Invasión de amor
El amor de Dios en Cristo ha roto el dique de contención de las divisiones y enemistades entre pueblos, razas y familias de la tierra en general.
09 DE ABRIL DE 2022 · 22:00

La palabra invasión en estos tiempos ha adquirido una lamentable connotación negativa. Pero yo quisiera expresar una idea que envuelve mis pensamientos continuamente para ofrecer apenas unas breves consideraciones sobre una de las invasiones más positivas que cualquier ser humano pudiera experimentar en este mundo y que a su vez puede producir una auténtica revolución personal en todas las direcciones habidas y por haber.
Me refiero a una invasión de amor, pero no de cualquier amor filantrópico, sino del amor de los amores, se trata en definitiva del amor de Dios, que podría ser descrito de muchas maneras, pero una de sus características más distintivas es algo parecido a la fuerza arrolladora de un torbellino, algo semejante a lo que experimentaron aquellos ciento veinte discípulos en el día de Pentecostés con la manifestación de un viento recio huracanado, que soplaba dentro de aquel mismo aposento en Jerusalén donde estaban reunidos en oración y también expectantes de recibir la promesa del Padre en pocos días.
Aquel derramamiento del Espíritu Santo marco un antes y un después en la vida de aquellos discípulos, tal como se nos describe en los primeros capítulos del libro de los Hechos de los apóstoles. Fue una auténtica revolución espiritual para sus propias vidas y también para toda la ciudad de Jerusalén y sus alrededores durante los primeros años de la naciente comunidad mesiánica. En estos días de Pascua, celebramos el triunfo de la esperanza por la muerte vicaria y la poderosa resurrección de Jesucristo de entre los muertos. Un hecho glorioso e inapelable por los frutos que ha generado en la salvación y transformación de millones de personas durante estos dos mil años.
El amor de Dios en Cristo ha roto el dique de contención de las divisiones y enemistades entre pueblos, razas y familias de la tierra en general. El amor de Dios además de ser incondicional, por mucho que les cueste aceptar a los nuevos intérpretes de las Escrituras, es un amor que sana las heridas más profundas del alma humana, es un amor reparador, es un amor renovador, es un amor que lo da todo sin esperar nada a cambio. En definitiva es un amor perfecto que nos libera de nuestros propios temores e inseguridades más profundas.
El distintivo más grande de la fe cristiana es el amor en acción, entiéndase el amor demostrativo. “En esto conocerán todos que sois mis discípulos en que os améis los unos a los otros” esta es la consigna del Reino de los cielos para los embajadores del Rey de reyes en esta Tierra. España, la vieja Europa y por supuesto el mundo entero necesitan una invasión de amor que reconduzca la historia por nuevos cauces de entendimiento, solidaridad y cooperación entre los pueblos de esta cada vez más inquietante humanidad, de lo contrario estamos expuestos a nuestra auto destrucción por el gran aumento de la maldad en el mundo actual. En Pentecostés más que el empoderamiento que supuso aquel maravilloso bautismo del Espíritu Santo, lo que realmente sucedió como última realidad, fue un bautismo de amor por los perdidos y también por los necesitados de la época, dando como resultado una redentora y fraternal comunidad de bienes sin componendas políticas de ningún tipo.
Nuestras comunidades necesitan un poderoso bautismo de amor (para no caer en disquisiciones teológicas) o sea una verdadera invasión del amor de Dios que se traduzca en sincero amor fraterno, en una clara renuncia a la venganza y al rencor, y en practicar el perdón hasta el infinito. Hemos sido facultados por la pura gracia de Dios para fluir en esta corriente de amor ágape que tiene naturaleza divina, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado del Cielo. Invadamos nuestros hogares, familias, comunidades, vecindarios y ciudades del incontenible amor de Dios, para ser testigos de una redentora transformación social y espiritual en nuestros ámbitos de influencia y convivencia hasta que Cristo vuelva.
Soli Deo Gloria
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - Invasión de amor