Ocho cosmovisiones religiosas: el panenteísmo y el teísmo limitado

La moral de las sociedad evoluciona y cierta teología con visos panenteístas pretende que los preceptos morales de Dios también cambien para adecuarse a la moralidad moderna.

26 DE SEPTIEMBRE DE 2020 · 10:00

Imagen zoroastrista en un templo de Yazd, en Irán. / <a target="_blank" href="https://unsplash.com/@soroushtaheri">Soroush Taheri</a>, Unsplash CC,
Imagen zoroastrista en un templo de Yazd, en Irán. / Soroush Taheri, Unsplash CC

El panenteísmo es diferente al panteísmo que se trató la pasada semana y no deben confundirse ambas cosmovisiones. Etimológicamente el primero proviene de tres palabras griegas (pân, en y theos) que significan de forma literal: “todo en Dios”. Si el panteísmo considera que todo lo que existe es Dios, el panenteísmo es un concepto filosófico y teológico que considera a Dios como diferente del universo (trascendente) pero, a la vez, dependiente de él (inmanente). Entre Dios y el cosmos habría una especie de relación simbiótica, en el sentido de que Dios procedería del mundo y el mundo procedería de Dios. Él es el creador de todo y, a la vez, la energía vital del universo. En otras palabras, Dios engloba el mundo pero no se limita a él. Esto hace que el panenteísmo sea diferente del panteísmo (que identifica a Dios con el mundo) y también del pandeísmo (que afirma que Dios deja de ser trascendente al crear el universo puesto que se funde con él). 

El creador del panenteísmo fue el filósofo alemán, Karl Christian Friedrich Krause (1781-1832), que fue hijo de un pastor protestante.[1] Su intención fue conciliar el teísmo tradicional con el panteísmo y el deísmo. Si para el teísmo tradicional Dios es el soberano creador del mundo a partir de la nada (creatio ex nihilo) -que es absolutamente independiente de su creación, único, inmutable y perfecto-, para el panenteísmo, Dios sería sólo el director del mundo que lo habría hecho trabajando a partir de la materia preexistente y dependiendo continuamente de ella. Por tanto, Dios sería finito y se iría transformando con el mundo, perfeccionándose poco a poco.[2] A medida que las almas humanas adquieren conocimiento del entorno, aprenden y crecen en sabiduría, Dios iría también creciendo en ciencia y poder creando progresivamente más cosas para nuestra mejora moral e intelectual. El Creador aprendería y crecería de la misma manera que lo hacemos nosotros, aunque en ese proceso jamás alcanzaría la omnisciencia y omnipotencia. De ahí que al panenteísmo se lo denomine también la teología del proceso, puesto que Dios siempre estaría evolucionando. Durante el siglo XX, la ideología panenteísta fue adoptada por ciertas corrientes del judaísmo y el cristianismo. La teología de la liberación, en América Latina, constituye también una mezcla de panenteísmo, catolicismo y marxismo.[3]

La principal dificultad que presenta el panenteísmo, cuando se le compara con el cristianismo, es que no proporciona un fundamento suficientemente válido para la moralidad. La Biblia afirma que Dios es el origen de la moral, la fuente que establece lo que está bien y lo que no, sin embargo, si Dios estuviera siempre evolucionando, lógicamente los principios morales también cambiarían. Esto haría que éstos se diluyeran hasta desaparecer y surgieran otros nuevos con cada cultura. Si tal cosa fuera así, ¿hasta qué punto se deberían seguir los preceptos morales dados por Dios? ¿En base qué se podría juzgar una determinada conducta como inmoral, si con el transcurso del tiempo puede que se convirtiera en moral? Esto es precisamente lo que está ocurriendo hoy en el mundo occidental. La moral de las sociedad evoluciona y cierta teología con visos panenteístas pretende que los preceptos morales de Dios también cambien para adecuarse a la moralidad moderna. No obstante, la moral que propone el panenteísmo carece de autoridad para imponer un sistema moral, ya que elimina la fuente estable que brota del Altísimo para beber de aquella otra que sale de las modas humanas cambiantes. Además, el panenteísmo tampoco explica aspectos del mundo relacionados con los argumentos cosmológico, del diseño y moral.

Teísmo limitado

El teísmo limitado concibe a Dios como la causa primera, personal y bondadosa pero impotente frente al mal. Dios estaría limitado para vencer al poder del mal en el mundo. Por tanto, no sería omnipotente o todopoderoso. Aunque no esté de acuerdo con la maldad y la injusticia, se vería limitado a la hora de erradicarlas. Pero claro, como las imperfecciones del mundo tendrían su origen en Dios, esto implica que él también sería imperfecto. De manera que el teísmo limitado concibe a Dios como un ser finito, limitado e incapaz de realizar milagros.[4]

Aunque esta cosmovisión suele darse en ciertas corrientes del judaísmo reformado, hunde sus raíces en la antigua doctrina del dualismo, que afirma la existencia de dos principios supremos eternos, increados y antagónicos: el bien y el mal. El dualismo religioso surgió en varias civilizaciones antiguas, como China y Egipto, pero de manera especial en Persia. En el siglo VI a.C., Zoroastro se refirió ya a la existencia de dos principios, el del bien (Ormuz o Ahura Mazda, el Señor de la sabiduría) y el del mal (Ahrimán o el Espíritu de la destrucción o Diablo). En realidad, son dos dioses finitos enfrentados que poseen existencia propia, diferentes poderes y cada uno de ellos, supuestamente, creó cosas antagónicas. Unas buenas y otras malas.

Según el teísmo limitado, al ser Dios finito no existe certeza de que pueda constituir la base de la moralidad y, por tanto, ésta permanece sin explicación. ¿Cómo saber si una conducta es buena o mala? De la misma manera, si Dios es incapaz de obrar milagros, ¿cómo se originó el universo? Las inconsistencias teológicas del teísmo limitado son numerosas. ¿Por qué llamar Dios a un ser que no es único, ni infinito, ni omnipotente? ¿Cómo puede ser divino el mal y llegar a limitar la omnipotencia de Dios? ¿Por qué iba un Dios bondadoso a crear cosas intrínsecamente malas? ¿Qué razón hay para considerar malo todo lo material?

 

Notas

[1] Orden Jiménez, R.V., 1998, El Sistema de la Filosofía de Krause. Génesis y desarrollo del Panenteísmo.

 Universidad Pontificia de Comillas, Madrid, p. 297 y siguientes.

[2] Geisler, N. L. 2012, The Big Book of Christian Apologetics, BakerBooks, Grand Rapids, Michigan, p. 421.

[3] Powell, D. 2009, Guía Holman de Apologética Cristiana, B&H, Nashville, p. 106.

[4] Kushner, H. 1981, When Bad Things Happen to Good People, Schocken,  New York. Esta obra del rabino judío Harold Kushner (Cuando a la gente buena le pasan cosas malas) constituye una explicación de las principales creencias del teísmo limitado. 

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