Bienaventurados los que ríen

Se cuenta que el célebre actor Groucho Marx envió una postal de felicitación de cumpleaños a un amigo diciéndole “Si sigues cumpliendo años, acabarás muriéndote”. Puede que no sea la felicitación más tierna, pero si será una de las más divertidas.

15 DE OCTUBRE DE 2009 · 22:00

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Su imaginación parecía no tener límites. Prácticamente todas las películas que protagonizó con sus hermanos estaban llenas de sus frases “ingeniosas”: En "Un día en las carreras" va detrás de casi todas las mujeres que encuentra, y se defiende ante su prometida diciendo: " ¿Qué por qué estaba con esa mujer? Porque me recuerda a ti. De hecho me recuerda a ti más que tu misma". Cuando en "Amor en conserva" Marilyn Monroe viene a pedirle ayuda porque un hombre la persigue, Groucho dice "¿Sólo uno?". Sigue la cascada de momentos jocosos en otros filmes: - “Trabajábamos como un solo hombre, es decir, uno daba el callo y los demás nos escaqueábamos” - “Tiene usted el cerebro de un niño de cuatro años, que debe andar como loco buscándolo ahora” Y seguro que nos falta espacio para reseñar sólo algunas de sus frases en las entrevistas... - "Estos son mis principios, si a Usted no le gustan, tengo otros" - "Es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y que no quepa ninguna duda" - "Partiendo de la nada, alcancé las más altas cimas de la miseria" Por si fuera poco, el célebre Groucho mandó poner en su tumba el siguiente epitafio: "Perdone que no me levante, Señora". Alguien dijo una vez “Bienaventurados los que se ríen de si mismos porque nunca se les acabará el cachondeo”. ¿Sabes? a veces olvidamos el valor que tiene el buen humor. Me refiero a la risa limpia, al humor claro que pueden entender hasta los niños. La alegría, la risa, el humor, la bondad de un rostro feliz son cosas que Dios ha creado, y que El mismo disfruta cuando las ve en nuestro corazón. Y tiene un valor medicinal increíble: Nuestra vida sería muy diferente (incluso físicamente) si aprendiésemos a reír un poco cada día. Empezando por reírnos de nosotros mismos. Empezando por no darle trascendencia a cosas simples e inútiles. Empezando por abrir nuestro corazón a la alegría y al buen humor. Pruébalo. No necesitas ser un humorista de primera línea para pasar momentos felices con tu familia. No tienes que ser un "Groucho" para abrazar con una sonrisa a tus amigos, a los que amas... y sobre todo a aquellos que tienen necesidad de que alguien les sonría. Y aún a aquellos que no nos entienden ¿por qué no?... Una sonrisa sincera siempre tiene mucho valor.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - Bienaventurados los que ríen