¡Miserables de nosotros!

Es la dependencia de su hacer, y no la dependencia de nuestras ‘capacidades’, lo que desarrolla en cada uno un entendimiento profundo del proceso de santificación.

11 DE ABRIL DE 2024 · 17:36

'Anatomía de una caída' ha conseguido el Óscar al mejor guion original. / Fotograma de la película, Filmin.,
'Anatomía de una caída' ha conseguido el Óscar al mejor guion original. / Fotograma de la película, Filmin.

Si con su primera colaboración juntos, con el guion de El reflejo de Sybil, Justine Triet y Arthur Harari ya apuntaban maneras, en Anatomía de una caída han refrendado su capacidad creativa. No en vano ha sido el reconocimiento del Óscar al Mejor guion original, en la última edición de los premios más mediáticos del séptimo arte.

De hecho, si hay algo por lo que destaca la película dirigida por la misma Triet, es su guion. Esta historia del género judicial no sobresale, en realidad, por ningún otro aspecto. Digna de mención es la actuación de Milo Machado-Graner como el niño Daniel. Sin embargo, más allá de eso nada distingue la historia que plantea Triet de otras películas que han llevado buena parte de su trama a la sala de un juzgado. Nada, excepto el guion.

Se trata de una obra escrupulosa, sesuda y concienzuda en la que cada frase dicha por cualquiera de los personajes parece medida con una precisión y una exactitud de relojero. Uno esperaría que en un producto de estas características la creatividad de viese sacrificada de forma constante. Pero esto no ocurre. Precisamente, el cuidado que transmite el guion por la selección de cada palabra, pone de manifiesto una creatividad profunda que suele ser excepcional en la gran pantalla y prácticamente nula en el cine comercial.

¡Miserables de nosotros!

La película presenta una historia personal que se intercala con un proceso judicial sin nada de extraordinario, más allá del guion y pequeños detalles. / Fotograma de la película, Filmin.

Cuestión de palabras

Triet sitúa rápidamente la acción de su película en la sala del juzgado. Es allí, como si de un teatro se tratase, donde los diferentes personajes más enfatizan su actuación. La trama avanza rápidamente hasta encontrarse en las diferentes partes de un juicio mediático que consigue mantener la atención en todo momento, aunque no destaca en nada en particular. 

El guion de Triet y Harari es, sin duda, lo reseñable de la película. Es lo que distingue a una producción que, de otra forma, no podría ser lo que es ni obtener el reconocimiento que ha obtenido. 

Lo cuidadoso del uso de cada palabra en el guion sobrepasan la mediocridad de la historia en sí, su carácter común, para plantear una producción de significados profundos que evocan al interior del ser humano.

¡Miserables de nosotros!

El joven Milo Machado-Graner, que da vida a Daniel, protagoniza una actuación célebre. / Fotograma de la película, Filmin.

Frustración

La trama de la película de Triet recoge con buena aceptación lo dicho por sus personajes. La idea es la de una armonía generalizada que fluye desde el mismo guion, el cual da sentido a cada escena. 

Una célebre conclusión se une al excelente guion para elevar esta historia judicial común en los demás aspectos. Y es que el debate acerca de nuestra justicia muchas veces nos inquieta. Si hemos recibido la vida nueva en Cristo, ¿entonces, por qué seguimos pecando? Y lo cierto es que esto debe ser una profunda inquietud. No obstante, tenemos en mente la declaración trágica de Pablo en Romanos 9:24: “¡Miserable de mí!”. 

Al reconocerse como miserable, Pablo está declarando un hipotético de lo que sería su vida y su persona si no hubiese venido Cristo. Llama la atención que en el pasaje, la cuestión tenga que ver sobre todo con la santificación, porque entonces, esa miseria de la que hablaba Pablo da paso a una vida de esperanza y madurez espiritual en Cristo Jesús. Es decir, es la dependencia de su hacer, y no la dependencia de nuestras ‘capacidades’, lo que desarrolla en cada uno un entendimiento profundo del proceso de santificación y de cómo Dios lo dirige y desarrolla en la vida de las personas. El Señor completará su obra, dice el texto (Filipenses 1:6). De manera, que ya no somos más “miserables”, porque el Señor no fallará en todo aquello en lo que nosotros lo hacemos.

Y esto es por la justicia que nos ha sido dada en Cristo. Mientras nuestras ‘justicias’ solo dan paso a la frustración y a la insatisfacción, como refleja el desenlace de la cinta de Triet, en Cristo tenemos a alguien que no defrauda, que no permite que quedamos como “miserables”. 

 

 

Por un año más
¡Protestante Digital te necesita! Tenemos por delante un gran reto económico. Por eso, hoy te invitamos a ser parte comprometida de esta misión y desafío para asegurar y potenciar la continuidad de Protestante Digital y Evangelical Focus en 2024.

Puedes encontrar más información en apoya.protestantedigital.com.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Cameo - ¡Miserables de nosotros!