Brilla donde estás

Lo que hacemos merece la pena; el lugar en el que Dios nos ha puesto es la antesala del cielo, a pesar de que no nos lo parezca.

10 DE MARZO DE 2025 · 11:00

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Imagen de Roman Mesyancev en Unsplash

Cada vez que hablamos de desafíos pensamos en grandes eventos y acciones espectaculares. Ina Dudley Ogdon, era una de las mujeres más conocidas en Norteamérica a principios del siglo XIX, por sus conferencias evangelísticas y su capacidad para "llegar" a la gente. En un momento muy importante de su vida su padre enfermó gravemente, así que decidió abandonarlo todo para cuidarlo.

Cuando la rutina del día a día y la frustración de no poder hacer "nada más" comenzaba a vencerla, compuso una canción impresionante:

"Nunca esperes el momento de una gran acción, 

Ni que pueda lejos ir tu luz; 

De la vida a los pequeños actos da atención, 

Brilla en el sitio dónde estés.   (...)

Haz a un lado tu egoísmo cruel; 

Aunque sólo un corazón pudieras consolar, 

Brilla en el sitio dónde estés".

En una casa desconocida, ubicada en un lugar escondido, Dios hizo que surgiera una de los himnos más traducidos y conocidos en todo el mundo: una melodía que ha llenado de paz a millones de personas, y que hasta la genial Ella Fitzgerald grabó en uno de sus discos,  decenas de años más tarde. 

"Brilla en el sitio dónde estés" no es sólo una de las canciones más admiradas del góspel, sino una frase que en sí misma dice mucho más de lo que pensamos. ¡Ese sí es un gran desafío! El desafío a brillar, y a hacerlo de una manera sencilla. No importa si muchos ven nuestra luz, o simplemente estamos ayudando a una sola persona; no es tan importante si nuestro trabajo es admirado por mucha gente,  ¡simplemente nos sentimos felices porque lo hacemos bien! aunque aparentemente casi nadie se dé cuenta. Lo que hacemos merece la pena; el lugar en el que Dios nos ha puesto es la antesala del cielo, a pesar de que no nos lo parezca. 

El desafío a brillar donde estamos trasciende la eternidad. Recuerda que el mismo Señor Jesús vivió en un lugar aparentemente "escondido", hablando a un pueblo casi olvidado. No viajó, no dejó nada escrito, no se preocupó de hablar en los lugares más importantes de la época, ni buscó la aprobación de grandes multitudes...  Sencillamente brilló. ¡Y vaya si lo hizo! Él es la luz del mundo.

A nosotros nos toca reflejar esa luz, de la misma manera. Sencillamente. Sin preocuparnos de nada más. Si Dios te llamó a brillar delante de grandes multitudes, hazlo. Si el lugar en el que vives o las cosas que haces "sólo" llegan a unas cuantas personas, no dejes de brillar. Todos te necesitan.

Y cada corazón que puedes consolar es un fiel reflejo de la gloria de Dios en tu vida.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - Brilla donde estás