociación Jorge Borrow (Timoteo Glasscock), Radio Berea (Antonio Romero), la Fundación Eduardo Turrall (Manuel Corral), y a nivel personal además de los antes ya mencionados y otros hermanos en la fe el historiador Gabino Fernández. Fotos: MGaLa (Actualidad Evangélica)