‘Gracia’ y Árbol’, poemas del coreano Chong Chi-Yong
Dos textos del poemario “Nostalgia” del poeta coreano Chong Chi-Yong.
27 DE JULIO DE 2017 · 20:40
Me complace presentar una mínima muestra de la obra del poeta Chong Chi-Yong (Corea, 1902-1950).
Estudió literatura inglesa en la ciudad de Kyoto, Japón. Al regresar a su país fue profesor de literatura en varias universidades, entre ellas la Universidad Nacional de Seúl.
Desde muy joven se vinculó a la promoción de varias de las revistas literarias más importantes de la época. Participó en el llamado “Grupo de los Nueve”, muy cercano al simbolismo y a las tendencias de la vanguardia europea.
Poeta cristiano; sin embargo, en su juventud creyó encontrar en el comunismo la respuesta para la crisis en que vivía el pueblo coreano bajo la ocupación japonesa.
Después de la independencia (1945), optó por un pensamiento más conservador. Durante la Guerra de Corea (1950-1953) fue hecho prisionero por las tropas del Norte. Murió en prisión como resultado de una explosión.
Los dos textos los he seleccionado del poemario “Nostalgia”, publicado por Editorial Verbum en 2005, con traducción de Mah Sang-Young y Othon Moreno Rubio. Las pinturas son del pintor salmantino Jerónimo Prieto.
GRACIA
También el arrepentimiento
es una gracia santa.
Los rayos del sol de la primavera
delgados como hilos de seda
quiebran el hielo duro del valle.
¡Las lágrimas se derraman gota a gota
por el dolor como de aguja!
Apagan el seductor fuego del infierno
que arde debajo de las orejas.
¿A quién afecta el ferviente suspiro?
Vuelve a caer el rocío de amor
en el alma sofocada.
El arrepentimiento me cierra el cráneo.
¡Ay!, ¡ay!, ¡Qué dolor!
ÁRBOL
Como la cara directamente se orienta al cielo azul
no es vergonzoso que los pies siempre se orienten a la tierra oscura.
Los granos caen de arriba abajo, pero sus retoños brotan
[necesariamente hacia arriba.
¿En qué forma fuiste sembrado? ¡Misterioso árbol de mi cuerpo!
¡Oh, oh, lugar ideal! ¡Bueno arriba y abajo!
Ha recibido directamente la triste herencia de Adán.
Con mi corta vida he contado dos mil años de Israel.
Mi existencia no es más que una mancha impaciente del universo.
Como el ciervo sediento busca la fuente y bebe de sus aguas,
así ahora me mojo la frente en la sangre santa
de los pies clavados de Cristo
¡Oh, oh, abrazo al sol de la nueva alianza!
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