Don Quijote con fondo bíblico: el caballero del verde gabán

La poesía bíblica no se distingue por la rima. Es una poesía basada en la idea, en el acento rítmico y en el paralelismo.

19 DE DICIEMBRE DE 2024 · 11:20

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Imagen de Leonardo Coutinho, Unsplash.

Cabalgaban y conversaban Don Quijote y Sancho camino de Zaragoza cuando los alcanza un hombre montado sobre una muy hermosa yegua tordilla. Cide Hamete Benengeli, autor morisco a quien Cervantes atribuye el haber conservado por escrito las hazañas de Don Quijote, pone de continuo especial atención en la vestimenta de los personajes, hombres y mujeres, que se mueven por las páginas de la novela. Pensaba el musulmán que cuando un hombre se ve bien vestido se siente con buen ánimo y excelente humor. Los atavíos hacen algunas mujeres hermosas, aunque no lo sean. Se fija Cide Hamete en que el gabán era de paño fino, jironado de terciopelo rojizo.

Cuando el del gabán llega a la altura del caballero y del escudero los saluda cortésmente y pasa de largo. Pero nada escapaba a la curiosidad de Don Quijote. Le pide que si llevaba el mismo camino que ellos podían recorrerlo juntos. Acepta el del gabán y dice a Don Quijote que pasó de largo ante el temor que su caballo se alborotara al ver la yegua. Ignoraba el hombre que Rocinante no estaba para alborotos sexuales.

Hablaron y hablaron los tres por turno. Don Quijote contó su vida. El del verde gabán la propia. Sancho intervenía de tanto en tanto.

El del verde gabán se presenta como un hidalgo más que medianamente rico. Pasaba la vida con su mujer y sus hijos, así, en plural; tenía hasta seis docenas de libros. Era devoto de Nuestra Señora y confiaba siempre en la misericordia infinita de Dios nuestro Señor. En su nombre repartía de sus bienes a los pobres, sin hacer alarde de sus buenas obras.

La conversación recae en uno de sus hijos, llamado Lorenzo. En el momento de la historia tenía 18 años. En Salamanca había estudiado las lenguas latina y griega. Empeñado el padre en que hiciera la carrera de leyes y convertirse en un buen abogado, Lorenzo estaba embebido en la poesía. Tampoco le interesaba la Teología, carrera a la que el padre también quería encaminarlo. Empleaba el día en averiguar si dijo bien o mal Homero en tal verso de la Ilíada o si Marcial anduvo deshonesto o no, en tal epigrama.

Cuatro días estuvieron caballero y escudero en la casa de don Diego de Miranda. Don Quijote agradeció la hospitalidad. Sancho lamentaba la partida tras hallarse muy bien con la abundancia en la casa de don Diego y rehusaba volver al hambre que es frecuente en los campos despoblados. Montado ya sobre Rocinante, Don Quijote dice al joven poeta que si algún día dejara la poesía podía ir con él para enseñarle el oficio de caballero andante.

Entre los varios géneros literarios presentes en la Biblia figura la poesía. La corriente poética bíblica sigue una trayectoria semejante a la que se encuentra en la poesía de todos los tiempos. José María Millás dice en el quinto tomo de la Enciclopedia de la Biblia que esta poesía va desde los balbuceos en ciertos pasajes del Génesis y se vigoriza en los demás libros del Pentateuco con el cántico de Moisés, el canto de Débora, la plegaria de Ana, madre del profeta Samuel, los salmos de David y otros.

El tema culminante de la poesía bíblica se muestra particularmente en los Salmos, donde figuran versos que exaltan el poder y la majestad de Dios en sus obras, tal como está escrito en los salmos 103 y 104.

La poesía bíblica no se distingue por la rima, ejemplo, perro becerro, gato zapato. Es una poesía basada en la idea, en el acento rítmico y en el paralelismo.

En la primera parte de la Biblia hallamos cinco libros escritos mayormente en poesía: el libro de Job, exceptuando los primeros capítulos y el epílogo, los Salmos de David y tres libros escritos por su hijo, el rey Salomón: Proverbios, Eclesiastés y el Cantar de los Cantares, de belleza natural y amorosa incomparables.

Digamos como final a este capítulo que el hijo de don Diego de Miranda, don Lorenzo, se retrata en el capítulo XVIII, segunda parte del Quijote como un ameno anfitrión y un notable compositor de versos.

 

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