William Law: Vida y curiosidades del místico inglés por excelencia
Nunca se hubiera considerado evangélico, pero este anglicano contemplativo, conocido como «el místico inglés por excelencia», influyó enormemente en el génesis del movimiento evangélico en el siglo XVIII.
16 DE NOVIEMBRE DE 2024 · 18:00
En 1729 se publicó un libro clave para el avivamiento conocido como el Gran Despertar, un libro que, sin contener explícitamente las buenas noticias del evangelio, llevó a figuras notables a un punto de inflexión. Despertó y sacudió a sus lectores. Algunos abrazaron a Cristo directamente después de leerlo. Otros empezaron a considerar la fe cristiana por primera vez. Impactaría a generaciones, hasta recibiendo elogios en el siglo XX de alguien tan anticristiano como Aldous Huxley, autor de Un mundo feliz, y llegando a nuestras librerías internacionales en el siglo XXI.
Se trata de Un serio llamado a una vida de devoción y santidad por William Law, un polémico anglicano que desentonó con la época que le tocó vivir.
Vida temprana y estudios
William Law nació en 1686 en King’s Cliffe, Inglaterra, entre los once hijos del acomodado y piadoso tendero del pueblo, Thomas Law, y su esposa, Margaret.
De los inicios de Law no se sabe mucho más, solo que en 1705 a los diecinueve años fue admitido con beca a Emmanuel College, Universidad de Cambridge. Estudió los clásicos, filosofía, hebreo y matemáticas, y también redactó una serie de reglas personales. La primera marcaría su vida y obra más conocida: «tener grabado en la mente que tengo una sola ocupación entre manos: buscar la felicidad eterna haciendo la voluntad de Dios» (Un serio llamado, p. 14).
Law se licenció en Humanidades en 1708. En 1711 fue ordenado por la Iglesia anglicana y elegido miembro del cuerpo docente y de la junta rectora de Emmanuel. Recibió su máster en 1712 y trabajó en Cambridge unos años. Pero a los veintiocho años echaría a perder su carrera profesional por una decisión que algunos han llamado casi «un acto de ardor quijotesco» (C. W. Lowry, p. 133).
Revés profesional
Law era leal a la Casa de Estuardo, de la que era la reina viuda Ana que murió en 1714 sin dejar heredero a pesar de sus dieciocho embarazos.
El parlamento inglés pasó por alto a su hermanastro Jacobo Francisco Estuardo, católico, y a más de cincuenta sucesores más cercanos, también católicos, para darle el trono a su primo segundo Jorge de Hannover, el pariente protestante más cercano. Esto también lo convertía en cabeza de la Iglesia de Inglaterra, y Law, como jacobita, sintió que su conciencia no le permitía jurarle lealtad, aunque perdiera su nombramiento en Cambridge.
Sin posibilidad de recibir otras ofertas académicas o ascender en la jerarquía anglicana, se contentó con ser párroco, empleo que tampoco pudo mantener. Viendo que se le cerraban todas las puertas, se ofreció como tutor privado.
En 1727 Edward Gibbon, abuelo del autor de la renombrada Historia de la decadencia y caída del Imperio romano, le contrató como profesor particular y acompañante de su hijo a Cambridge, incorporando a Law en su hogar como director espiritual.
Inicios literarios y obra maestra
Law empezó a dejar su impronta en el mundo de la literatura, publicando su primera obra en 1717, Las tres cartas para el obispo de Bangor. Argumentaba contra un obispo que defendía que la Iglesia era innecesaria y que el cristianismo consistía tan solo en conducta sincera.
Amante de la controversia, Law columpia en sus obras entre la lucidez y el desequilibrio (por ejemplo, uno de sus libros consiste en una condena universal del teatro), pero se le conoce sobre todo por su literatura devocional. En 1726 publicó su Tratado práctico de la perfección cristiana, y en 1729, la obra maestra que estableció su reputación, Un serio llamado. Según el historiador Charles Bigg fue «una espléndida protesta contra la apatía espiritual» de la época, describiendo en lenguaje sencillo sus propios principios (Llamado, p. 24). A partir de entonces, Law empezó a tener algunos seguidores, entre ellos, los hermanos Wesley.
Law y Wesley
Un serio llamado llegó a manos de John Wesley justo antes de que se incorporara al Club Santo, grupo que fundó su hermano Charles en Oxford para fomentar la vida cristiana disciplinada. Los escritos de Law, dijo, le convencieron «más que nunca de la extraordinaria altura, anchura y profundidad de la ley de Dios» y «de la imposibilidad de ser un cristiano a medias» (p. 25).
Law, fiel a su apellido que significa «ley» en inglés, despertó su conciencia. Como diría su hermano Charles, fue su «Juan el Bautista» particular, precursor a su comprensión de la gracia y la justificación por la fe que los dos recibirían más adelante de los moravos (Lowry, p. 121).
Desde el principio, los hermanos Wesley tuvieron sus discrepancias con Law, pero tras su conversión y el creciente interés de Law por el misticismo, no tardaron en llegar las desavenencias. En 1738 John Wesley le dijo a Law que «sus dos tratados prácticos eran demasiado difíciles de vivir y que ignoraba la fe en Cristo» (I. Rivers, p. 637). Law no se lo tomó bien, y allí terminó su correspondencia hasta que se reanudó veinte años después con palabras aún más amargas.
Otros evangélicos coincidirían con los Wesley, diciendo que Un serio llamado era «doctrinalmente erróneo, innecesariamente ascético y tendía a promover el fariseísmo» (p. 639). Como diría Thomas Scott, conocido por su comentario bíblico, el libro «no tiene nada de evangelio» aunque fue muy útil en conducirle al evangelio.
Se ha señalado que el puritanismo del movimiento evangélico sin duda vino de Law, pero que el movimiento en sí nunca hubiera podido partir tan solo de él (Lowry, p. 121). La crítica de los evangélicos era que empezaba la casa por el tejado:
Su versión del cristianismo era todo imitación y nada de salvación, todo exhortación y nada de gracia, todo buenos consejos y nada de buenas noticias. No comenzaba con Cristo como Salvador o con el evangelio de la gracia de Dios, sino con las leyes absolutas de la obligación y conducta cristiana (p. 136).
Pero a pesar de sus quejas, siguieron recomendando la obra devocional de Law. Incluso con sus disputas, Wesley popularizó Un serio llamado a través de sus paráfrasis económicas. Al final era imposible descartarlo. Pese a sus debilidades, hacía preguntas necesarias e incisivas: «¿Estás viviendo la vida cristiana como crees que debería ser vivida? ¿Estás actuando conforme a tus principios? ¿Eres un hipócrita o no?» (Llamado, p. 24).
En 1732 Law publicó otro libro contra la religión filosófica que estaba a la orden del día, el deísmo: La cuestión de la razón. Recalcaba la importancia de la revelación divina en conexión con la razón. En unos años, sin embargo, el propio Law se alejaría cada vez más de la revelación escrita, provocando aún más desacuerdo.
Una vida de caridad y misticismo
Con la muerte del abuelo, el núcleo de los Gibbon se dispersó en 1738. Law volvió a King’s Cliffe en 1740 tras heredar una propiedad. Más adelante le siguieron Hester Gibbon, la hija soltera de su difunto benefactor, y Elizabeth Hutcheson, la viuda de uno de sus admiradores, el político Archibald Hutcheson. En su lecho de muerte le había aconsejado a su mujer que se mantuviera cerca de Law por su propio bien espiritual.
Ambas contaban con una fortuna y durante los siguientes veintiún años, siguiendo la pauta de Law de regalar todo lo que no fuera imprescindible, los tres se dedicaron a la caridad. Fundaron casas de caridad, bibliotecas y varias escuelas. Aunque su estilo de vida era estricto, no se considera a Law un asceta, ya que tenían suficiente para una vida cómoda (C. Hendrix, p. 41). Aun así, donaban el triple de lo que se quedaban. Su generosidad impulsiva, de hecho, llenó la región de mendigos, provocando algo de drama local.
En King’s Cliffe, la obra de Law se alejó cada vez más de los cánones establecidos. Aunque estos escritos también tuvieron sus adeptos, otros condenaron su reinterpretación de las Escrituras y su introspección fantasiosa y desconectada de la historia.
En 1756 Wesley advirtió a sus seguidores sobre los escritos tardíos de Law, que negaban doctrinas fundamentales, llegando a «seducir a muchas almas incautas del camino bíblico de la salvación» (p. 49). Poco a poco, dijo Wesley en una carta abierta, su «mala filosofía» le había allanado el camino hacia el mal pensamiento teológico. Sus ataques fueron mutuos, Law desde sus libros, y Wesley desde la prensa.
El año que murió, Law publicó un último libro, Un discurso humilde, serio y afectuoso al clero. Hoy se conoce como El poder del Espíritu gracias a la reedición de Andrew Murray en 1896.
Law murió el 9 de abril de 1761, a los 75 años, tras resfriarse en unas actividades al aire libre de su escuela de caridad (p. 41). Varias denominaciones protestantes conmemoran a Law en esa fecha, en la que también falleció el luterano Dietrich Bonhoeffer.
Legado de William Law
A pesar de sus diferencias importantes y sus serios desacuerdos teológicos, un año y medio antes de morir, Wesley dijo que Un serio llamado «no puede ser superado, y difícilmente encontraremos algo igual en la lengua inglesa, ya sea por la belleza de su estilo o por la exactitud y profundidad del pensamiento» (Llamado, p. 25).
El gran predicador George Whitefield también describió el punto de inflexión al que le llevó el libro.
Samuel Johnson, una de las figuras literarias más importantes de Inglaterra, se interesó en la fe cristiana estudiando en Oxford gracias a Un serio llamado, que acabó llamando «la más excelente obra de teología exhortativa en cualquier idioma»:
Lo empecé a leer pensando que se trataría de un libro aburrido, y quizá para reírme un poco. Pero descubrí que Law me superaba, y esta fue la primera ocasión en la que pensé en serio sobre la religión (p. 26).
Un serio llamado también influiría en sucesivas generaciones, llevando al político abolicionista William Wilberforce a abrazar a Cristo.
El pastor protestante sudafricano Andrew Murray reeditaría sus escritos en el siglo XIX, declarando:
No he encontrado en ningún otro lado la misma declaración clara y poderosa de la verdad que la Iglesia necesita hoy.
Law incluso afectaría a alguien tan inesperado como Aldous Huxley, que lo describió como «un maestro de la prosa inglesa» y también «uno de los pensadores más interesantes de su época y una de las figuras santas más entrañables de toda la historia del anglicanismo».
A pesar de sus contradicciones y extremos, el énfasis de Law en la vida interior, la piedad y la búsqueda de conocimiento divino tocaron una tecla atemporal importante, haciendo que sus escritos perduren hasta hoy.
¿Conocías la obra de William Law? ¿Qué crees que podemos aprender de su vida? Te leemos en los comentarios.
Si te interesa Un llamado a una vida de devoción y santidad de William Law, puedes consultar aquí este séptimo tomo de la Biblioteca de Clásicos Cristianos.
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