Una tierra desordenada y vacía

Génesis 1:2 da a entender que, al empezar los días de la creación, la oscuridad envolvía toda la superficie de la Tierra. Esto es también lo que ha determinado la historia geológica.

27 DE JULIO DE 2024 · 22:55

Photo: <a target="_blank" href="https://unsplash.com/@nasa">NASA</a>, Unsplash, CC0.,
Photo: NASA, Unsplash, CC0.

El versículo dos de Génesis uno dice que “la tierra estaba desordenada y vacía, y (que) las tinieblas estaban sobre la faz del abismo”.

Esto da a entender que, al empezar los días de la creación, la oscuridad envolvía toda la superficie de la Tierra. Curiosamente, esto es también lo que ha determinado la historia geológica de nuestro planeta. Actualmente, los astrónomos han observado discos alrededor de objetos estelares jóvenes, que están formados por gases, polvo en suspensión, hielo y escombros [1].

Según el modelo nebular, ampliamente aceptado en astronomía, estos discos circunestelares en forma de anillo pueden originarse durante la fase de formación de una estrella y se les llama también “planetesimales” porque se cree que, por agregación gravitatoria, dan lugar a los planetas que orbitan alrededor de la estrella.

Se han observado ya miles de estos planetas en formación, cuya fase de acreción o crecimiento dura unos pocos millones de años, y se ha descubierto que planetas del tamaño de la Tierra, cuya distancia a su estrella es similar a la que hay entre la Tierra y el Sol, suelen comenzar con una atmósfera espesa y opaca a la luz. 

Un buen ejemplo de esto, en el sistema solar, lo constituye el planeta Venus ya que posee una atmósfera formada por una espesa capa de nubes que refleja al espacio la mayor parte de la luz solar, convirtiéndolo en un planeta oscuro y muy caliente.

Las nubes que lo envuelven tienen un espesor de unos 15 kilómetros y están constituidas sobre todo por dióxido de carbono y otros gases. No dejan pasar la luz del Sol, pero sí las radiaciones caloríficas, con lo cual el planeta se calienta en exceso ya que las espesas nubes impiden que dicho calor se escape al espacio. En la superficie de Venus se registran temperaturas próximas a los 500 grados centígrados, algo absolutamente incompatible con la vida.

Actualmente, los astrónomos consideran que la atmósfera de la Tierra primitiva era aproximadamente, unas doscientas veces más espesa que la actual y, por lo tanto, ni la luz solar, ni la reflejada por la Luna, ni tampoco la de las estrellas podía verse desde la superficie terrestre. Tal como también el libro de Job pone en boca de Dios: “cuando puse yo nubes por vestidura suya, y por su faja oscuridad” (Job 38:9). 

Otra característica física que se desprende del relato genesíaco es que la Tierra estaba completamente cubierta de agua. Es decir, ningún continente sobresalía por encima del mar, sólo “el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. Tales condiciones han sido confirmadas también por la geofísica.

En los orígenes de la Tierra, las aguas cubrían por completo la corteza terrestre. Posteriormente, a lo largo de millones de años, empezaron a aparecer de forma gradual islas y masas continentales, como resultado de la actividad volcánica submarina y de la tectónica de placas. Estos movimientos fueron impulsados por la desintegración de los isótopos radiactivos del manto, cuya elevada temperatura arrugó y empujó las rocas hacia arriba hasta que sobresalieron por encima de la superficie del océano. Tales movimientos tectónicos persisten incluso en el presente [2]

Por tanto, del relato bíblico puede entenderse que la Tierra ya existía en un estado informe y sin ningún organismo vivo, antes de la narración de los seis días de la creación. En ese momento, la Tierra estaba “desordenada y vacía”, es decir, no contenía vida alguna, ni marina ni terrestre. Era un ambiente improductivo y deshabitado, hostil a la existencia de los organismos. Sin embargo, el creador va a prepararla para que pueda albergar vida animal y sobre todo humana. 

Lo primero que necesita un planeta acuoso, oscuro y vacío para que pueda albergar vida es luz, de ahí que ésta fuera creada el primer día. ¿Qué dicen los cosmólogos actuales acerca del origen de la luz en el cosmos? Pues que hubo un tiempo después del Big Bang, que duró alrededor de unos 500 largos millones de años, conocido como la “edad oscura del universo”, durante el cual aún no se habían formado las estrellas y el cosmos estaba sumido en las más negras tinieblas. Todavía no existía la luz. El universo era entonces como una sopa espesa y oscura de átomos de hidrógeno. Sin embargo, llegó un momento en que la edad oscura terminó, aparecieron estrellas, galaxias y cuásares, llenando el cosmos de luz y volviéndolo transparente. Este momento se conoce como la “época de la reionización” en la que el universo se encendió. Los primeros soles (seguramente con sus correspondientes planetas) empezaron a formarse. Fue como si se encendieran enormes lámparas en el universo [3].

Sin embargo, la Biblia no se refiere a dicho acontecimiento primigenio sino a la luz que irrumpió mucho después sobre el planeta Tierra y que hizo posible empezar a contar los días y las noches. El verbo hebreo que se utiliza para la aparición de dicha luz el primer día es “hayâ” y permite pensar que no se refiere a la creación de la luz primigenia sino a la aparición de ésta por primera vez sobre la superficie de la Tierra.

La luz logró traspasar la espesa cortina de nubes polvorientas y oscuras que rodeaban el planeta porque su atmósfera se volvió más transparente. Ésta pasó de la opacidad a ser ligeramente translúcida, pero todavía no era completamente transparente como es hoy.

Y vio Dios que la luz era buena para el desarrollo de la vida en el planeta azul y para contar el tiempo. Los rayos del Sol empezaron a llegar al suelo terrestre porque la atmósfera se aclaró. El Sol, la Luna y las estrellas no fueron creados el cuarto día, sino que ya existían desde antes de la semana de la creación. Lo que ocurrió dicho día es que las espesas cortinas de nubes fueron corridas para que la luz penetrara y llegara a la Tierra. Los verbos hebreos usados en estos versículos (v. 14-19) hacen posible entenderlo así.

Continuará…

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