Soñando en grande

Dios está buscando hombres y mujeres de fe que abracen los sueños del Padre y se pongan manos a la obra.

29 DE JUNIO DE 2024 · 22:00

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Imagen de Jorge Salvador en Unsplash.

Mientras asistía uno de estos días pasados a la graduación de final de ciclo de mi nieto Pol en la ciudad de Tarrasa (Barcelona), me llamaron la atención varias cosas del evento pero la más llamativa era el lema general del acto para los graduados de la ESO. El lema en catalán rezaba así: Somiar en gran! (Soñar en grande). Y aunque el eslogan pudiera parecerlo, no se trata de fantasías imaginarias, se trata de fe en estado puro, entiéndase de una fe en acción; lo veremos enseguida.

Quién no ha soñado con grandes proyectos o con grandes aspiraciones en la vida. Quién no ha soñado alguna vez con ser alguien especial en algún que otro campo determinado. Quién no ha soñado en ser como Jesús o como alguno de sus discípulos, o incluso como algunos de los grandes héroes de la fe. Quién no ha soñado en cambiar el mundo y también en un mundo mucho mejor que el nuestro, y quién de nosotros quizás no haya pensado en logros realmente ambiciosos para el progreso humano.

Los grandes idealistas, en muchos casos, son los verdaderos protagonistas de la historia. Ejemplos como Gandhi con su revolución pacífica y Martín Luther King con su popular consigna de la fuerza de amar desafiaron el odio interétnico y también el desprecio interracial de su época, porque ellos fueron hombres que soñaron con un mundo mejor y, en algún momento de su historia personal, pasaron de las palabras a la acción pacífica con la que, después de muchos avatares, condujeron a la emancipación política de la India y al triunfo de los derechos civiles de los afroamericanos en los Estados Unidos, aun a costa de sus propias vidas. Otro insigne soñador fue el filántropo, político y abolicionista William Wilberforce, quien por su empeño y tenacidad durante más de dieciocho años vio cumplido su sueño en las puertas de su muerte en 1807 cuando la Cámara de los Comunes aprobó, después de ingentes dificultades, la abolición de la esclavitud. La lista de soñadores, para muchos utópicos sería interminable, pero estos y otros tantos son los que han cambiado el mundo y el curso de la historia.

En el relato bíblico también aparecen destacados soñadores como José y Daniel, quienes influyeron en algunos de los imperios más grandes de la historia de la humanidad, como fueron el egipcio y el medo-persa, con diversos sueños divinos que afectaron por completo a estos grandes monarcas y, por extensión también, al devenir histórico del pueblo de Dios en Egipto y en Babilonia.

Me llama poderosamente la atención, el método de Dios para hacernos soñar con sus bendiciones y esto lo vemos claramente en Abraham cuando la divina voz le habló: “Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia” (Génesis 15:5). Estoy seguro que Abraham meditaría y hasta soñaría frecuentemente con estas significativas palabras que preconizaban una bendición intergeneracional. Y a esto sin duda alguna se le llama soñar en grande.

Hoy en día, Dios sigue teniendo anhelos, proyectos y, si me permites, puedo asegurarte que también tiene grandes sueños que quiere transferir a la mente de los nuevos visionarios de esta generación que es bastante menos idealista que la de antaño, para poder cumplir sus propósitos en nuestro mundo actual. Dios está buscando hombres y mujeres de fe, entiéndase visionarios utópicos y soñadores que abracen los sueños del Padre y se pongan manos a la obra en esta dirección. Dios mismo soñó con cada uno de nosotros hasta que nos dio perfil propio. Jesús soñó con la salvación de millones de almas por su muerte vicaria y este gozo de visionar el potencial fruto de su aflicción lo llevó a sufrir por nosotros hasta sus últimas consecuencias.

La última gran revolución espiritual de los hijos de Dios que todavía está pendiente, bajo la influencia del Espíritu Santo, es que nos atrevamos a soñar con lo imposible para hacerlo posible, pidiéndole al Padre que venga su Reino a la tierra cuanto antes y, de esa  manera, podamos ver materializados los santos sueños de Dios entre nosotros hoy, aquí y ahora más que nunca.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - Soñando en grande