Entre semáforos rotos y ahorros robados, las semillas de mostaza de la fe siguen siendo sembradas en Líbano
El quebrantamiento en el país es abrumador. Aun así, el trabajo de las iglesias y las ONG cristianas es profundamente alentador.
09 DE FEBRERO DE 2022 · 09:00
A veces esperamos que el cambio se produzca de forma rápida y drástica, pero la mayoría de las veces viene lentamente y en pequeños incrementos.
Mucha gente se pregunta cómo es vivir en el Líbano en estos días. Antes de comparar el Líbano actual con el Líbano anterior a 2019, tengamos en cuenta que, desde la Guerra Civil, este ha sido un país gravemente afectado por la corrupción.
Los resultados de esto se pueden ver en ejemplos como no tener nunca suministro eléctrico disponible las 24 horas del día, que haya familiares de líderes políticos involucrados en muchos negocios turbios y una crisis de recogida de basura que provocó ríos de residuos malolientes en las calles del país en 2015.
Estos son solo algunos ejemplos. Pero, ¿cómo es que las cosas están peor ahora?
Permitidme comenzar compartiendo cómo se ven las cosas donde vivo. Recuerdo que cuando estaba en la escuela primaria, mi clase estudió sobre los semáforos, pero pasaron años antes de que los viéramos en las calles de Beirut y luego en todo el país. También les tomó un par de años a los libaneses acostumbrarse a ellos y comenzar a obedecerlos (tanto como sea humanamente posible).
Fue un hito para el Líbano tenerlos de vuelta en las calles después de años de guerra civil.
Son hermosos. Representan organización, civilización e igualdad ante la ley. Sin embargo, hoy en el Líbano estamos perdiendo los semáforos una vez más. Los que están dañados no se reparan y muchas veces están apagados debido a los cortes de energía.
En un cruce muy transitado cerca de mi casa, varias bombillas de los semáforos están quemadas, ¡así que imaginaos los locos malentendidos y el peligro que esto crea!
En otro, un camión chocó contra otro y lo derribó hace varias semanas. Todavía está ahí tirado. Estamos perdiendo nuestros semáforos. Es desgarrador.
Para comprender el impacto del cambio en el Líbano, también podemos observar los precios de venta al consumidor. El pan ahora cuesta siete veces más que en 2019. Poco más de tres litros de gasolina cuestan once veces más.
Los precios de los medicamentos también continúan disparándose, pero el problema con los medicamentos es que no se pueden encontrar de muchos tipos. Incluso si tienes dólares en efectivo, lo que generalmente facilita la vida, aún puede ser que no encuentres lo que necesitas.
Finalmente, podemos ver cómo los bancos tratan a los clientes hoy en día. Antes de 2019, los bancos y sus clientes se trataban con respeto mutuo. Hoy en día, los bancos son considerados ladrones y los clientes son tratados como mendigos.
Los clientes de hoy solo pueden retirar 400 dólares al mes en efectivo y 400 dólares en moneda local a un tipo de cambio ridículamente falso, sin importar cuánto haya en la cuenta. No es un banco el que hace eso; son todos los bancos libaneses.
Mientras vivía todo esto en el Líbano, en la primavera de 2021 participé en el módulo del máster de Religión en Oriente Medio y el norte de África del Seminario Teológico Bautista Árabe (ABTS, por sus siglas en inglés) que trataba sobre historia, política y economía. No estaba segura de qué esperar, pero resultó ser un viaje maravilloso.
Una forma en que el programa me impactó fue al mostrar formas prácticas y alentadoras en las que podemos marcar la diferencia a pesar de la grave situación del país.
Durante los estudios pudimos escuchar a varias ONG cristianas que están trabajando para servir a las comunidades desfavorecidas en el Líbano a través de palabras y hechos.
Unos, a través de las iglesias. Otros, directamente con las comunidades; algunos, compartiendo el evangelio hablado como su meta principal; otros más, sirviendo a las necesidades básicas en obediencia al evangelio como su prioridad.
Prácticamente están amando a sus vecinos y amando a sus enemigos. Ver lo que hacen y cómo lo hacen es como contemplar un mosaico que refleja el sentido de la misión integral.
El quebrantamiento en el Líbano es abrumador. Aun así, el trabajo de las iglesias y las ONG cristianas es profundamente alentador. Esto no se debe a que veamos un cambio drástico instantáneo que cubre todo el Líbano. No.
Muchas veces, el trabajo se siente como una gota en el mar. Parece que no importa cuánto esfuerzo, tiempo y recursos invirtamos en servir a los vulnerables en el país, la necesidad sigue siendo enorme mientras los líderes políticos no se mueven. Esto me recuerda a los héroes de la fe en Hebreos 11.
Mientras algunos de ellos, “por la fe conquistaron reinos, administraron justicia y obtuvieron lo prometido”, otros fueron perseguidos y maltratados sin recibir lo prometido.
De manera similar, en el Líbano, a veces vemos que las cosas cambian, pero la mayoría de las veces el cambio parece demasiado lento o incluso imposible.
¿Entonces qué? ¿Deben los seguidores de Cristo detener sus esfuerzos y darse por vencidos? Si los héroes de la Biblia que perseveraron en circunstancias espantosas sin lograr resultados visibles son elogiados por su fe, ¿no deberíamos perseverar con fidelidad en el Líbano?
Es inspiradora tanta fidelidad de las iglesias y ONG cristianas al obedecer a Cristo y confiar en la promesa de que Dios ha planeado algo mejor.
Lo que no ha cambiado en el Líbano son las mentiras y la corrupción de los días de la guerra civil, pero lo que sí ha cambiado es el aumento en el número de aquellos que tienen un corazón y un llamado para servir a Dios en este país.
El desafío para estas iglesias y ONG es continuar con su misión de servir firmemente a un propósito eterno a pesar de las mentiras de Satanás de que su impacto depende de resultados visibles.
Después de todo, como Jesús nos enseñó, el reino de Dios es como una semilla de mostaza y nuestro papel es plantar semillas y Dios debe hacerlas crecer. En cuanto a mí, el desafío es volver a confiar en los bancos, pero en lo que confío es en la promesa de Cristo, de que volverá.
Y mientras la historia se mueve en esa dirección, el trabajo de estos ministerios me recuerda que entre los semáforos rotos y los ahorros robados, hay trabajo para la eternidad en el Líbano.
En cuanto a ti, te invito a no desistir del Líbano y de la obra de Dios en la región. Ora por las iglesias, por las ONG y por aquellos que están sacrificando su tiempo y recursos sin saber si verán el fruto de su esfuerzo durante su vida.
Este artículo se publicó por primera vez en el blog del Seminario Teológico Bautista Árabe y se ha reproducido con permiso.
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