Cita a ciegas

Un hombre y una mujer divorciados se conocieron por las redes sociales con la intención de iniciar una nueva relación.

Parecía que podrían avenirse porque coincidían en gustos y preferencias. Las aficiones también eran parecidas y los deportes también.

Las edades, la experiencia, el número de hijos que tenían, los lugares de residencia, los restaurantes frecuentados, los países visitados, todo ello lo valoraban como positivo para plantearse conocerse más en serio.

También coincidían en la religión, en la política, en los deportes, en la cultura y en preferencias sexuales.

¿Qué podría fallar?

Se empezaron a entusiasmar y decidieron conocerse sin enviarse todavía fotos.

Una rosa roja en el vestido de ella y una rosa blanca en la solapa de él serían los identificativos con que se encontrarían delante de la plaza de toros.

— ¡Ah! ¿pero eras tú? —exclamó ella.

— ¡Ah! ¿pero eras tú? —exclamó él.