Encontrar la alegría en una tierra miserable: reflexiones sobre cómo vivir el día a día en el Líbano
Hay países mucho mejores que Líbano para vivir, pero la pregunta no es: “¿Dónde estoy viviendo?”. Más bien; “¿A quién adoro y a quién me someto en el lugar en el que vivo?”.
03 DE AGOSTO DE 2021 · 18:00
Fue un maravilloso día soleado. Me desperté, me tomé el café de la mañana, me vestí y llené el coche de gasolina de camino al trabajo. Más tarde en la noche disfruté haciendo compras en un centro comercial cercano y compré algunos alimentos en el supermercado. Esto fue hace dos años.
Hoy las cosas son diferentes. No hay café por la mañana, ya que los cortes prolongados de electricidad significan que no hay energía ni para hacer funcionar la máquina de café. También significa que no hay Wi-Fi, ni ascensor (¡vivo en el sexto piso!). Hoy, como muchos otros en el Líbano, necesito esperar al menos una hora antes de poder poner alrededor 20 litros de gasolina en mi coche. Con los precios disparados debido a la inflación, uno ya no disfruta de ir al centro comercial o al supermercado, sino que ir de compras se convierte en una prueba. Los problemas en el Líbano son numerosos y las soluciones ... bueno, parece que la paz mundial es más alcanzable.
No obstante, mientras pensaba recientemente en la vida en el Líbano, me acordé de la canción de alabanza This is the Stuff, de Francesca Battistelli. Habla de las pequeñas cosas que la vuelven loca, como perder sus llaves, luego recordar que ella es bendecida y ver a Dios obrando en ella a través de estas cosas. ¿Cómo se puede comparar la pérdida de una llave con, por ejemplo, que te roben todos los ahorros de toda tu vida debido a la corrupción profundamente arraigada y el liderazgo incompetente de tu país? La respuesta para mí no se encuentra en los problemas que nos preocupan, sino en el Dios que trabaja a través de estos problemas. El mismo Dios que se preocupa y trabaja a través de nuestras pequeñas cosas también se preocupa y trabaja a través de nuestras grandes cosas.
Sí, incluso en el Líbano puedo atreverme a decir que todas las cosas ayudan para el bien de aquellos que aman a Dios y a quienes Él llamó de acuerdo con su propósito (Romanos 8:28). Pero, ¿cómo lo recuerdo prácticamente en mi vida diaria aquí? ¿Y eso ayuda a no buscar emigrar del Líbano en condiciones insoportables?
Mientras reflexiono sobre mi vida en un Líbano miserable, corrupto y desdichado, ¿cuáles son las cosas que me mantienen alegre y apreciando la vida aquí, en lugar de buscar una escapatoria? Si bien, hay algunas cosas que son obvias de detectar, como tener un trabajo estable, la comida libanesa con su deliciosa bondad y mis cuatro adorables sobrinas y sobrinos, las tres cosas principales que me mantienen aquí no están relacionadas con el Líbano en sí; están relacionados con las misericordias, la voluntad y la bondad de Dios.
Lo primero es la belleza de los nuevos comienzos. Qué sabiduría tan extraordinaria es que Dios creó el día y la noche y nos da una nueva mañana cada 24 horas. (No puedo imaginar lo que se siente para aquellos que viven cerca de los polos de la tierra y que experimentan esa mañana después de intervalos de tiempo mucho más largos). Es cierto que las mañanas en sí mismas no cambian el Líbano a mejor. Sin embargo, con cada mañana, tengo la oportunidad de cambiar para mejor y tengo la libertad de tener mejores acciones y reacciones a las cosas que me rodean, que están fuera de mi control. Después de superar la trampa diaria del botón de repetición, puedo decidir disfrutar cada nuevo día y permitir que sea un nuevo comienzo con total confianza en sus misericordias.
Lo segundo es saber que estoy en la voluntad de Dios. Aunque respondí a la invitación de Cristo de seguirlo a una edad muy temprana, y quería que su voluntad estuviera en mi vida desde el principio, me tomó mucho tiempo comprender que esto significa que debo someter mis metas y planes a su voluntad. Esto no se debe a que sea un Dios controlador, sino a que su conocimiento, voluntad y planes son perfectos. Y mi alegría y mi paz solo pueden completarse cuando mis planes están moldeados por la fuente de la alegría y la paz. Una de las cosas emocionantes de trabajar en Seminario Teológico Bautista Árabe (ABTS, por sus siglas en inglés) es ver cómo mi trabajo es parte del plan de Dios no solo para el Líbano sino también para todo el mundo árabe. Recuerdo la primera vez que conocí a uno de nuestros graduados de Marruecos y lo feliz que me sentí al descubrir que mi trabajo contribuye a compartir el amor de Dios con los marroquíes. Desde que era niña, siempre quise servir a Dios en un lugar de gran impacto. No tenía idea de que sería en un lugar como el Seminario Teológico Bautista Árabe, que llega a países de Medio Oriente y África del Norte.
La tercera cosa es enfocarse en la fidelidad y el carácter de Dios donde sea que esté. Debo decir que esto no es fácil de hacer, especialmente en un país en ruinas donde la gente está sufriendo y donde la injusticia es desenfrenada. Pero, de nuevo, vivir como un seguidor de Cristo en el Líbano ni siquiera es comparable a vivir como uno en la época del rey Darío o del emperador Nerón. Sin embargo, Daniel y los primeros cristianos siguieron confiando y adorando a Dios a pesar de todas las circunstancias. Sí, el Dios a quien adoraban Daniel y los primeros cristianos es el mismo Dios a quien yo adoro. Pero, ¿cómo lo tengo en cuenta en el Líbano? Es un alivio saber que el amor y la misericordia de Dios me siguen continuamente y me recuerdan su bondad. Ya sea a través de su palabra, mi trabajo, mi iglesia, mi familia y amigos, o incluso podcast y canciones de alabanza, Él siempre envía a las personas adecuadas y las palabras adecuadas en el momento adecuado para hacer precisamente eso. Él es digno y está renovando todas las cosas.
Hay países mucho mejores que el Líbano para vivir, también hay lugares peores, pero la pregunta no es: “¿Dónde estoy viviendo?”. Más bien: “¿A quién adoro y a quién me someto en el lugar en el que vivo?” Al final, donde sea que esté, me despertaré por la mañana, encontraré la manera de tomar café, cantaré con el profeta Habacuc y alabaré a Aquel que es digno.
“Aunque la higuera no florezca,
Ni en las vides haya frutos,
Aunque falte el producto del olivo,
Y los labrados no den mantenimiento,
Y las ovejas sean quitadas de la majada,
Y no haya vacas en los corrales;
Con todo, yo me alegraré en Jehová,
Y me gozaré en el Dios de mi salvación.
Jehová el Señor es mi fortaleza,
El cual hace mis pies como de ciervas,
Y en mis alturas me hace andar".
(Habacuc 3:17-19, RVR 1960)
Este artículo se publicó por primera vez en el blog del Instituto de Estudios del Medio Oriente del Seminario Teológico Bautista Árabe (ABTS) y se ha vuelto a publicar con permiso.
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