“El Nuevo Testamento nos muestra la cruz como un triunfo”

¿Conocía Jesús lo que le iba a ocurrir, o su juicio y muerte le tomó por sorpresa? Will Graham responde esta y otras cuestiones sobre una Semana que cambió el mundo.

Daniel Hofkamp

CÓRDOBA · 21 DE MARZO DE 2016 · 13:45

La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. / Serie 'La Biblia',jesus jerusalen domingo de ramos
La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. / Serie 'La Biblia'

La Semana Santa tiene un gran seguimiento en el mundo de cultura cristiana, sin embargo no siempre el imaginario religioso es capaz de transmitir lo que los evangelios cuentan.

Partiendo del relato de los evangelios podemos encontrar la historia de una semana especial en la vida de Jesús. Con Will Graham, autor de Protestante Digital, predicador itinerante y profesor de la Facultad de Teología de Asambleas de Dios, profundizamos en el significado de la Semana Santa.

 

P. La Semana Santa comienza con el conocido como “Domingo de Ramos” con la entrada de Jesús en Jerusalén. ¿Crees que se trata de un momento especial en la vida de Jesús?

R. Sí, en el Domingo de Ramos entra en Jerusalén para iniciar la última semana de su ministerio. El lunes purifica el templo, el martes anuncia explícitamente su muerte, disputa con sus adversarios teológicos y anuncia la destrucción del templo. El miércoles no sabemos qué hace, pero ya se va preparando lo que será la cena con los discípulos. Entre el jueves y el viernes se celebra la Santa Cena, previo a lo que serán los días de su Pasión. Será entregado a las autoridades judías y romanas, para ser juzgado y crucificado y, despúes de muerto, sepultado. Así que en el contexto de la vida de Jesús es tremendamente importante. Además en el contexto de la historia de la salvación, es una semana en la que se da cumplimiento a muchísimas profecías.

El Domingo de Ramos cobra un sentido profético porque entra en un pollino, cumpliendo el simbolismo del antiguo pacto. Zacarías había profetizado que el rey, el mesías, entraría montado en un pollino.

Es un momento especial, central en el ministerio de Jesús.

 

P. La multitud que vitorea a Jesús en la entrada a Jerusalén dicen ¡Hosanna! Y lo señalan como el “Hijo de David”. ¿Qué significaba esto para el pueblo judío del primer siglo?

R. “Hosanna” significa “te ruego que nos salves”. Está sacado de los salmos “Halel”, del 113 al 118, salmos que los judíos cantaban durante la celebración de la Pascua. En el último verso del salmo 118 aparece la proclamación: “Oh Señor, sálvanos ahora, te ruego Señor que nos salves”. Hay dos palabras en hebreo: iasha, que significa “salvar”, y sanna, que significa “rogar”. De ahí que la palabra Hosanna, al ser transliterado al griego del Nuevo Testamento. Es por tanto un ruego para que Cristo salve al pueblo. Llegó a significar que “la salvación ha llegado”. Así que puede ser tanto una afirmación como una petición. Se pide al Señor que nos salve, o se afirma al decir que la salvación ya llegó.

En cuanto al nombre de “hijo de David”, es un título mesiánico, muy importante para el pueblo judío. Se usa 17 veces en el Nuevo Testamento, y es muy importante en la teología de Mateo. Dios había profetizado a David (2º Samuel 7) que un hijo suyo sería rey eternamente. Cuando el Nuevo Testamento señala a Jesús como “hijo de David”, se está afirmando que él era el mesías que tenía que venir. Es el salvador prometido. Vemos en los evangelios que son muchos los que se dirigen a él de esta forma: el ciego Bartimeo (Marcos 10), o los dos ciegos junto al camino (Mateo 20), o la mujer que tiene una hija poseída por el diablo.

Este título además resalta la naturaleza humana y la divinidad de Cristo. Su humanidad, porque él era descendiente de David según la carne; y su alcance espiritual en el sentido de que en él se estaban cumpliendo las profecías hechas a David. Este título era tremendamente importante para el pueblo judío en el primer siglo.

 

P. Jesús ya había tenido un ministerio público de unos tres años antes de este momento. ¿Hasta qué punto sabía que se acercaba a un momento definitorio en su vida y ministerio?

R. Jesús sabía lo que le esperaba. Antes de esta última semana, había profetizado constantemente sobre su muerte. En Mateo 16, vemos la confesión de Pedro, cuando le señala como mesías, que Jesús advierte sobre su futuro. Antes de ascender a Jerusalén dice que Jesús declaraba a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén para padecer, morir y resucitar. Está preparando a los discípulos para lo que va a venir.

Cuando estudiamos la última semana de Jesús, vemos cómo lo planifica todo. La purificación del templo, el domingo de Ramos, la parábola de los labradores malvados, la profecía de la traición de Judas, la negación de Pedro... Jesús sabía lo que le esperaba. No hay duda que sabía que él iba a ser crucificado.

 

P. Algunos historiadores (y aún teólogos liberales) han dicho que Jesús fue un líder fracasado, dado que aunque llegó como triunfador a Jerusalén, acabó siendo crucificado por las autoridades. ¿Qué enseña el Nuevo Testamento acerca de esto? ¿Fue la muerte de Jesús “un fracaso”?

R. La respuesta depende de la condición espiritual de cada uno. Teólogos, filósofos o historiadores liberales dan una respuesta, que se parece a lo que hizo Pedro en el pasaje antes citado. Después de decir que Cristo era el mesías, dice el texto que advertía a Jesús que no fuese a Jerusalén. Pedro se dirige a Jesús y le dice: quítate de delante de mí, Satanás, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en la de los hombres. El tema es que el punto de partida para el liberal es el hombre. Ya sea desde el conocimiento humano (Hegel), la ética humana (Kant), la experiencia humana (Schleiermacher) o la angustia humana (Heideger, Sartre)... Si el punto de partida es el hombre, su ética, su experiencia, su razón o su conocimiento, antes que la revelación de Dios, se puede afirmar que sí, que la crucifixión es un fracaso. Ese es el razonamiento en base a la mente humana. Sin embargo, hay otra interpretación a la crucifixión de Jesús, que es la ofrecida por el Nuevo Testamento. Esa interpretación dice que es un triunfo.

Pablo dice explícitamente en Colosenses 2:15 que Cristo triunfó sobre los principados y potestades en la cruz. Así que si uno es evangélico, cree en la centralidad del evangelio, en la revelación de Dios, la crucifixión es algo glorioso, magnífico, poderoso. Incluso el mismo Jesús, antes de ser crucificado, dijo a sus discípulos (Juan 17) que él ponía la vida “para volverla a tomar”. Para el que cree en el testimonio del Nuevo Testamento, la cruz es un paso glorioso, no un fracaso, sino el paso que tomó el Señor para salvar a su pueblo.

 

P. Finalmente, ¿qué significado tiene para una persona de hoy la muerte y resurrección de Cristo?

R. La cruz significa lo mismo hoy que hace 2.000 años. Dios no ha cambiado, y el hombre tampoco. Es cierto que vivimos en la primera era digital de la historia, pero seguimos con la misma naturaleza caída, con pecado y corrupción. Por tanto, tenemos que recuperar el mensaje del Nuevo Testamento para entender lo que Cristo nos ofrece hoy en día. Pablo, en Romanos, expone el evangelio de forma magistral. Nos muestra que el hombre y la mujer son pecadores, sea del siglo I o del XXI. Debido al pecado, Dios está airado, y el hombre necesita ser perdonado. Necesita que alguien se entregue a sí mismo para perdonarle. La buena noticia del evangelio es que ante este Dios santo, airado, recto e insobornable, Cristo toma la decisión de ofrecerse a sí mismo y va a la cruz para aplacar la ira de un Dios santo, con el fin de que los pecadores quedemos totalmente perdonados por la gracia de Dios. Las palabras “en Cristo” son las más importantes en todo el pensamiento del apóstol Pablo. Pasó su vida intentando descubrir la profundidad de estas dos palabras: la gloria de lo que significa estar en Cristo, porque allí la ira es algo pasado. La ira de Dios golpeó a los seguidores de Jesús en el calvario. Ahora recibimos la misericordia de Dios, la paz de Dios, el favor de Dios, el perdón.

La cruz tiene tanta relevancia para nosotros hoy, porque seguimos con los mismos problemas, pero la buena noticia es que hay una respuesta: Cristo perdona. Quien corre al Hijo para ser refugiado, encontrará favor, misericordia, el beso de Dios. Hay un libro excelente sobre este tema, es “El conocimiento del Dios Santo”, escrito por el teólogo J.I. Packer, que recomiendo para conocer en profundidad este tema del sacrificio de Cristo y lo que significa. Cristo ofrece perdón, misericordia, bendición y todo lo bueno que Dios tiene para ofrecer al ser humano.

 

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