Sin estrellas no hay vida

¿Qué importancia tiene el ser humano para merecer todo este maravilloso escenario universal?

02 DE ABRIL DE 2023 · 11:00

Imagen de <a target="_blank" href="https://unsplash.com/es/fotos/QYFTkPFqzv4#:~:text=Foto%20de-,Wil%20Stewart,-en%20Unsplash">Will Stewart</a>, Unsplash.,
Imagen de Will Stewart, Unsplash.

Las estrellas son las factorías productoras de todos los elementos químicos que constituyen el cuerpo de los seres vivos. Se podría decir que su muerte nos da vida porque cuando éstas estallan liberan al espacio ingentes cantidades de elementos producidos en su interior. Posteriormente, dichos elementos se concentrarán en los planetas que, como en el caso de la Tierra, albergarán organismos vivos como nosotros. De manera que las estrellas influyen decisivamente en el delicado equilibrio de la vida y son ingredientes importantísimos de las zonas habitables del universo. Además, las estrellas como nuestro Sol suministran una energía constante, en forma de luz y calor, que hace posible nuestra existencia porque son como el combustible que hace funcionar a todos los microscópicos motores moleculares de las células. Esto es así no por casualidad -como creen algunos- sino porque así lo dispuso el creador del cosmos. 

Se cree que las estrellas más grandes que el Sol -con una masa por lo menos dos veces superior- solamente pueden durar unos mil millones de años emitiendo su luz y calor. Sin embargo, nuestro astro rey podría “vivir” mucho más, alrededor de unos diez mil millones de años. Es como si su masa y volumen hubieran sido planificados desde la eternidad para sustentar la vida -en especial la humana- durante el tiempo necesario. Los astrofísicos creen que la luminosidad del Sol ha aumentado un 30% desde que empezó a quemar su hidrógeno y que, dentro de unos seis mil millones de años, será incluso varios miles de veces más brillante que ahora.[1] Por supuesto, en esas circunstancias, la vida en la Tierra ya no resultará posible debido a las elevadas temperaturas. 

Sin estrellas no hay vida

Tabla periódica de los elementos. / Wikimedia Commons.

¿Qué indicios hay para pensar que tan enormes períodos de tiempo realmente han transcurrido y, por tanto, permiten a los cosmólogos realizar tales predicciones? Quizás uno de los más significativos sean los períodos de vida media o semidesintegración de ciertos isótopos radiactivos, como el uranio 238 y el torio 232, que requieren respectivamente 4 500 y 14 000 millones de años. Resulta muy curioso que el período de semidesintegración del uranio 238 coincida con la edad que se le supone a la Tierra y el del torio 232 con la del universo.

Esto nos lleva a concluir que no todos los momentos, en el desarrollo de las estrellas de una galaxia como la nuestra, son habitables o aptos para la vida. No todas las épocas del universo son igualmente adecuadas para nuestra existencia. Si se piensa en los requerimientos que necesitamos los seres vivos, en especial los humanos, resulta que sólo un brevísimo período de la historia del cosmos es adecuado para la subsistencia de la humanidad. Los científicos dicen que, si se pudiera reducir toda la historia del cosmos a una sola semana, a las siete de la mañana del lunes ya se habrían creado las primeras estrellas. Sin embargo, hasta el miércoles no aparecería nuestra galaxia, la Vía Láctea y tendríamos que esperar al viernes por la tarde para ver los primeros rayos del Sol. Los vegetales empezarían a llenar el planeta azul a las seis y media de la tarde del domingo, mientras que el Homo sapiens, creado del polvo de la Tierra, se pondría en pie nueve segundos antes de la medianoche. Toda la historia de la humanidad se habría desarrollado durante esos últimos nueve segundos. Es como si alguien hubiera planificado adecuadamente el escenario necesario, como si hubiera calculado bien nuestro tiempo y lugar en el universo, sintonizándolos con precisión para la vida, la observación del cosmos y el nacimiento de la ciencia.

Algunos creen que esos nueve segundos de esta sorprendente semana cósmica reflejarían nuestra insignificancia. Sin embargo, otros pensamos más bien todo lo contrario. ¿Qué importancia tiene el ser humano para merecer todo este maravilloso escenario universal?

Se trata de la misma cuestión que inquietaba a Job hace miles de años: 

¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas,

Y para que pongas sobre él tu corazón,

Y lo visites todas las mañanas,

Y todos los momentos lo pruebes? (Job 7: 17-18).

La respuesta de la Biblia es clara: Dios puso su corazón sobre el ser humano y lo visita cada mañana. 

 

Notas

[1] González, G. y Richards, J. W. 2006, El planeta privilegiado, Palabra, Madrid, p. 159.

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