Crianza con ternura, una propuesta más que urgente
La crianza con ternura, propuesta y afirmada con singular pasión en este libro de Anna Christine Grellert, pediatra y asesora regional de desarrollo de la Niñez en World Vision durante 11 años.
05 DE MAYO DE 2016 · 20:55

La carencia de la ternura y del amor, tienen consecuencias no solo para la niñez sino también contundentes consecuencias en la salud del adulto. El mundo requiere un nuevo paradigma de salud para contrarrestar los efectos de la violencia y del abuso en la vida tanto de los niños como de los adultos. No se curan heridas profundas e históricas con píldoras y parches sino con ambientes demarcados por la ternura y amor.[1]
A.C.G.
La crianza con ternura, propuesta y afirmada con singular pasión en este libro de Anna Christine Grellert, pediatra y asesora regional de desarrollo de la Niñez en World Vision durante 11 ños, es un gran paso adelante que, como práctica humanizadora, se está fomentando en un subcontinente urgido de superar las mentalidades y acciones dominadas por una comprensión sumamente limitada de lo que significa ser padre y madre. Hay que reconocer, ciertamente, que los énfasis liberadores del pensamiento cristiano en décadas recientes dejaron casi siempre de lado el aspecto emocional y afectivo en aras de una voluntad transformadora del ámbito social que se veía como lo más exigente para esas épocas. No obstante, nunca faltaron voces de advertencia, como las de Paulo Freire y otros, quienes desde ese espectro ideológico señalaron la necesidad de compensar y complementar con el sano ejercicio del amor y el cuidado, las terribles circunstancias que se vivieron (y en buena medida se siguen viviendo) en amplios sectores de la población latinoamericana.
Se trata de hacer visible y rotundamente viable esta propuesta, formalizada y respaldada por alguien tan confiable como el teólogo y pedagogo peruano Alejandro Cussiánovich, quien en 2015 celebró 50 años de su ordenación sacerdotal, y cuya labor en el campo de las políticas sociales y promoción de la infancia ha sido reconocida durante largo tiempo (su “pedagogía dela ternura” viene desde fines de los años 70). Sus palabras del prólogo son precisas: “Crianza con Ternura deviene en un paradigma bioético, bio-político, bio-espiritual, bio-social y bio-cultural. Como tal, es portador de una potencialidad crítica frente a los modelos de humanidad que se derivan de las nuevas formas de colonialidad, de ocupación de las conciencias de la que son portadoras políticas económicas, comunicacionales y culturales y de los antivalores que encarnan, etcétera”.[2]
Veo en Grellert a otra educadora venida a América Latina para convertirse a la causa de la niñez sufriente, como en otras épocas hubo notables maestras y maestros que consagraron sus vidas a lo que se ha conocido como “educación cristiana”, aunque muchos de sus objetivos civilizatorios finalmente serían muy cuestionados. También la asocio con aquellos proyectos pedagógicos que, en el inicio tan incierto de las naciones de la región, contribuyeron a formar personas en medios sociales totalmente desprotegidos. Su perfil está más cerca de la educación popular auto-gestiva, eminentemente comunitaria y que estimula participación de las familias en su desarrollo y avance escolar, pero sobre todo afectivo y emocional. La estructura de la obra es todo un programa de trabajo a desarrollar dentro y fuera de las comunidades cristianas, pues su visión propositiva ve la misma importancia en pasar revista, primero, a los desarrollos anteriores (Berta Ares, Manolo Florentino, Fernando Devoto, Diana Maffla, Freire mismo, Maturana y una larga lista) de donde brotaron pistas para aplicarse en la actualidad; los aspectos duros no se ocultan en el diagnóstico estructural: debilitación de la familia, abandono y orfandad, un Estado que institucionaliza y hiere a la niñez y a la juventud, delincuencia juvenil, las demandas del mercado laboral y la violencia institucional; segundo, el elemento bíblico, desde una serie de relecturas (una de las más esperadas y complejas, la del profeta Oseas); tercero, la crianza con ternura como vocación pastoral; y cuarto, la inevitable, la impostergable “revolución de la ternura”, todo ello puntuado por la exigencia marcada en uno de los apartados: “El contexto histórico del amor y del desamor de la niñez latinoamericana y caribeña”. Nunca se había dicho mejor, pero sin las limitaciones del discurso de la autoayuda superficial y ahistórica. Las preguntas básicas del primer principio, el relacional, son comprometedoras y profundamente críticas: “¿Cómo saben nuestro hijos e hijas cuanto los amamos? ¿Qué palabras expresamos para comunicar nuestro amor a nuestros hijos e hijas? ¿Cuándo decimos a nuestros hijos e hijas cuanto los amamos?”.[4]
Termino con unos versos del chileno centenario Nicanor Parra, hablando de su propia madre, “Clara Sandoval”, quien crió nada menos que a este poeta y a su hermana Violeta:
mientras más sufrimiento
más energía para seguir en la rueda
para que el Tito pueda ir al Liceo
para que la Violeta no se muera
y todavía le queda tiempo para llorar
esta viuda joven y buenamoza
que pasará a la historia
como la madre menos afortunada de Chile
y todavía le queda tiempo para rezar[5]
Participemos sin reproche en esta iniciativa, en los hechos, los ideales y los conceptos, y busquemos canales efectivos para su aplicación, tan urgente como necesaria.
[1] A.C. Grellert, Crianza con ternura. México, Casa Unida de Publicaciones-World Vision-Comunidad Teológica de México, 2016, p. 140.
[2] A. Cussiánovich, “Prólogo” en A.C. Grellert, op. cit., p. 6.
[3] Ibíd., pp. 8-9.
[4] Cf. , “Principio 1 de la Crianza con Ternura: Relacional”, en World Vision, www.wvi.org/es/CcTRelacional.
[5] N. Parra, “Clara Sandoval”, de Hojas de parra (Santiago, Ganímedes, 1985), en sitio dedicado por la Universidad de Chile a Nicanor Parra, www.nicanorparra.uchile.cl/antologia/hojas/clarasandoval.html.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ginebra viva - Crianza con ternura, una propuesta más que urgente