La vaquilla de Lalachus
La conocida influencer caricaturizó en la Nochevieja de TVE la conocida imagen católica del Sagrado Corazón de Jesús.
03 DE ENERO DE 2025 · 12:00
Antes de comentar la estampita que enseñó la influencer Lalachus con una vaquilla -que caricaturizaba la conocida imagen católica del Sagrado Corazón de Jesús- hay que entender e interpretar adecuadamente (a mi juicio) el marco de lo ocurrido en la transmisión de las doce campanadas de la Puerta del Sol de Madrid en Televisión Española.
En primer lugar ¿quién es y qué representa Lalachus? Entre otras muchas cosas una mujer con evidente sobrepeso que reivindica que: “Ojalá que para el 2025 dejemos de opinar sobre los cuerpos ajenos, porque todos los cuerpos son válidos, del tamaño que sean”.
No voy a negar que es una humorista inteligente, cáustica, ocurrente, y que es muy atacada, y de forma más que grosera, en las redes por su obesidad; cuando -por ejemplo- a Alberto Chicote o Ibai Llanos en su papel de presentar las campanadas de Nochevieja no le ha supuesto crítica alguna su sobrepeso. Sin duda existe misoginia, y la habrá sufrido Lalachus a lo largo de su vida, lo cual es totalmente condenable y merece toda la empatía del mundo.
Pero no podemos mezclar conceptos. Su habitual ataque a los “gordofóbicos” reivindicando su imagen y derecho a la aceptación de la persona “gorda” va más allá de lo estético. Y el peso (nunca mejor dicho) de la evidencia científica es que desde el punto de vista médico la obesidad es una patología. La famosa Clínica Mayo, en una de sus publicaciones, expone que “La obesidad no es solo un problema estético. Es un problema médico que aumenta el riesgo para muchas otras enfermedades y problemas de salud (*)”.
Por lo tanto, convertir y reducir la obesidad de Lalachus a un ejemplo de libertad y de inclusividad de los “cuerpos diferentes” es un absurdo. Sí lo sería algún o alguna deportista de las Olimpiadas Paralímpicas, que son ejemplos de increíble superación.
Reivindicar el derecho al respeto de la persona obesa es una exigencia universal, también que los cánones de belleza no impongan una estética de perfeccionismo absurdo (ahí está Rubens). Pero promocionar la obesidad como estilo de vida es equivalente a presentar a una persona anoréxica como el derecho a disponer de su propio estilo de cuerpo.
Una vez que entendemos el perfil de Lalachus, la reivindicación de su imagen con una estampita con la imagen de una vaquilla del famoso concurso de Grand Prix se entiende. Que esa vaquilla lleve un Sagrado Corazón de Jesús para dar más fuerza iconográfica, y humorística ridiculizando esa conocida figura católica es otra cosa.
Los evangélicos no tenemos iconografía sagrada, y no nos afecta de lleno esta burla. Pero sí puedo entender a las personas de fe católica ofendidas por esta actuación, que es además innecesaria. Aunque la intención sea humorística refleja la misma insensibilidad que ella cuestiona.
Y surgen además multitud de cuestiones, como:
- ¿Por qué esta burla a los símbolos católicos, y no a los del islam?
- ¿Por qué es libertad de expresión esta burla (con la anunciada derogación de los delitos de odio religioso) y sin embargo no lo es cuestionar determinadas ideologías que se imponen como políticamente correctas, sin siquiera opción de debate?
- ¿Por qué la televisión pública promociona la obesidad como forma de vida, mientras las enfermedades provocadas por la obesidad causan 25.000 muertes al año en España?
- ¿Por qué descalificar gratuitamente a todo aquel que se siente ofendido como facha, fundamentalista, integrista religioso, ultraderecha, cavernario o intolerante?
Pero dicho todo esto, yo no creo que hacer una campaña en contra de la actuación de Lalachus con la estampita sea una respuesta adecuada. En el fondo le da promoción a su actuación y favorece un papel de víctima.
Creo que lo correcto sería exigir la misma libertad de expresión para todos los españoles por igual. O censura para todos (no me parece en absoluto lo mejor) o libertad para todos.
Porque el verdadero y gran problema que estamos viviendo en España no es la ofensa, que por desgracia se extiende a la vida política, social, deportiva y un largo etcétera. Es que se está creando un doble rasero, donde unos ciudadanos con una determinada forma de pensar tienen más derechos que el resto. Donde promocionar la obesidad es correcto porque “así yo lo siento”, en contra de toda evidencia científica (¿les suena?). Donde no aceptar lo establecido es una herejía que te priva de libertades. Y donde la fe y la espiritualidad, especialmente la cristiana, es la diana indefensa y justificable de cualquier tipo de afrenta.
En el nacionalcatolicismo de Franco los protestantes fuimos parte de esos herejes. En nuestro momento histórico actual, me temo que lo somos de nuevo cada vez más (junto con los verdaderos católicos) ante un “nacionalcorrectismo” que manipula a su antojo y sin casi oposición las ideas, nuestros hijos, los valores... y las estampitas.
Pero no reaccionemos en contra de la persona, que es un instrumento más (pagado por todos, eso sí). Hay que denunciar el sistema, y eso es mucho más complejo que una simple recogida de firmas.
Si encuentro la solución, prometo que se la escribiré aquí. Mientras tanto, publico este artículo porque hago mía la frase: “Es mejor morir de pie que vivir de rodillas”. Igual es un punto de comienzo.
(*) La patología de la obesidad es una enfermedad crónica y progresiva que afecta a la calidad de vida de las personas que la padecen. Aumenta el riesgo de desarrollar varios problemas de salud graves, como enfermedades cardiovasculares (ictus, infartos cardiacos, otros), diabetes tipo 2, ciertos tipos de cáncer, hipertensión, problemas digestivos, apnea del sueño, y artrosis entre otros muchos. Con un índice de masa corporal (IMC) mayor de 30, la mortalidad es 50% mayor; y con un IMC mayor de 40, la mortalidad aumenta 10 veces. Hay muchas razones por las que algunas personas tienen dificultad para perder peso. A menudo, la obesidad es el resultado de factores hereditarios, fisiológicos y ambientales, combinados con la alimentación, la actividad física y las opciones de ejercicio
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Teide - La vaquilla de Lalachus