¿Por qué se van?

¿Por qué los jóvenes se van de las iglesias? La respuesta desde el punto de vista de un joven.

ESPAÑA · 05 DE MAYO DE 2016 · 21:20

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Me presento, soy un joven de 21 años, nacido y crecido en una familia cristiana. Desde pequeño he asistido a la iglesia, he participado en campamentos juveniles, conciertos cristianos, etc. Durante todo ese tiempo hasta ahora, muchos de mis amigos decidieron apartarse. Jóvenes que conocía de toda la vida abandonaban la iglesia. Lo pasé mal, apenas quedaban jóvenes en mi iglesia. Toda una generación perdida.

A raíz de esto comencé a plantearme muchas cosas. ¿Qué les dará el mundo que no les da la iglesia? ¿Quién tiene la culpa, nuestros padres, la iglesia o Dios?

Me miré a mí mismo, y me pregunté: ¿Cómo es que yo sigo aquí y otros no? No es cuestión de santidad, me dije. Soy pecador como todos. ¿Entonces?

El pecado es muy astuto, lo he podido comprobar. Tienta a cada joven según sus debilidades. Fiesta, alcohol, amigos, novi@s, etc.

En mi caso le resultó difícil, soy una persona muy tranquila. Siempre he preferido ir al cine un sábado que a una discoteca. Tuve suerte. Pero como ya he dicho antes, la tentación te viene por donde cojeas. En mi caso fueron mis amigos.

En mi iglesia no había jóvenes, la mayoría se habían apartado. Me encontraba desanimado, pasaba muchos sábados en casa sin nada que hacer, la única solución era irme a otras iglesias, y con mi edad era difícil moverse.

Sólo me quedaba una opción: salir con mis amigos de clase. Y no digo que estuviese mal. Lo pasaba bien jugando a fútbol, baloncesto, a las videoconsolas, cosas sanas. Pero llegó una edad en la que mis amigos comenzaron a salir de fiesta. A beber, a fumar y a estar con chicas, lo típico. Y ahí tuve que decidir: seguir al mundo o a Jesús. Gracias a Dios, elegí su camino.

Existen tres factores importantes por los que los jóvenes abandonan o permanecen en las iglesias:

Los padres

Los padres tienen la responsabilidad de educar a sus hijos, tanto en lo secular como en lo espiritual. El fallo que cometen muchos padres es tener demasiada permisividad. He podido ver a muchos padres cediendo ante los caprichos de sus hijos.

Como toda persona, había días en los que no tenía ganas de ir al culto, pero gracias a la insistencia de mis padres pude centrarme más cada domingo. Los cultos familiares en casa son una buena manera de inculcar valores a los hijos y, además, aprenden más de la Palabra. Los padres tienen que ser firmes, saber decir no y, aunque los hijos nos enfademos, debemos comprender que lo hacen por nuestro bien.

 

La iglesia

Es muy difícil conseguir un grupo de jóvenes unido en la iglesia, aun así lo podemos lograr. Tenemos que nombrar a líderes comprometidos, que den ejemplo, que unan a las personas y las discipulen para dejar los conflictos entre sí de lado. Necesitamos unión y compromiso en las iglesias. Comencemos por uno mismo.

Los jóvenes necesitamos divertirnos, sí, pero también aprender cosas de Dios. Muchas iglesias se van a los extremos. Mucho ocio y poca espiritualidad, otras sin embargo sólo se reúnen para estudiar la palabra, los jóvenes se aburren y se van. ¡Busquemos el equilibrio! Podemos aprender y divertirnos. ¡Dios no es aburrido! No nos centremos sólo en la música, que es lo que más nos llama; necesitamos que nos instruyan en el servicio, en la predicación, en tiempo de oración, etc.

Necesitamos buenos consejeros, líderes que ayuden y aconsejen a sus adolescentes, problemas que no cuenten a sus padres por vergüenza pueden ser solucionados por un líder en quien confiemos, que sea joven y haya pasado por lo mismo.

Muchos de nosotros queremos ayudar, y nuestra juventud hace que desconfíen de nosotros. Los jóvenes necesitamos que nos den oportunidades; eso sí, si demostramos que somos fieles en lo poco.

Necesitamos iglesias volcadas con los más jóvenes. Iglesia, escucha: ¡Somos el futuro!

 

Uno mismo

La última decisión siempre la tomamos nosotros. Nuestros padres nos pueden fallar, la iglesia también, pero aun así debemos confiar en Dios y esperar en Él. Tenemos que comprender como jóvenes que el camino es difícil. El mundo nos atrae, creemos que nos lo da todo, pero no es así. Los jóvenes del mundo están vacíos, su única meta es vivir para el fin de semana, y el resto de los días deambulan por la vida sin encontrar el sentido a la misma. Sea cual sea tu situación, confía en Dios. Si en tu iglesia no hay jóvenes o te sientes solo, ten fe, todo pasará. Conoce a más jóvenes, muévete, asiste a diferentes eventos y espera en Dios.

Después de unos años conseguí pasar la prueba, pude conocer a más jóvenes, mi iglesia creció y ahora doy gracias a Dios por ello. Sé que Él tiene un plan especial para cada uno de nosotros, todo llega a su tiempo. Si estás entre el mundo y la iglesia tienes que decidir tu camino, como dice la Palabra, o frío o caliente. O agua dulce o agua amarga, tú decides. A los hijos pródigos, les doy otro mensaje, aún estáis a tiempo. Dios os ama y sufre cada vez que os ve lejos de Él, volved a su lado, Él no falla. A los que siguen en la pelea, os doy ánimos. Sea cual sea vuestro problema, los estudios, la familia, la iglesia, los amigos, etc., no os desaniméis, seguid peleando la buena batalla.

Como dice Romanos 12:2: “No os conforméis a este mundo; mas transformaos por la renovación de vuestra mente, para que comprobéis cual sea la voluntad de Dios, agradable y perfecta.”

 

Pablo Fernández Obanos - Estudiante Program. y Aplicac. Web - Éibar, Guipúzcoa

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - PABLO FERNÁNDEZ OBANOS - ¿Por qué se van?