El Alzheimer espiritual

El denominado “mal de Alzheimer” es una enfermedad neurológica e irreversible que desemboca en la demencia y posterior muerte de la persona que la padece. En la primera fase se dice que la persona “tiene achaques”. A medida que la enfermedad avanza el paciente se vuelve incapaz de realizar tareas habituales como lavarse la cara, peinarse, etc. Paulatinamente va olvidando los nombres de los familiares más cercanos. Pierde la facultad de masticar. No habla. Se niega a comer. Llega a un desmoronami

12 DE JULIO DE 2007 · 22:00

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Entre el 60 y el 80% de éstos enfermos se hallan al cuidado de personas con quienes conviven, que han de enfrentarse a diario con una gran cantidad de problemas. Son numerosos los familiares que se ven obligados a abandonar sus trabajos o a jubilarse anticipadamente para poder dedicar las necesarias atenciones a parientes aquejados de este mal. El Nuevo Testamento nos habla de un tipo de Alzheimer espiritual que paraliza el desarrollo interior de la persona que lo padece y llega a convertirse en una pesadilla para sus familiares en la fe, para quienes conviven con el enfermo en la misma iglesia local. Es opinión generalizada que la epístola a los Hebreos fue escrita en torno al año 65 de nuestra era con el objetivo de enmendar la doctrina y fortalecer la fe de la numerosa comunidad cristiana convertida del judaísmo. El autor reprocha a los destinatarios su indolencia espiritual. Dado el tiempo transcurrido desde la conversión debían ser ya maestros en la fe. Es una lástima –dice- que pudiendo alimentarse de manjar sólido, tengan todavía necesidad de leche, el alimento de los niños. Pablo utiliza una expresión semejante quejándose de los corintios (Hebreos 5:12-14 y 1ª Corintios 3:13). A estos cristianos les ha atacado en la madurez el Alzheimer espiritual y han vuelto a los primeros balbuceos. Se hacen torpes de oído. Escuchan, pero no oyen. Son pesos muertos en las iglesias. No cooperan, al contrario, reclaman toda la atención, hay que estar pendientes de ellos, atentos a sus gestos, a sus caprichos infantiles. Estos cristianos viejos, pero inmaduros, llegan a constituir una verdadera pesadilla en las congregaciones, como ocurre con el auténtico enfermo de Alzheimer en el seno familiar. Este tipo de creyentes considera la iglesia con su visión interior y la ve como un cuerpo fosilizado, estático, como a una momia encerrada en un sarcófago de oro. Mirándose en el espejo de su propia vida espiritual, niegan a la iglesia el derecho a crecer, a desarrollarse, a evolucionar para ampliar sus servicios a los hombres. El inmovilismo físico y psíquico de la persona afectada de Alzheimer detiene la natural evolución corporal y mental. El inmovilismo del cristiano que padece el Alzheimer espiritual paraliza el constante viaje hacia Dios y, cuando esto ocurre, las consecuencias se hacen sentir en toda la iglesia.

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