Boris y Hus: ¿estafadores o buscadores?

Sin verdad no hay confianza, ni comunicación genuina, ni comunidad real, ni democracia verdadera. Solo manipulación.

13 DE JULIO DE 2022 · 20:00

El hasta ahora primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, durante el discurso con el que anunció su dimisión el pasado 7 de julio. / Tim Hammond, Prime Minister's Office, Wikimedia Commons.,
El hasta ahora primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, durante el discurso con el que anunció su dimisión el pasado 7 de julio. / Tim Hammond, Prime Minister's Office, Wikimedia Commons.

La tan previsible caída de Boris Johnson esta semana nos confronta a todos con la pregunta: ¿soy un estafador de la verdad o un buscador de la misma? ¿Estoy moldeando la verdad a mis propios deseos, o [adapto] mis deseos a la verdad?

La verdad es importante en todos los niveles de la vida y la sociedad: en nuestras habitaciones, hogares, escuelas y oficinas, así como en las salas de juntas, las salas de conferencias y los pasillos del poder. Desafortunadamente, vivimos en una sociedad de “posverdad”, moldeada durante siglos, primero por la Biblia y luego por el rechazo de la Biblia.

En los últimos años, las mentiras sobre el Brexit, la Covid-19, las elecciones robadas, la invasión de Ucrania y las cuestiones de género se han convertido en contenidos informativos a diario.

Isaías (59:14) en su día lo expresó así: Y el derecho se retiró, y la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir (RVR 1960).

¿Dónde podemos encontrar dirección en estos tiempos peligrosos? Como nos advierte el profesor de Harvard Timothy Snyder, “la posverdad es prefascista”. Sin verdad no hay confianza, ni comunicación genuina, ni comunidad real, ni democracia verdadera. Solo manipulación.

¿Qué podemos hacer como individuos ordinarios en el curso de nuestra vida diaria para buscar y defender la verdad?

Lema

El miércoles pasado, cuando la ‘hemorragia’ de funcionarios gubernamentales en Londres condujo a la renuncia del primer ministro al día siguiente, los checos conmemoraban a un héroe nacional que fue martirizado por defender la verdad.

Porque el 6 de julio de 1415, Jan Hus fue quemado en la hoguera como hereje durante un concilio papal en Constanza. Rector de la Universidad Carolina en Praga, Hus había sido influenciado por John Wycliffe, cuya enseñanza se había extendido a Praga a través de estudiantes bohemios en Oxford.

Popular por su predicación en el idioma local en lugar del latín, Hus criticó a la Iglesia Católica por vender indulgencias, simonía y otras prácticas. Convocado para comparecer ante el Consejo, Hus fue arrojado a un calabozo a pesar de la garantía imperial de su seguridad.

Desde allí, escribió para exhortar a sus seguidores en Praga a “buscar la verdad, escuchar la verdad, aprender la verdad, amar la verdad, decir la verdad, adherirse a la verdad, defenderla hasta la muerte, porque la verdad os liberará”.

El lema de Hus, “la verdad prevalece” (Pravda vítězí), fue adoptado por el disidente checo Vaclav Havel cuando se convirtió en presidente de su país, recién democratizado después del derrocamiento del comunismo en 1989.

Sigue siendo el lema nacional hasta el día de hoy y todavía ondea al viento sobre el palacio presidencial. El mismo Havel insistió en que “la verdad y el amor deben prevalecer sobre la mentira y el odio”.

Red de mentiras

Havel también fue influenciado por el disidente ruso Aleksandr Solzhenytsin, quien instó a sus conciudadanos soviéticos a defender la verdad frente a la injusticia y la falsedad sistémicas.

Con palabras de nueva actualidad en la Rusia de Putin, se dirigió a aquellos que se sienten tentados a “vivir cómodamente y no hacer olas”. A los que se preguntaban: ‘¿qué tiene que ver con nosotros?No podemos hacer nada al respecto’, les respondió: ‘¡Sí que podemos!’

“La clave más simple y accesible para nuestra liberación auto-descuidada es esta: la no participación personal en la mentira. Aunque las mentiras puedan ocultarlo todo, aunque las mentiras puedan controlarlo todo, deberíamos ser obstinados en este pequeño punto: dejar que ellos tengan el control, pero sin ninguna ayuda de ninguno de nosotros”.

Es lo más fácil para nosotros y lo más destructivo para las mentiras. Porque cuando la gente renuncia a la mentira, se trunca su existencia. Como un virus, solo pueden sobrevivir en un organismo vivo.

Solzhenytsin instó a sus lectores a no firmar, escribir o imprimir distorsiones de la verdad; no proferir ni repetir mentiras en conversaciones privadas o públicas; no promover distorsiones de la verdad ‘ya sea en pintura, escultura, fotografía, ciencia técnica o música’, ‘no citar fuera de contexto una sola cita para complacer a alguien, para hacer su propio nido, para lograr el éxito en su trabajo, si no refleja fielmente el asunto en cuestión’; no ‘suscribirse o comprar un periódico o revista en los que se distorsione la información y se oculten hechos primarios’; y ‘salir inmediatamente de una reunión, sesión, conferencia, actuación o película si un orador dice mentiras o proporciona tonterías ideológicas o propaganda desvergonzada’.

Solzhenytsin inspiró un levantamiento espiritual que finalmente ayudó a que el castillo de naipes marxista se derrumbara. Cincuenta años después, necesitamos un nuevo levantamiento espiritual que se rebele contra la red de mentiras tejida por muchos de nuestros líderes y compatriotas en las redes sociales.

Necesitamos prestar atención a las exhortaciones de Solzhenytsin sobre renunciar a las mentiras; así como a los apremios de Hus de “buscar la verdad, escuchar la verdad, aprender la verdad, amar la verdad, decir la verdad, adherirse a la verdad y defenderla hasta la muerte”.

 

Jeff Fountain, director del Centro Schuman de Estudios Europeos.

Este artículo se publicó por primera vez en el blog del autor, Weekly Word.

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