Los samaritanos

Los evangelios tratan de relaciones, en ocasiones hostiles, entre judíos y samaritanos.

29 DE SEPTIEMBRE DE 2023 · 09:00

Samaritanos en el Monte Gerizim durante la celebración del Pésaj, en 2006. / Mikel Lejarza, Wikimedia Commons.,
Samaritanos en el Monte Gerizim durante la celebración del Pésaj, en 2006. / Mikel Lejarza, Wikimedia Commons.

En el capítulo 4 del Evangelio que el apóstol Juan escribió antes de finalizar el primer siglo, se cuenta la historia de una mujer samaritana, quien en conversación con Jesús trasciende los límites individuales y entra en la esfera de lo nacional. 

Según el historiador israelita Sal Emergui, la comunidad samaritana de estos tiempos se reduce a dos localidades. La mitad vive en la ciudad de Nablus cerca de Tel Aviv, y la otra mitad en Kiryat Luza, en las faldas del monte Gerizim, norte de Cisjordania.

En tanto que el judaísmo ortodoxo sitúa su milenaria capital espiritual en Jerusalén, los samaritanos consideran Gerizim la cima del mundo. A 868 metros sobre el nivel del mar, los samaritanos mantienen que fue en este monte, y no en el monte Moria, donde Abraham aprobó el examen del sacrificio de Isaac. Aquí, en Gerizim, los samaritanos construyeron un templo en monte sagrado, donde todavía celebran la fiesta de la pascua con inmolación del cordero, según el antiguo ritual. Esta es la razón por la que la mujer samaritana pregunta a Jesús si habían de adorar en Gerizim o en Jerusalén. (Juan 4:20).

Dice el citado historiador israelita Sal Emergui: “De los tres millones que éramos en tiempos bíblicos, ahora sólo somos 851”.

Dos españolas que visitaron el actual museo de Samaria expresaron su alegría. Cristina Pérez cuenta que llegaron allí por azar: “Vinimos a visitar Nablus y vimos que este era uno de los lugares más simbólicos de los samaritanos. Me ha sorprendido conocer hasta dónde se remonta el pueblo aquí y el simbolismo”. Mari Carmen Crusera: “Ver a los samaritanos in situ es más interesante que leer algo en internet. Estoy aprendiendo mucho”.

Algunos escritores han llegado a pensar que los samaritanos son israelitas por su parecido con la religión judía y otros que son palestinos por su idioma y localización. “Somos samaritanos”, aclaran en Nablus. El anciano sacerdote samaritano Abdellah Wasef, de 86 años, interviene en la disputa con estas palabras: “Vivimos entre los judíos y los palestinos. Ambos nos apoyan. La paz es mejor que la guerra. Nuestra situación es mejor que en el pasado. Estamos más integrados en el pueblo palestino a nivel de educación e interacción con otras comunidades. Somos hermanos”.

Según el ya citado periodista jordano Kiryat Luza, “debido a la escasez de chicas, el sumo sacerdote samaritano permitió traer de fuera de la comunidad. Pero antes de casarse, las mujeres debían convertirse y educar a sus hijos de acuerdo a sus creencias. De ahí la llegada de mujeres ucranianas mucho antes de que su país padeciera la guerra”. Sacerdotes samaritanos desaconsejan el uso de aparatos electrónicos: “Alejarse de los móviles y pantallas es una bendición para el alma, el cuerpo y la mente”.

John Bowman, profesor del departamento de lenguas semíticas en la Universidad de Belbourne, Australia, afirma que “el credo samaritano se basa en cinco principios: Creencia en el Dios único; creencia en el único profeta, Moisés; creencia en el Pentateuco, la Biblia samaritana completa; creencia en el monte Gerizim y creencia en el día de la venganza”.

Luis Arnaldich, profesor de Sagrada Escritura y Bibliotecario de la Pontificia Universidad de Salamanca abunda en los conceptos de su colega australiano. Añade que las doctrinas religiosas de los samaritanos, poco conocidas, incluyen la espera del Mesías anunciado en Deuteronomio 18:15. “Este Mesías samaritano, llamado Taheb, restaurador del culto, no tendrá la misión de un redentor. No admiten un Mesías hijo de David”.

El citado profesor salmantino Luis Arnaldich, al finalizar un interesante artículo sobre los samaritanos publicado en el tomo seis de la Enciclopedia de la Biblia, ofrece estos datos: “En tiempos de Poncio Pilato fueron muertos muchos samaritanos sobre el monte Gerizim. La legión romana dio muerte a once mil seiscientos samaritanos en el monte Gerizim en julio del año 67”.

Los evangelios tratan de relaciones, en ocasiones hostiles, entre judíos y samaritanos.

Mateo los prohíbe: “En ciudades de samaritanos no entréis”. (Mateo 10:5). Marcos los ignora. Lucas los ensalza: “Un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole fue movido a misericordia”. (Lucas 10:33). Juan trata de su conversión a Cristo: “Muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él (Jesús) por la palabra de la mujer”. (Juan 4:39). Jesús queda entre ellos: “Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días”. (Juan 4:40).

Finalmente, Lucas afirma que los discípulos de Cristo, enviados a evangelizar, “en muchas poblaciones de los samaritanos anunciaron el Evangelio”. (Hechos 8:25).

El comentarista de la Biblia Antón Grabner-Hayder eleva el número de samaritanos vivos en nuestros días a 400, residentes en Nablus y en los alrededores de Tel Aviv.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El color de mi cristal - Los samaritanos