“Podemos cambiar la economía reuniendo a la gente y enfocándonos en las relaciones”
La crisis desatada por la epidemia de la Covid-19 requiere del mensaje “no temáis, confiad en Dios”, dice Timo Plutschinski, líder de la Coalición de Negocios de la WEA.
HAMBURGO · 08 DE MAYO DE 2020 · 16:15
Las consecuencias económicas de la epidemia de la Covid-19 son ya una realidad tangible en los diferentes contextos sociales de todo el mundo. Además de la pérdida de empleos o la inestabilidad en las bolsas, esta nueva crisis ha comenzado a dibujar su sello propio con imágenes como la del petróleo de Estados Unidos cayendo un 300% y teniendo que pagar, en lugar de ingresar, al vender. O la de la reclamación de diferentes líderes políticos africanos, de condonar las deudas del continente.
Un escenario que permite preguntarse qué actitudes demanda este momento y si nos encontramos frente a una cuestión puramente económica. “Las iglesias, en general, tienen una responsabilidad sobre la mentalidad colectiva, reuniendo a las personas y acompañándolas con el mensaje de no temer”, dice el director de la Coalición de Negocios de la Alianza Evangélica Mundial (WEA, por sus siglas en inglés), Timo Plutschinski, en esta entrevista exclusiva con Protestante Digital.
Pregunta: La epidemia de la Covid-19 ya ha generado una crisis económica que se prevé que dure más tiempo. ¿Hacia qué posibles escenarios nos dirigimos? ¿Estamos regresando a 2008?
Respuesta: En cierto sentido, sí estamos regresando a 2008, en términos de inseguridad de los mercados. Este es el peor escenario para los inversores y el mercado financiero porque muchos propietarios de compañías y líderes financieros no saben qué pueden hacer. Y si no saben qué es lo viene, no pueden hacer planes, así que los inversores no saben en qué vale la pena invertir. Dudan si invertir o no en el mercado, lo cual es necesario. Especialmente en tiempos en los que el consumo también está cayendo a causa del confinamiento y la gente no puede salir a comprar o ir a un restaurante. La diferencia respecto de 2008 es que la crisis actual tiene más que ver con cuestiones de economía real más que de economía financiera. 2008 fue una crisis bancaria, mientras que la situación actual afecta sobre todo a las pequeñas y medianas empresas. Las pymes ya tuvieron problemas en 2008 al no poder obtener créditos ni préstamos de los bancos, pero son ellas las principales afectadas. Las grandes compañías han tenido acceso a ayudas económicas de los gobiernos, mientras que las pymes tienen que luchar mucho en este sentido. En lo único que podemos comparar esta crisis a la de 2008 es en que toda la economía ha sido sacudida.
P: Muchas voces ‘profetizan’ una situación económica complicada a causa de la epidemia. Por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional prevé que la economía española caiga un 8% este año y que el desempleo supere el 20% de la población. ¿Cómo debemos gestionar toda esta información? ¿Hasta qué punto podemos confiar, o no, en estas previsiones?
R: Las previsiones son correctas. Vamos a vivir una situación económica difícil y habrá desempleo. Pero yo no me enfocaría demasiado en las cifras. No son los números lo que importa, sino la dirección. Como decía, es cierto que esta situación generará mucho desempleo y, lamentablemente, en países donde ya había una situación económica complicada. Asumo que España también forma parte de estos, como Italia y otros países del sur de Europa. Así que la situación difícil que tenemos ahora con la epidemia del coronavirus, se agravará. Es como una cadena. Si las empresas están bajo presión y no saben qué será lo siguiente, cuál es la previsión para el panorama económico, y no obtienen préstamos de los bancos o los inversores siguen dudando, entonces, al final de la cadena, se encuentra el simple trabajador también afectado. Y las empresas van a dudar a la hora de contratar a más personas porque no saben exactamente en qué se van a traducir estas previsiones.
"Desde un punto de vista cristiano, podemos enfocarnos en esta reivindicación: 'no temáis, confiad en Dios'".
Respecto a cómo podemos gestionar toda esta información, diría que, desde un punto de vista cristiano, el temor no debería ser el mensaje que prevalezca en estos días porque si se aceptan todos los mensajes que se están publicando cada día, uno puede acabar realmente en problemas y tener miedo del desarrollo de las circunstancias. Y el miedo podría ser una cuestión que acabe destruyendo, como consecuencia, las relaciones saludables. Tanto las personas como los mercados pueden ponerse nerviosos pero el miedo solo conducirá a consecuencias negativas. Desde una perspectiva cristiana, podemos enfocarnos en esta reivindicación: ‘no temáis, confiad en Dios’. Por eso también deberíamos observar pandemias y tiempos de crisis anteriores para ver cómo los cristianos actuaron durante aquellas situaciones y aprender de ello. Siempre ha habido inestabilidades económicas, así que no nos enfrentamos a nada nuevo. Lo que sí es novedoso es que estamos ante un fenómeno global en el que cada país está involucrado, todos ellos afrontando la situación con diferentes estrategias. En general, podemos ver que es una problemática global y tenemos que gestionarla a nivel de cada país.
P: Antes de la epidemia ya había previsiones que apuntaban a una contracción de la economía global. ¿Hasta qué punto la pandemia la ha adelantado y ha agrandado su magnitud?
R: La concentración de la economía global fue una consecuencia del crecimiento de las grandes compañías, que controlas más cuotas de mercado. Ahora, con la propagación de la epidemia, las empresas dedicadas a la Información y la Tecnología han ganado. Para ellas está siendo un tiempo brillante. Ya eran grandes antes, pero ahora, compañías como Amazon y otras, lo son todavía más. Ahora la concentración de la economías se da en corporaciones que ya eran grandes para controlar esta crisis y habrá ‘ganadores’ de este tiempo de coronavirus. Quienes tengan una empresa relacionada con las compañías de información, tecnología y salud, se encontrarán en el lado ganador. En el otro lado habrá cientos de miles de empresas de producción y servicios que están bajo gran presión. Este será uno de los problemas de la próxima etapa del coronavirus, cómo revitalizar a la mayoría de empresas.
P: Entonces habrá más desigualdades.
R: Totalmente. No solamente entre los diferentes sectores de la sociedad, sino también entre países que serán capaces de ofrecer ayudas gubernamentales y otros que no. Especialmente en el Sur Global, los países sufren porque no tienen gobiernos ni instituciones que puedan inyectar millones o miles de millones en el mercado. En Alemania, por ejemplo, existe un sistema de microcréditos con el que los empresarios y pequeños autónomos pueden obtener entre nueve mil y cincuenta mil euros en efectivo. No simplemente un préstamo, sino ayuda directa. Además, también pueden solicitar préstamos al banco nacional. Es una gran oportunidad porque hay programas de financiación y apoyo en cada Länder (Estado federal) que inyecta millones de euros en el mercado para ayudar a las pequeñas empresas. Pero eso no ocurre en otros países, así que se da una cuestión de injusticia. La pregunta es cómo superar estas desigualdades durante este momento de pandemia. Probablemente con dinero del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, pero estas instituciones realizan préstamos, no ofrecen ayudas públicas, y acaban generando dependencia. Así que los países más débiles serán todavía más dependientes de instituciones internacionales como estas.
P: ¿Qué mecanismos tenemos, como sociedad, para paliar estos efectos?
R: Al final, son las empresas pequeñas las que más están sufriendo, así qeu se trata de reactivar el consumo en los hogares y las personas. Se trata de que más personas se convenzan de que el dinero no se va, sino que son más bien inversiones, y de que se debería hacer algo para revitalizar el mercado, ser activos, invertir. Pienso que este sería el enfoque que más ayudaría. Tampoco los bancos y los gobiernos tienen que retener el dinero y esperar a mejores tiempos, sino ser proactivos y estimular el mercado. Este es el llamado necesario para hoy.
P: El último Foro Económico Mundial de Davos se enfocó en la necesidad de repensar el capitalismo desde el punto de vista de la llamada ‘economía de stakeholders’ (economía de los grupos de interés). ¿Cómo debemos repensar nuestro sistema económico?
R: El capitalismo se basa en la responsabilidad de cada uno y es solo un marco de trabajo otorgado por los gobiernos. Pero es muy irrelacional y yo enfatizaría mucho más la necesidad de una economía relacional. La pregunta es cómo podemos fortalecer las relaciones entre los grupos de interés (stakeholders) y los accionistas y propietarios de las empresas (shareholders) en una misma dirección. Cómo conectar a los proveedores y cómo dar al cliente una posición más fuerte en el mercado. Por ejemplo, el mercado de los microcréditos reúne a diferentes personas que obtienen un préstamo que da estabilidad a todos los grupos que componen el mercado. Esta podría ser una posición mejor y más fuerte.
"Se necesitan organizaciones y personas que introduzcan un mensaje de esperanza".
Pero estamos muy influenciados por el paradigma del individualismo. El capitalismo es la expresión de un acercamiento individualista al mercado. Si conseguimos cambiar esta parte, no necesitaremos un sistema comunista o una mayor regulación gubernamental del mercado. Los gobiernos no son la mejor compañía. Reuniendo a las personas y enfocándonos en las relaciones se puede cambiar mucho la economía.
P: Como cristianos, no somo parte ajena a toda esta realidad. ¿Qué consejos pueden seguir las iglesias para afrontar estos retos desde sus propias economías?
R: La iglesia está bastante en silencio sobre esto. No está demasiado involucrada en las tendencias del mercado, especialmente las iglesias evangélicas. La Iglesia Católica Romana tienen mucho más poder financiero con el Banco Vaticano, así que ellos sí pueden hacer esfuerzo para estimular el mercado y yo animo a financiadores e inversores cristianos a tomar responsabilidad respecto a ello e invertir de forma intencional ahora mismo, en lugar de retener el dinero. Pero las iglesias, en general, tienen una responsabilidad sobre la mentalidad, reuniendo a las personas y acompañándolas con el mensaje que he mencionado antes; no temáis. Las iglesias deberían proclamar este mensaje, más que pensar en ser un factor económico, porque muchas iglesias evangélicas son comunidades con presupuestos muy reducidos. Se trata más bien de lo que pueden hacer en cuanto a la fe de las personas. Ahora se necesitan organizaciones y personas que introduzcan ese mensaje.
P: ¿De qué manera estamos los cristianos llamados a ser testimonio y ha realizar la misión en un contexto de crisis económica?
R: Por ejemplo, como familia, mi mujer, mis hijos y yo hablamos sobre cómo apoyar a los restaurantes locales y decidimos que, cada domingo, pediríamos comida por encargo en determinados negocios de la zona. Esto ha sido una oportunidad para gastar más dinero en los proveedores locales. Además, también hemos animado a otros miembros de nuestra iglesia a hacer lo mismo. Ha sido como una especie de dinámica. Hay algo que cada cristiano puede hacer para apoyar a la economía local. Además, deberíamos utilizar las oportunidades que tenemos para hablar con nuestros vecinos y las personas que conocemos. El confinamiento ha supuesto que la gente, más o menos, está en casa, así que podemos reconocer a muchos vecinos que antes apenas habíamos visto porque también tienen trabajos y no están simplemente sentados en sus jardines. Es importante construir relaciones porque será lo que prevalezca, después de la crisis de la Covid-19.
También necesitamos enfocarnos en el testimonio cristiano y la evangelización. A causa de la pandemia no se pueden organizar grandes eventos, pero sí podemos vivir la enseñanza de que cada creyente es un testimonio en su propia esfera de influencia. Esto es una oportunidad que animo a los cristianos a que utilicen. No es tanto un consejo económico, sino espiritual. Quizá a través de las conversaciones podamos animar y apoyar a otras personas a gestionar sus miedos. Esto es muy necesario.
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