Negociad entre tanto que vengo

Los recursos de los que disponemos nos son entregados para que los gestionemos de la mejor manera posible y que así puedan producir los resultados deseados.

13 DE DICIEMBRE DE 2022
09:00 CET
Imagen de <a target="_blank" href="https://www.pexels.com/es-es/foto/de-madera-naturaleza-muerta-conceptual-fondo-blanco-7462587/">Brett Jordan</a> en Pexels.,
Imagen de Brett Jordan en Pexels.

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No deja de resultar llamativo que en las palabras de Jesús recogidas en la parábola de Lucas 19:11-27 se encuentre el término “negociar”. Es un concepto que suele vincularse al ámbito corporativo, dado que para crecer y producir resultados en las empresas se hace imprescindible llegar a acuerdos negociados.

Lo que Jesús afirma en la parábola sobre lo que deben hacer los siervos mientras el noble está ausente para ser coronado rey es aplicable tanto a la vida espiritual como al desarrollo de la actividad empresarial. El texto enfatiza con claridad que sin resultados no hay satisfacción, sino todo lo contrario.

Emplearse a fondo para hacer fructificar lo recibido es el encargo que se hace a todos los siervos, y se alaba y premia a los que lo consiguen, mientras son amonestados los que se abandonaron a una vida cómoda e inactiva. La clave no está tanto en la cantidad conseguida sino en el compromiso de hacer prosperar lo mucho o poco que nos haya sido entregado.

El pasaje no explica ni cómo hacerlo, ni cuando hacerlo, ni dónde hacerlo, porque ese es un campo reservado para la iniciativa y creatividad de cada individuo, pero sí se pone énfasis en la forma en que la ganancia será valorada cuando llegue el momento de rendir cuentas.

Los recursos de los que disponemos en forma de talentos, dones o capacidades, nos son entregados para que los gestionemos de la mejor manera posible y que así puedan producir los resultados deseados. En este sentido, podríamos aplicar otro término muy utilizado en las empresas, que es el de la productividad. Tenemos y debemos ser productivos porque no sabemos cuándo finalizará el tiempo concedido.

 

¿Qué es lo que nos sugiere el concepto negociar?

En primer lugar, negociar es llegar a acuerdos y llegar a acuerdos pasa por encontrar puntos de encuentro a través de la palabra argumentada y razonada, donde ambas partes lleguen a sentirse cómodas y partícipes de un beneficio mutuo. Esto es un auténtico arte, como bien saben las personas que se dedican al ámbito comercial.

El hecho de que una empresa cuente en su cartera con un producto innovador y de muy alta calidad no la legitima para subestimar a su competencia o colocarse en una posición de superioridad. Esta actitud, tanto en los negocios como en la vida espiritual, no resulta la más aconsejable si lo que deseamos es conseguir resultados y hacerlo además en un tiempo concreto.

En segundo lugar, negociar es ser proactivo en la búsqueda de opciones y recursos. Implica tomar la iniciativa y aproximarse a cada interlocutor entendiendo su necesidad y empleando la fórmula más adecuada para vibrar en su frecuencia. Así es como lo hacía Jesús cuando se dirigía a cada persona de forma diferente para poder llegar a ella y tocar su corazón.

Debemos ser dinámicos y creativos a la hora de hacer llegar a otros nuestro mensaje y, sobre todo, no frustrarnos si no obtenemos de inmediato los resultados que esperamos. La apatía y la inactividad nos incapacitan para perseverar en aquellos objetivos que nos hemos propuesto.

En tercer lugar, negociar es ser flexible para acercarnos a la posición del otro. El inmovilismo es un gran enemigo en cualquier negociación. En el mundo de los negocios cualquier acuerdo que se precie pasa por un “win-win”, que no es otra cosa que lograr que ambas partes se sientan satisfechas con el resultado obtenido. En general, a ninguna persona le agrada que le digan que está equivocada, que los principios sobre los que basa su vida no son los adecuados, que será condenada…

La escucha activa es un gran aliado para trazar puentes que nos conecten a nuestro interlocutor.

Sin embargo, es posible que mantenga una actitud más abierta si se siente escuchada, respetada y comprendida. La escucha activa, que no resulta fácil especialmente para algunas personas, es un gran aliado para trazar puentes que nos conecten a nuestro interlocutor. Lo contrario de ser flexible es imponer, es el radicalismo, es creerse superior. Difícilmente se conseguirá algo con esa actitud. No falla tu “producto”, no falla tu interlocutor; fallas tú al colocarte en el centro de la conversación.

Finalmente, la parábola de Lucas nos alerta de que el tiempo para negociar es limitado (“entre tanto que vengo”). Pasado ese tiempo, cuya duración exacta desconocemos, el noble regresará ya coronado rey y pedirá cuentas de las “ganancias” obtenidas y de cómo han sido gestionados los talentos que fueron entregados a cada persona.

A menudo nos contentamos con disfrutar de ser parte de la familia de Dios y gozarnos en la salvación que de Él hemos recibido, pero la realidad es que estamos llamados a hacer mucho más que eso. Nuestro deseo no debe limitarse a formar parte del reino, sino a ser partícipes del cometido que tenemos como súbditos de ese reino.

Esta parábola pronunciada por Jesús durante la comida en casa de Zaqueo y ya de camino a Jerusalén, donde le esperaban días muy difíciles, nos debe estimular para asumir con entrega y diligencia el mandato recibido “negociar entre tanto que vengo”.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Editorial - Negociad entre tanto que vengo