Elena Moiche, luchadora e idealista contracorriente
“El feminismo extremo ha hecho mucho daño en la iglesia, y aún se ve a la mujer que destaca como amenaza incontrolable”.
10 DE ENERO DE 2022 · 10:00
María Elena Moiche Pérez, de 52 años, está casada con David. Tienen 3 hijos de 28, 24 y 9 años. Es psicóloga de vocación y trabaja sobre todo dentro del mundo cristiano.
Se convirtió cuando tenía 14 años aunque como ella dice “yo diría más empecé a tener una experiencia cristiana más amplia, porque yo ya era cristiana-católica, iba a un colegio religioso y los domingos a misa, por lo que encontrar una relación más profunda con Jesús, no fue algo que me costó, si no que de una forma natural, fue formando parte de mi vida”.
Desde el momento en el que se integró en la iglesia empezó a servir, en la alabanza, en los niños… se iniciaba una obra en Coslada, y había mucho trabajo que hacer Lleva 38 años sirviendo, “nunca he valido para estar sentada”. Cuando su marido y ella eran novios, juntos llevaban a los jóvenes de su iglesia. No recuerda en aquel momento un llamado específico para servir en un área determinada, pero sí el deseo siempre en su corazón de contribuir a la obra.
Pregunta.- Cuéntanos a grandes rasgos algo más de tu vida.
Respuesta.- Soy natural de Madrid, de padre ecuatoguineano y de madre extremeña. Desde pequeña aprendí a lidiar con los prejuicios. En un tiempo en el que en España no era muy común ver una niña mulata, me tocó batallar con el racismo de la época que en cierta manera me ha acompañado incluso dentro de la propia iglesia. En ese sentido, mi madre ha sido todo un ejemplo, cuando yo tenía dos años mi padre nos abandonó, y le tocó luchar y tomar decisiones difíciles, por lo que siempre la he visto luchando por salir adelante y no dejarse pisar por nadie ni por nada.
P.- Háblanos de tu vocación y labor como psicóloga.
R.- Nos casamos con 21 años, y cuando mi hijo tenía 2 años, empecé a estudiar psicología. Esto fue algo que Dios puso directamente en mi corazón. De primera mano pude ver la necesidad que había dentro de la iglesia de comprender de una forma más amplia el área emocional y psicológica de las personas, y entender que los creyentes también podían sufrir depresión, ansiedad o algún tipo de trastorno, y eso no tenía por qué cuestionar su vida espiritual. No era muy común en aquel tiempo que hubiese muchos psicólogos cristianos y dentro de las iglesias tampoco eran muy aceptados, por lo que cuando inicié mi carrera, tuve que luchar con muchos prejuicios al respecto, pero consciente de la necesidad y con el equilibrio y discernimiento que Dios me ha dado, pude demostrar que es una disciplina a la que no hay que tener miedo, sino usarla con equilibrio y como herramienta para la ayuda a las personas.
Me formé en el trabajo con menores infractores, esto me permitió trabajar con Aperfosa en el Centro de Menores que tuvo abierto durante un tiempo, allí también trabajé durante un tiempo como psicóloga para “Proyecto Rescate”, estoy formada en EMDR nivel I y II, en Terapia Breve Estratégica y en Adicciones.
Esta formación me llevó a trabajar durante 7 años en ACALI, centro de drogodependencia en Córdoba, trabajé durante 5 años como psicóloga, atendiendo 20 o 30 pacientes diarios de manera ambulatoria, impartía talleres en centros educativos, asociaciones…etc. Los últimos dos años que estuve allí me nombraron directora técnica, hasta que el Señor sacudió mi vida, llamándome al ministerio de una manera más específica.
P.- ¿Cuál ha sido tu evolución o trayectoria en el servicio? Y actualmente ¿qué haces en tu iglesia? ¿Qué labores desarrollas?
R.- Desde el primer momento de mi conversión sentí en mi corazón que el servicio a Dios era una parte esencial de mi vida, y lo fui acoplando a como se iba desarrollando mi vida. Noviazgo, matrimonio, hijos…
Junto con mi marido, hemos sido siempre personas que no nos hemos conformado.
Y en ese deseo de “querer más” con 29 años y dos hijos, de 6 y 2 años, decidimos trasladarnos a Andalucía… (lo pienso ahora y digo que fue una locura, pero como dice el texto, “todas las cosas ayudan a bien”).
Decidimos irnos, porque un amigo nuestro empezaba una obra en Écija, y quisimos ir a ayudarle, no éramos misioneros, nadie nos encomendaba, más que el deseo y la ilusión de ayudar al inicio de una obra, pero… aquello “no salió bien”, y lo pongo entre comillas, porque vuelvo al versículo “todas las cosas ayudan a bien”. El misionero se fue, y nos quedamos solos con unos poquitos hermanos y mi marido entró en una profunda crisis espiritual. Pero como Dios todo lo usa para bien, esa crisis, fue el inicio de una gran renovación en nuestras vidas, tanto a nivel personal, como a nivel de matrimonio.
Toda esa renovación, nos llevó a que empezásemos a asistir a la iglesia Betesda en Córdoba. Ángel Bea y algunos hermanos de la iglesia fueron claves en ese tiempo para nuestras vidas. Llevamos en Betesda 15 años, ahí el Señor ha formado nuestro carácter y nuestras vidas.
A raíz de nuestra renovación como matrimonio, uno de los primeros ministerios que iniciamos fue “Dos en Uno”, un ministerio enfocado a la restauración de los matrimonios, y vaya… llevamos trece años con este ministerio, trabajamos con parejas de nuestra iglesia y de cualquier parte de España.
Cuando pasaron unos años, y todo parecía estar en equilibrio. Yo era directora en la Clínica de Desintoxicación, tenía también mi propio gabinete, trabajábamos en el ministerio de los matrimonios, el ministerio de las mujeres y colaboraba estrechamente en la consejería de la iglesia…Pero Dios sacudió nuestras vidas de nuevo, e iniciamos un nuevo proceso, poque entendimos que Dios nos estaba pidiendo dar un paso más.
Este proceso me llevó a tomar decisiones difíciles, pero una de ellas fue dejar mi puesto de trabajo, Dios tuvo que mostrarme que ese no era mi sitio ya, pero fue el inicio de dos años de proceso y trabajo de Dios con mi vida que culminó en el llamado pastoral. Durante ese tiempo hubo un versículo que marcó todo el proceso Lucas 4:18-19, No fue fácil aceptarlo, tuve mis pequeñas luchas, pero el fuego de Dios era mayor que todas mis dudas. Hubo dos claves muy importantes que me ayudaron a confirmar mi llamado pastoral: La primera el apoyo de mi familia, y la segunda el apoyo de mi iglesia y el liderazgo.
En el 2020 entré a formar parte del Consejo Pastoral de Betesda. En el 2021 entré a formar parte de la junta de la FRAMEC de Córdoba como vocal. Formo parte de la junta de Séneca Falls desde los inicios. Junto con mi marido seguimos trabajando en el ministerio de matrimonios, y liderando junto con un maravilloso equipo el ministerio de mujeres.
P.- Eres la fundadora y presidenta de “Uno a Uno”. Cuéntanos algo.
R.- La asociación fue la primera decisión después del llamado que tomé junto con el consejo pastoral, vimos como Dios nos mostraba la necesidad que había a nuestro alrededor y que como iglesia no estábamos cumpliendo con esa parte del llamado. En el año 2017 creamos la asociación “Uno a Uno”, este año (2022) hacemos 5 años.
Actualmente tenemos 3 proyectos en marcha: “Escuela Social Dignidad”, un proyecto enfocado a la formación de mujeres en contexto de vulnerabilidad (trata, violencia de género, inmigración...). “Proyecto maná” enfocado principalmente a la ayuda de alimentos en el barrio en el que la iglesia se encuentra. Lo iniciamos durante la pandemia, llegamos a tener 400 familias, gracias a Dios ha ido bajando, y ahora cubrimos unas 100 familias de la zona Sureste de Córdoba. “Casa de Misericordia” es el último proyecto que hemos puesto en marcha, enfocado directamente a las familias inmigrantes, actualmente ofrecemos asesoría legal, ropero y alimentos de emergencia, pero si Dios quiere tenemos planes para seguir avanzando en esta área.
P.- ¿Cómo ves la situación actual de la mujer en las iglesias, denominaciones y entidades evangélicas?
R.- Me da mucha pena que haya que reivindicar en la iglesia como se ha tenido que hacer socialmente, porque creo que la iglesia debería ser un ejemplo de lo que Jesús hizo y dijo, y en vez de ir por detrás ir por delante, pero en esto y otros muchos aspectos. Jesús, rompió con todos los estereotipos culturales de la época en cuanto a la mujer, y no imagino a un Dios que dota y capacita a la mujer con dones, talentos e intelecto igual que al hombre, para luego discriminarla.
Creo que el feminismo extremo ha hecho mucho daño dentro de la iglesia, y todavía se ve a la mujer que destaca como una amenaza incontrolable.
A día de hoy, dentro de muchas iglesias la mujer sigue siendo la gran invisible. Hay muchas mujeres haciendo labores pastorales en las iglesias, sin ser reconocidas como tal, y si al hombre se le reconoce, ¿por qué a la mujer no?
P.- Qué se puede hacer para que la mujer se integre con todo su potencial personal, intelectual y espiritual en la labor del Reino de Dios
R.- Creo en que es fundamental la labor que desde Séneca Falls se está realizando, primero seguir visibilizando la gran carencia que hay dentro de las iglesias de formación e información sobre el feminismo, como dije antes hay mucho miedo, pero creo que es más fruto de la desinformación que otra cosa.
Segundo, la formación teológica, muy importante escudriñar bien esos textos a los que muchos pastores se agarran para no dejar que la mujer ocupe ciertos lugares.
Y tercero esta visibilización del trabajo pastoral que muchas mujeres realizan en la iglesia, a través de estas entrevistas, ayuda a ver que somos mujeres equilibradas, con un llamado claro de parte de Dios, que no queremos menoscabar el llamado del hombre, ni quitar el sitio a nadie, si no que cuando mujeres y hombres forman un consejo pastoral la visión de la iglesia es mucho más amplia porque se complementa.
P.- Algo más que quieras añadir
R.- Para mí ha sido clave estar en una iglesia con una teología sana, porque yo ya viví en su momento cómo se pueden coger los textos bíblicos y adaptarlos a lo que culturalmente traemos. Por lo que animo a las mujeres a no conformarse, si no a seguir el llamado de Dios para sus vidas y que busquen el lugar donde poder desarrollarlo.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - 365 Mujer - Elena Moiche, luchadora e idealista contracorriente