“Fusilado… pero vivo”

Se habla muy poco de la importancia de sonreír y vivir con sentido del humor.

05 DE MAYO DE 2025 · 12:00

Miguel Gila, en una de sus actuaciones televisivas./ ABC,
Miguel Gila, en una de sus actuaciones televisivas./ ABC

No muchos saben que el famoso humorista Gila, fue “ejecutado” durante la guerra civil. Si, ya sé que casi todos le habéis visto en muchas ocasiones en televisión y su fallecimiento ocurrió en el año 2001, pero cuando luchaba en la guerra civil fue condenado a ser fusilado, y en el anochecer en el que estaba frente al pelotón de ejecución, vio que la mayoría de los soldados estaban bastante bebidos por una fiesta a la que habían asistido horas antes, así que en cuanto vio que iban a disparar se tiró al suelo haciéndose el muerto, y nadie se dio cuenta.

Gila siempre decía que ese día había “nacido”, y la verdad es que fue genial que fuera así para que todos disfrutáramos mucho tiempo con sus historias divertidas.

Creo que hoy se habla muy poco de la importancia de sonreír y vivir con sentido del humor. Para “compensarlo” en cierta manera, me gustaría recopilar algunas de las llamadas “leyes de Murphy”, aplicadas prácticamente a todas las circunstancias de la vida: familias, reuniones, equipos, comités, equipos de sonido, etc. Son genialidades humorísticas es cierto, pero eso no implica necesariamente que no contengan más verdad de lo que parece a simple vista:

Necesite el libro que necesite, siempre será el último del montón, o el que está en la estantería de más arriba.

En cualquier tipo de comité, si abandonas la sala, saldrás elegido.

Si se ha dedicado más de una hora a modificar una frase de algún escrito, alguien propondrá eliminar el párrafo.

Cualquier problema sencillo se puede convertir en imposible de resolver si se celebran las suficientes reuniones para discutirlo.

El hombre capaz de sonreír cuando las cosas van mal es porque ya sabe a quién le echará la culpa.

Si no puedes convencerlos, confúndelos.

No discutas nunca con un tonto, puede que la gente no logre apreciar la diferencia entre los dos.

El que grita más fuerte, tiene la palabra.

No importa las veces que demuestres que algo es mentira, siempre habrá gente dispuesta a creerlo.

La otra fila  (de lo que sea) siempre va más rápida.

La bolsa que se rompe siempre es la de los huevos.

El trabajo en equipo es esencial, te permitirá echarle la culpa a otro cuando lo necesites.

Un día después del cumpleaños de tu esposa, verás que el regalo que le hiciste está marcado un 50% más barato.

Cualquier cable cortado a la medida exacta será siempre corto.

Un día el salmista escribió: “Alegría pusiste en mi corazón, mayor que la de ellos cuando abundan su grano y su mosto” (Salmo 4:7), y es cierto: Aún en los momentos más difíciles, nadie sabe disfrutar tanto como el que confía en Dios.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - “Fusilado… pero vivo”