Reflexiones desde Paiporta

Prestadnos vuestros oídos, necesitamos hablar de lo que estamos viviendo y sintiendo, una y otra vez. Nuestras emociones son como una montaña rusa y seguirán siéndolo por tiempo.

PAIPORTA · 14 DE DICIEMBRE DE 2024 · 20:00

Herramientas de trabajo apiladas junto al auditorio municipal de Paiporta. / Foto: Joel Forster.,
Herramientas de trabajo apiladas junto al auditorio municipal de Paiporta. / Foto: Joel Forster.

El lunes 25 de noviembre, de madrugada, me senté y puse palabras a mi sentir y vivir. En mi mente resonaban palabras y escenas del pleno municipal de Paiporta abierto a vecinos, unos días antes.

“Si no facturo, mis hijos no comen”

“Tenemos que hacer nuestras necesidades en bolsas de plástico”

“Hemos perdido dos empresas y tres coches”

“Si me quedaran 3 años para trabajar lo dejaría...”

“Paiporta está muerta”

La alcaldesa escuchaba con lágrimas corriendo por sus mejillas.

 

Coches apilados en muchos lugares. Montañas de barro y desperdicios en la entrada del pueblo. Donde antes había 3 líneas de metro cada pocos minutos, ahora hay un autobús lanzadera. Lo que antes era un pueblo tranquilo, ahora es un pueblo donde reina el silencio. Un silencio roto por el ruido de camiones del ejército, maquinaria pesada, bomberos, y vehículos que recogen coches destrozados, sacan el lodo de los garajes y lanzan los escombros en los lindes del pueblo.

Los colegios duermen, falta el bullido de las voces de niños y estudiantes. Las plantas bajas sin puertas muestran sus muros desnudos manchados por el agua de la riada. Todo el pueblo, calles, vegetación, coches, balcones y terrazas... todo está cubierto por una capa marrón grisácea de polvo y lodo seco. El aire con neblina del mismo material. Los arbustos aún llenos de plásticos y basura, todo lo que que arrastró el agua.

Ahora, la estética del pueblo ha cambiado un poco para mejor. Aunque la mayoría de los ascensores siguen sin funcionar con las consecuencias que esto tiene para personas con movilidad reducida.

Y sigue el cansancio emocional y mental, la inseguridad en cuanto al futuro a corto y medio plazo. Los impactos de la DANA en todos, desde niños a ancianos, la falta de recursos, la falta de ánimo y esperanza.

Aún queda mucho camino de duelo y de recuperación, nunca más seremos los mismos. Y se asoma el miedo: ¿Qué pasará el año que viene a estas alturas? ¿Volverá a pasar lo mismo? ¿Una DANA que provoque una riada? ¿O algo peor?

¿Qué haría Jesús?

¿Qué quiere Jesús que hagamos?

Seguid orando por nuestros pueblos al sur de Valencia, nuestra gente, nuestros gobiernos municipales. Seguid orando por consuelo, visión, sabiduría, fuerza y aguante, y por saber dónde tenemos que estar.

Prestadnos vuestros oídos, necesitamos hablar de lo que estamos viviendo y sintiendo, una y otra vez. Necesitamos vuestros abrazos sin palabras.

Soportad nuestra tristeza, nuestras lágrimas, nuestra melancolía. Nuestras emociones son cómo una montaña rusa y seguirán siéndolo por mucho tiempo.

Tened paciencia con nosotros y llevadnos a los pies de Jesús... ¡una y otra vez!

Gracias por acompañarnos en este camino. Todos somos valencianos, y como cristianos somos un cuerpo. Si un miembro sufre, todo el cuerpo se duele. Ojalá pronto podamos alegrarnos también como cuerpo y como pueblo valenciano de la recuperación y empezar a mirar el futuro con esperanza.

Tabea Forster, vecina de Paiporta.

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