El Antiguo Testamento y los migrantes hoy
La idea de Dios protegiendo a su pueblo migrante en tierra extraña nos debería motivar a buscar justicia y a practicar misericordia para con los migrantes.
17 DE JUNIO DE 2025 · 17:15

Si en el Antiguo Testamento se ve a los migrantes extranjeros en relación con la experiencia del propio pueblo de Israel en Egipto, no sé si hoy en nuestras sociedades en donde hemos tenido y tenemos tantas migraciones se podría ver también a los extranjeros migrantes en el mundo, así como sus problemáticas, vinculados a nuestras propias experiencias o las de nuestros familiares porque migrantes fuimos también en tierra extraña, en nuestro personal “Egipto”.
Si al pueblo de Israel, con todas las dificultades, sufrimientos y peripecias que tuvieron, se les dijo que no olvidaran que también ellos fueron extranjeros en tierra de Egipto, a tantos y tantos compatriotas nuestros que también sufrieron miles de peripecias negativas y diferentes problemáticas, se les podría decir lo mismo ante la presencia de loa migrantes dentro de nuestras puertas.
Así, el icono de “nuestro Egipto” nos debería ayudar a regular el comportamiento ético que hemos de tener para con los inmigrantes en los diversos países del mundo.
La idea de Dios protegiendo a su pueblo migrante en tierra extraña nos debería motivar a buscar justicia y a practicar misericordia para con los migrantes de la tierra independientemente de su religión, raza, color y situación económica. Extranjeros fuimos en nuestra “tierra de Egipto” particular de cada uno de nuestros compatriotas en lugares lejanos y extraños.
¡Qué curiosa la llamada de la Biblia a tener fresco en nuestro recuerdo ese memorial! Se dice en Éxodo 22:21 “Extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto”. Se nos está llamando a tener memoria histórica para poder fundamentar una ética de ayuda a los migrantes de la tierra en nuestro aquí y nuestro ahora.
El olvido de ese nuestro memorial nos puede convertir en personas insolidarias y sordas al grito de los migrantes del mundo.
Ten memoria y recuerda, nos diría el texto bíblico del Antiguo Testamento. Ante este mandamiento es fácil darse cuenta de un principio bíblico esencial: “Al extranjero no engañarás ni angustiarás”.
Pregunta: ¿Podrían tener hoy estos textos una vigencia que deberíamos tomar los cristianos en nuestra exposición de la Palabra? ¡Cuántos engaños están sufriendo los migrantes hoy en el mundo! ¡Cuántas angustias ante deportaciones y tratos injustos! Es como si en algunos lugares pensaran que estos extranjeros en tierra extraña fueran criminales y gente de mal vivir.
El recuerdo del memorial de que también fuimos extranjeros en nuestro “particular Egipto” debería dar como resultado que nosotros, los creyentes de hoy, asumiéramos por empatía estos engaños y angustias como propios.
La Biblia tiene una actualidad total a la que muchas veces damos la espalda en nuestra necedad. Estos textos que citamos tomados del Antiguo Testamento deberían ser como los pilares o los ejes donde también pivotara la vivencia de nuestra espiritualidad cristiana. Evitar el engaño y la angustia del hermano migrante que irrumpe en nuestros ámbitos y se acerca a nuestras puertas.
También el Antiguo Testamento toca los temas económicos que tienen una actualidad central para nosotros los creyentes en nuestro seguimiento al Maestro. Algunos de estos temas tienen relación con el Diezmo.
Hablando de esta “ley” del Diezmo, Dios nos dice en su Palabra en el libro de Deuteronomio: “vendrá el extranjero —el inmigrante—, el huérfano y la viuda y comerán y serán saciados” (Deut. 14:29). Estas orientaciones bíblicas no se deberían perder ni les deberíamos dar la espalda, aunque, a veces, estemos agobiados con los salarios pastorales, los acondicionamientos de los templos u otros.
Parece como si hubiera ciertos derechos de los migrantes de la tierra con respecto a lo diezmado: “Cuando acabes de diezmar todo el diezmo... darás también al extranjero” (Dt. 26:12).
En el texto bíblico veterotestamentario se nos deja claro que el extranjero es un igual a nosotros mismos. Ya en estos textos antiguos se nos recuerda el tema de la projimidad de la que Jesús nos insistiría enormemente como uno de los pilares de la espiritualidad cristiana en este texto: “Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero... y lo amarás como a ti mismo”. (Lv. 19:34). ¡Cómo nos recuerda este texto, en el contexto de las migraciones, a ese otro de Jesús de que debemos amar al prójimo como a nosotros mismos! ¡Cómo cambiaría hoy el mundo de las migraciones internacionales si tuviéramos como creyentes este texto en nuestras mentes y corazones.
Los profetas cuentan entre los oprimidos a los extranjeros, a los inmigrantes que llegan a nuestras puertas. De ahí la denuncia de Jeremías que es como un grito de protesta: “No engañéis ni robéis al extranjero”.
A muchos de ellos se les roba hacienda y dignidad. “Al inmigrante —extranjero— trataron con violencia”, dice el profeta Ezequiel. Así, la Biblia prohíbe todo tipo de violencia contra el extranjero, contra el inmigrante que está dentro de nuestras puertas.
Y ahora un texto que da confianza y que nos dice que Dios es el cuidador de los migrantes a pesar de las opresiones y engaños. Con esta cita bíblica terminamos en palabras del salmista: “Dios guarda a los extranjeros”. Señor, gracias. Haznos ser a nosotros también instrumentos en tus manos para ser, de alguna manera, guardianes de nuestros hermanos, nuestros prójimos extranjeros migrantes de la tierra.
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