¿Por qué somos salvos por la sola fe?

La fe es suficiente para salvación, pues la fe nos procura todos los beneficios de Dios en Cristo.

29 DE OCTUBRE DE 2025 · 18:10

Foto de <a target="_blank" href="https://unsplash.com/es/@billy_pasco?utm_source=unsplash&utm_medium=referral&utm_content=creditCopyText">Billy Pasco</a> en Unsplash,
Foto de Billy Pasco en Unsplash

Al acercarnos nuevamente a la conmemoración de la Reforma Protestante del siglo XVI es bueno reflexionar sobre los grandes lemas que la definen, los famosos cinco solas: Sola Scriptura, es decir, solo por medio de la Escritura; Sola fide, es decir, solo por fe; Sola gratia, es decir, solo por gracia; Solus Christus o Solo Christo, es decir, solo Cristo salva y Soli Deo gloria, solo a Dios la gloria. La razón por la que los recordamos constantemente es que cristalizan de un modo admirable lo que es la fe evangélica, de tal manera que afirmarlos es manifestar que somos evangélicos.

Es obvio que los lemas necesitan ser explicados. Todos ellos son igualmente relevantes; pero creo que en nuestros días solo por fe es el lema más pertinente. Y esto por la sencilla razón de que, en un sentido, solo por fe resume, magníficamente, todos los lemas: la manera en la que las Escrituras muestran que somos salvos por gracia, en Cristo, y para la gloria de Dios.

En las Escrituras, solo por fe se opone a ser salvos por obras

De entrada, notemos que esto es justamente lo que enseña la Biblia, en palabras de Pablo a los romanos: “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús. ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.”, Romanos 3.21-28. Notemos el constante acento del Apóstol en la fe. 

Pero algunos dirán que no dicen solo por fe sino por fe; pero es indudable que por la fe significa solo por fe porque invariablemente Pablo coloca la fe en contraposición a las obras: “Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado”, Gálatas 2.16. En las Escrituras solo por fe se opone a ser salvos por obras: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”, Efesios 2.8,9.

Las obras para Pablo representan el intento humano de salvarse por lo que hace para Dios. Las obras aluden a la actividad humana que, incluso si es realizada por amor, y con la ayuda de la gracia de Dios, nunca podrá ser una base estable para presentarse delante de un Dios Santo y que requiere perfección. Posiblemente el texto más escandaloso para los que creen poder salvarse por sus propias obras sea Romanos 4.5: “al que no obra sino cree en Aquel que justifica al impío su fe le es contada por justicia”. Pablo enseña que ¡Dios salva al que no obra! Dio justifica por la fe a los impíos. Y es que el Apóstol dice taxativamente que las obras no justifican. No podemos ser declarados justos delante de Dios por lo que hacemos, pues todos somos pecadores. Es muy significativo que, antes de que Pablo mencione que somos salvos por la sola fe, el apóstol haya afirmado la universalidad del pecado: “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; Su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos”, Romanos 3.10-18.

Las buenas obras son el propósito para el que fuimos salvos, la evidencia de nuestra salvación

Ante semejante catálogo de maldades del ser humano y que demuestran nuestra culpa delante de Dios, Pablo no puede sino concluir que: “por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Dios”, Romanos 3.20. Obras significa mérito humano, el cual no existe pues todos somos malos. Por fe significa, por tanto, sin mérito alguno. Incluso la fe misma es un regalo inmerecido de la gracia de Dios afirma Pablo en Efesios 2.8. Entonces, ¿nuestras obras no valen para nada? Nada para salvación, sin duda alguna. Pero la Escritura reserva un lugar para las buenas obras. Son el propósito para el que fuimos salvos, son la evidencia de nuestra salvación: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”, Efesios 2.8-10. Las preposiciones son fundamentales en la fe cristiana. No solo salvos por obras, pero sí para obras. Y es esa fe que nos ha salvado la que obra por el amor, Gálatas 5.4. El motor de la ética cristiana es la gratitud a Dios por la salvación que nos ha sido dada en Cristo. Pablo afirma que fuimos redimidos por Cristo para ser hechos su pueblo: “celoso de buenas obras”, Tito 2.14; es decir, un pueblo dedicado, empeñado y totalmente entregado a hacer el bien.

Pero la importancia fundamental de solo por fe reside en el hecho de que nos lleva a mirar solamente a Cristo y no a nosotros mismos para la salvación, Hechos 4.12. Solo por fe realza que la salvación está fuera de nosotros, en lo que Cristo hizo por nosotros. Nuestra salvación descansa exclusivamente en Aquel que nos amó y se entregó por nosotros en la cruz. Gálatas 2.20. Si nuestro problema principal es, como decía C. S. Lewis, ese constante y asfixiante interés en uno mismo, eso egoísmo innato, entonces solo por fe nos saca de nosotros mismos para contemplar y descansar en Otro, en la gloria inefable del Señor Jesucristo, el Señor de la gloria (1ª Corintios 2.8) Esto significa también que somos salvos por una obra, por la obra del Señor Jesucristo, por su vida de perfecta obediencia a la Ley de Dios y que le llevó a morir en la cruz como nuestro sustituto penal. La evidencia de que solo su obra nos salva es que Cristo fue resucitado para nuestra justificación, Romanos 4.25; es decir, para ser declarados justos delante de Dios exclusivamente sobre la base de la muerte de Cristo en la cruz. Somos salvos por los infinitos méritos de Cristo y no por los nuestros. Ser salvos es quedar cautivados por la Persona y Obra de Cristo.

Frente a la incertidumbre de las indulgencias, la Reforma afirmó la certeza de la salvación en Cristo

La fe, por tanto, es suficiente para salvación, pues la fe nos procura todos los beneficios de Dios en Cristo: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”, Romanos 5.1,2. La fe nos trae paz para con Dios y entrada a su presencia.

La fe implica seguridad de salvación, certeza de salvación. Esta es la gloria de la fe evangélica que fue redescubierta en la Reforma del siglo XVI. Frente a la incertidumbre de la salvación que conlleva recurrir a las indulgencias, la Reforma afirmó la certeza de la salvación por causa de Cristo: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”, Romanos 8.38,39. Esta es la gracia de Dios en la que estamos firmes.

Finalmente, hemos de apreciar que solo por fe significa dar toda la gloria a Dios por nuestra salvación, pues solo por fe implica necesariamente que nuestra salvación depende exclusivamente de lo que Cristo hizo por nosotros en la cruz. Por eso toda la Biblia enseña que solo Dios debe recibir la gloria: “No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, or tu misericordia, por tu verdad”, Salmo 115.1. O como dice Pablo: “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén, Romanos 11.36. En ese cielo nuevo y tierra nueva que Dios ha preparado para su iglesia, la fe será sustituida por la vista, pero el propósito será el mismo: “Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos”, Apocalipsis 5.13.

 

José Moreno Berrocal es pastor y el presidente del grupo de trabajo de teología de la Alianza Evangélica Española.

 

Recibe el contenido de Protestante Digital directamente en tu WhatsApp. Haz clic aquí para unirte.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Atisbos teológicos - ¿Por qué somos salvos por la sola fe?