El hecho religioso
La religión no es consecuencia de una idea que surge en el tiempo. Es un sentimiento sublime, arraigado en la profundidad del alma, envuelto en deslumbrantes resplandores de eternidad.
13 DE ABRIL DE 2023 · 18:34

Cuando el escritor y político francés André Malraux era ministro de Asuntos Culturales en el gobierno del general De Gaulle, hace la pila de años, pronunció unas palabras que fueron muy comentadas en Europa, especialmente en medios católicos: “El siglo XXI será religioso o no será”. Cuando leí las palabras de Malraux no le di importancia alguna. Ahora que las recuerdo mi opinión no ha variado. ¿Dijo Malraux algo genial? ¿Estuvo a la altura de la historia o de la filosofía?
Todos los siglos han sido religiosos. Unos más que otros. La religión se encuentra en la cuna de todas las naciones. La religión no es consecuencia de una idea que surge en el tiempo. Es un sentimiento sublime, arraigado en la profundidad del alma, envuelto en deslumbrantes resplandores de eternidad, una eternidad que no tuvo principio ni tendrá fin.
Antes del paleolítico, antes de la prehistoria, antes de todos los períodos supuestamente comprendidos entre la aparición de los homínidos y el hombre erecto, teoría que se derrumba frente a la verdad del Génesis, ya existía Dios. Ya existía el hecho religioso.
Decir que Dios salió de la nada no es matemáticamente correcto. Da la impresión de que la nada existía desde la eternidad como algo independiente de Dios. Aquí la nada, aquí Dios, y de una sale el otro. No. No fue así. Dios es anterior a la nada. Dios es anterior a todo. En un momento determinado, imposible de localizar, Dios se presenta como existiendo. A continuación inicia para nosotros el formidable espectáculo de la creación.
Con la aparición de Dios hace también su aparición el hecho religioso. No se ignore esta importante verdad. Es fundamental para entender el origen de la religión. El filósofo francés Claude Tresmontant dice que “despojar a Dios de su carácter religioso es despojarlo de su divinidad... La nada absoluta no puede producir ningún ser” –añade–. Y sigue: “Dios se nos aparece como algo necesario y eterno. Al aparecer Dios se inicia en la Historia la etapa del hecho religioso”.
Las últimas palabras del filósofo francés deducen que la religión es tan antigua como Dios. Tiene los mismos años que tiene Dios.
La primera criatura humana formada a imagen y semejanza de Dios era religiosa y la religión prendió en el alma de Adán. Dios trasciende en Adán. Queda abierto el campo al parecido espiritual y religioso entre criatura y Creador.
La religiosidad distingue a Adán de todos los animales creados antes que él. Todo cuanto rodea a Adán tiene connotaciones religiosas: Dios, el paraíso, el árbol de la ciencia, el conocimiento del bien y del mal, el diablo, la fruta prohibida, la tentación, la caída, el sentido de culpa, la huida de Dios, la primera promesa de un Redentor.
La historia de Adán es la historia de la religión en su primer caminar por los senderos del corazón humano. El hecho religioso no se constituye cuando aparecen los dioses mitológicos. Es anterior a ellos. El hecho religioso entronca directamente con Dios a través de Adán. Lo repite el escritor y arqueólogo alemán A. Feuerbach –nada que ver con el célebre filósofo del mismo nombre, contemporáneo de Carlos Marx–. Para éste Feuerbach, “el hombre es el principio de la religión; el hombre es el centro de la religión; el hombre es el fin de la religión”.
En la Historia se han sucedido épocas oscuras y épocas brillantes. Los imperios y sus héroes han emergido durante una mañana en el tiempo y han sucumbido el mismo día. Las culturas y las civilizaciones han ido pasando de una mano a otra el protagonismo del momento. Luego han desaparecido de la vida, han quedado como objeto de investigación en las páginas de los libros.
El hecho religioso perdura. Ernesto Bloch define la religión como “herencia de la humanidad”. Una herencia que no cesa de suscitar críticas, preguntas, dudas, expectativas.
En un bello texto sobre idéntico tema, el filósofo Javier Zubiri, discípulo que fue de Ortega y Gasset, concluye: “La historia de las religiones es la palpitación real y efectiva de la divinidad. Es una presencia soterrada de la divinidad, pero una presencia dinámica, real y efectiva en el seno del espíritu humano”. Dios es eminentemente religioso.
El hecho religioso no es de ayer ni de anteayer, no se inicia en el tiempo, tiene la misma edad que Dios, suponiendo que Dios tenga edad alguna.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El punto en la palabra - El hecho religioso