Vivir con dos caras
Cuando Dios habla, no podemos mirar hacia otro lado, sino mirarnos a nosotros mismos.
23 DE SEPTIEMBRE DE 2019 · 07:35
La atleta sudafricana Elana Meyer fue la ganadora de la medalla de plata en la prueba de los 10.000 m. de los Juegos Olímpicos celebrados en Barcelona en el año 1992. En una de las entrevistas posteriores a esa prueba, Eleana dijo: "Soy una cristiana que es atleta, ambas situaciones son inseparables. No puedo ser creyente los Domingos cuando voy a la iglesia, y luego vivir por la semana como si no lo fuera… Es imposible separar las dos cosas”
¿Imposible? Déjame decirte que, desgraciadamente, hay muchos "creyentes" que si viven de esa manera, separando esas dos facetas de su vida. Dios odia ese comportamiento... De eso trata el libro del profeta Isaías.
Escrito durante el reinado de cuatro reyes diferentes (Urías y Ezequías. los más conocidos), Isaías explica como el pueblo "adoraba" a Dios en el templo con una solemnidad y esplendor únicos, mientras vivían lejos de Dios el resto de la semana. Esa es la razón por la que el libro comienza de una manera muy directa, expresando las acusaciones de Dios a su propio pueblo: “Han abandonado al SEÑOR, han despreciado al Santo de Israel” (Isaías 1:4)
El profeta anuncia que el pueblo va a ser castigado por su desobediencia y su orgullo. "Dios odia vuestra adoración" llega a decir, porque nadie está más lejos del Señor que quién vive una doble vida. Aquellos que se acercan de una manera solemne a Dios los domingos en la iglesia, para vivir lejos de él el resto de la semana. Aquellos que siempre tienen al Señor en su boca, pero no en su corazón.
El nombre el profeta que escribe el libro, Isaías, significa "La salvación es del Señor", Es un nombre elegido, porque como en todos los libros de la Biblia, Dios señala el pecado del pueblo, pero también provee la manera de acercarse a Él. Algunos han dicho que Isaías es el evangelista del Antiguo Testamento, y no les falta razón. en diferentes capítulos encontramos profecías sobre el Señor Jesús, el Salvador y el Siervo Sufriente al mismo tiempo, algo que el pueblo en aquel momento no fue capaz de comprender.
En ese sentido, el capítulo 53 será siempre una joya profética inigualable.
Además, Dios quiso revelar todo su plan de salvación a la humanidad, no sólo en cuanto a la muerte y resurrección del Mesías, sino también en su segunda venida: clarísima en los capítulos 61 y siguientes del libro del profeta. El regreso del Siervo Sufriente, el Hijo de Dios, como Mesías Rey para instaurar su reino es muy claro en las profecías del libro. Te encantará descubrir muchos detalles al leerlo.
Puede que esa fuera una de las razones por las que los reyes de Israel le pedían consejo al profeta, aunque no siempre quisieron escucharle. Es curioso, porque esa sensación de saber que Dios te está hablando y al mismo tiempo no "querer" obedecerle, sigue dándose hoy. Existen más cristianos "nominales" que nunca.
Una y otra vez, la lección principal al leer el libro, es que, cuando Dios habla, no podemos mirar hacia otro lado, sino mirarnos a nosotros mismos. "¡Ay de mí!" exclamó Isaías cuando Dios se presentó delante de él (Cf. capítulo 6). Esa debe ser nuestra actitud. Dios no quiere que nos dediquemos a juzgar a los demás. Lo que Él espera es que NOSOTROS obedezcamos y sirvamos al Señor.
Al Siervo Sufriente. Al Mesías Rey.
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