La avaricia como necedad

El intento de asegurarse “para muchos años” una vida de lujos y consumos desmesurados va en contra del espíritu del Evangelio.

19 DE AGOSTO DE 2025 · 18:30

Foto: <a target="_blank" href="https://unsplash.com/es/@cdubo">Christian Dubovan</a>, Unsplash CC0.,
Foto: Christian Dubovan, Unsplash CC0.

Normalmente, los avaros, no piensan en “el pan de cada día” porque, quizás, lo tienen más que asegurado. Ya decía algún político español, hablando de lo que podrían aportar los ricos de nuestro país, que tenemos compatriotas que acumulan dinero para vivir cien vidas. Se quedaba corto.

Muchos de ellos son prototipos del “rico necio de la parábola”. Comen y beben. Me recuerda aquella frase tildada por Jesús de “frase necia”: “Alma mía, come y bebe”. ¡Avaros insolidarios! Disfrutan ahorrando para un mañana que ya no será suyo, pues nadie vive cien vidas.

Los avaros del mundo acumulan para unos herederos que pareciera que tienen una boca y un estómago infinito en donde caben hasta el dolor y el hambre de los pobres de la tierra y que pareciera que los quieren llenar durante miles de años.

Son los que, a veces, he denominado “los dueños del pan maldito”, pues el único pan bendecido es el que se comparte o el que, en el caso de que se acumule, es para repartirlo y para evitar el hambre de tanta humanidad hambrienta: unos mil millones de hambrientos en el mundo.

¿Serán capaces los avaros necios de repetir la oración modelo en donde se dice “El pan nuestro de cada día dánoslo hoy”? A veces, la necedad hace que nos sintamos satisfechos ante la acumulación maldita y que nos podamos dirigir a nuestra alma o, en su caso, al propio Dios, rebosantes de “gozo insolidario” que debe retumbar en los oídos de Dios como una maldición para el mundo y para muchos de sus habitantes, pues casi las tres cuartas partes de la humanidad está en pobreza: “Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años”. El falso gozo que puede darnos el egoísmo humano que quiere llenar, de manera totalmente falsa, nuestra alma

El concepto de la oración modelo, “El Padre Nuestro”, que nos anima a pedir “nuestro pan de cada día”, es sustituido en el pensamiento de los avaros del mundo. Lo cambian por la letanía del egoísmo humano que nos lleva a pensar en la acumulación para muchos años.

Nosotros no podemos arrancar de la vida a nadie, sino intentar que cambien con el Evangelio, pero Dios si arranca de la vida al rico necio de la parábola, aunque, a veces, la cizaña y el trigo tienen que esperar juntos muchos años en espera de justicia.

Muchas veces nos olvidamos del día a día y nos pasamos a la mentalidad del avaro. Los malditos avaros almacenan mucho más de lo que necesitan, aunque a su alrededor haya hambre, miseria, pobreza y exclusión.

Para los avaros egoístas de este mundo el “hoy” de los pobres necesitados de participar de los alimentos del planeta tierra, no existe. Los avaros en su egoísmo no lo perciben.

Se convierten en necios insolidarios al pensar solo en ellos o sus herederos a los que se les considera dotados dota de estómagos como océanos que no tienen límite. Pero Dios nos puede arrancar de la tierra por necios y por egoístas que han perdido el juicio.

Por favor: No seamos avaros. Nunca guardemos en nuestros almacenes lo que puede significar la escasez del pobre que, incluso dando gracias a Dios por ello, lo podemos poner en nuestras mesas. Es el pan maldito. El intento de asegurarse “para muchos años” una vida de lujos y consumos desmesurados va en contra del espíritu del Evangelio.

Los creyentes tenemos que buscar y ser ejemplos de estilos de vida sencillos que favorezcan una economía sostenible que haga posible que haya una reducción de la pobreza en el mundo, y que los pobres y hambrientos puedan saciar su hambre y su escasez en tantos y tantos sentidos.

Lo otro, la avaricia, la acumulación desmedida y más de medio mundo en la pobreza, es el gran escándalo de la humanidad. ¡Terrible escándalo!

Muchos avaros, por acumular, viven “en ansiosa inquietud”, aunque rodeado de sobras inútiles que para nada valen ni nada bueno pueden edificar.

Muchas grandes fortunas pueden estar amasadas con harinas de ansiedad y miedos sin fin, con los dolores y opresiones de las víctimas. Vidas que carecen de sentido al estar orientadas hacia las consignas del dios Mamón, el dios de las riquezas. Mientras, están generando pobreza y desequilibrando el mundo de forma despiadada.

Quizás, muchos avaros, insolidarios y acumuladores, muchos necios que en su mente solo está el llenar sus graneros, no pueden pasar por la experiencia bíblica de los que viven en el “cada día” de una forma más o menos radical.

No pueden disfrutar con la frase bíblica que nos dice: “Los ojos de todos esperan en ti, y tú les das su alimento a su tiempo”, porque sus ojos están preñados y cegados por la avaricia de “lo mío, de mis bienes, de hacer gozar a su alma con sus posesiones, de regocijarse, comer y beber del pan maldito y de bebidas agrias”. Además, podrán escuchar el mensaje: “Necio. Esta noche vienen a pedir tu alma, y lo que has almacenado, de quién será”.

Señor: Aunque muchos de nosotros no seamos de los grandes avaros y acumuladores de la tierra, que no caigamos en esas avaricias insolidarias ni en las ansiosas inquietudes que eliminan el sentido de la vida. Haznos ser sabios y pedirte o buscar “el pan que hemos menester”, el de “cada día”. Amén.

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