Amar con los ojos abiertos

El verdadero amor no es sólo un amor sentido, sino que es, además, un amor pensado, hablado y vivido.

03 DE DICIEMBRE DE 2023 · 18:00

Imagen de <a target="_blank" href="https://unsplash.com/es/fotos/hombre-y-mujer-abrazandose-en-un-muelle-de-madera-marron-yUoNrhd3tDM">David Kajilima</a> en Unsplash.,
Imagen de David Kajilima en Unsplash.

“Compañer@ tú sabes que puedes contar conmigo, no hasta dos o hasta diez, sino contar conmigo. Si alguna vez adviertes que te miro a los ojos y una veta de amor reconoces en los míos no alertes tus fusiles ni pienses que es delirio, a pesar de la veta  o tal vez porque existe, puedes contar conmigo. Si otras veces me encuentras huraño sin motivo  no pienses que es flojera, igual puedes contar conmigo. Pero hagamos un trato yo quisiera contar contigo, es tan lindo saber que existes, uno se siente vivo y cuando digo esto quiero decir contar aunque sea hasta dos aunque sea hasta cinco, no ya para que acudas presuros@ en mi auxilio, sino para saber a ciencia cierta que tú sabes que puedes contar conmigo”. (Mario Benedetti)

“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.  Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban”. Gn. 2:24-25.

¿Qué es amar con los ojos abiertos?

 

1. AMAR AL OTRO COMO SUJETO LIBRE E INDEPENDIENTE. 1 Co. 13:4-8, 11

El amor se aprende. No es un regalo, sino una conquista. Disfrutar del amor es algo maravilloso, pero también difícil, porque amar al otro como objeto de ilusión es sencillo, pero amarlo como  sujeto libre e independiente, no lo es.  ¿Qué quiere decir esto? Sobre todo, que está prohibido amar sin demostrarlo porque el amor siempre es auto donación a fondo perdido. Yo no amo para mí, amo para el otro, porque el verdadero querer comienza cuando somos capaces de salir de nuestro perímetro de seguridad  para entregar lo mejor de nosotros. Y eso significa amar al otro como es, renunciando a toda intención de cambiarlo para reconstruirlo según nuestros  deseos.

 

2. TRABAJAR PARA VENCER LOS MIEDOS.

“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor… nosotros le amamos a él porque él nos amó primero”. 1 Jn. 4:18-19.

Tenemos miedo a convivir, y cuanto antes lo reconozcamos, mejor. Sentimos miedo a la propia fragilidad emocional. Miedo a que el otro nos haga sufrir. Miedo a que no me quiera como yo lo quiero. Miedo al fracaso. Miedo a la desnudez de nuestro propio yo, a que me conozcan como realmente soy. Y todos estos miedos actúan a modo de protectores del ser interior, fabricando capas que blindan la intimidad y tienden a esconderla, disfrazarla o reprimirla.  El verdadero amor, el amor adulto, el amor capaz de jugárselo todo por el otro, está dispuesto a enfrentarse con lo que la vida depare, porque es capaz de ir echando fuera el temor aprendiendo,  en el camino de la vida en común,  a vencer todos los miedos.

 

3. CAPACIDAD DE SUFRIMIENTO.

“El amor es sufrido”. 1ª Co. 13:4.

En el pacto de convivencia que es el matrimonio, hay que contar con una cuota de sufrimiento. Y quizás alguien se pregunte: ¿Es que se sufre en la convivencia? Si, de manera inevitable. Pero no porque se busque el dolor, sino por razones de fondo. El amor como experiencia humana es imperfecto y la convivencia exige una cuota importante de sacrificio y abnegación  que no están exentos de dolor y que forman parte de lo que cada uno se compromete a poner y a soportar para construir una relación  duradera. Porque todo lo que en la vida vale la pena cuesta mucho, pero nos hace más fuertes para avanzar juntos.

El amor verdadero entre dos personas no se hace sólo con el cuerpo, sino con esfuerzo, paciencia, confianza, fidelidad, generosidad, comunicación, respeto, trabajo, coraje, perdón y perseverancia. No hay que confundirse, el verdadero amor no es sólo un amor sentido, sino que es, además, un amor pensado, hablado y vivido. Porque se trata de la construcción día a día, paso a paso, centímetro a centímetro de un proyecto común de convivencia sustentado en un compromiso  irrompible que afirma lo que un día proclamamos de manera solemne y pública: hasta que la muerte nos separe. Por tanto,  lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. Soli Deo Gloria.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - En el camino - Amar con los ojos abiertos