Formas de gobierno de la iglesia y crisis del denominacionalismo

Las tres formas tradicionales de organizar y administrar la iglesia pierden actualidad día a día.

05 DE MAYO DE 2019 · 12:00

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Tradicionalmente en  las iglesias evangélicas han existido tres tipos predominantes de gobierno: El llamado congregacional, concebido como una democracia, típica de las iglesias bautistas y congregacionalistas, con gran arraigo en la sociedad norteamericana. El modelo episcopal, con su estilo autocrático y centralizado, practicado por los anglicanos, metodistas y ortodoxos. Y, por último, la forma de gobierno presbiteriana, que guarda mucha semejanza con la democracia representativa y es propia de las iglesias presbiterianas y de algunas denominaciones pentecostales que estratégicamente se han organizado en presbiterios.

El congregacionalismo se caracteriza por la autonomía e independencia de cada iglesia o congregación. Reivindica la autoridad de la iglesia local y atribuye a la asamblea de los miembros la dirección de la iglesia local. El sistema eclesiástico presbiteriano confiere el gobierno de la iglesia a un cuerpo mixto integrado por pastores y laicos. El gobierno episcopal es manejado por una jerarquía presidida por un obispo, que supervisa las iglesias, escoge los pastores y determina y guía la visión de las congregaciones locales.

Estas configuraciones responden a un particular contexto cultural e histórico y cada vez más abundan más las iglesias que mezclan las diferentes formas de gobierno o que van incorporando nuevas modalidades. Estas instancias eclesiásticas fueron las bases del denominacionalismo, cuyo auge en el contexto moderno coincidió con la expansión del colonialismo y las misiones. Nuestra herencia evangélica está marcada por este estilo eclesial. Con el paso del tiempo las formas de gobierno de las organizaciones son más híbridas, flexibles y variadas. 

Las Asambleas de Dios, uno de los concilios pentecostales más numeroso en todo el mundo, combina el sistema de gobierno congregacional con el presbiteriano. La iglesia de Dios, otra de las principales organizaciones evangélicas establecida entre nosotros, se rige por una forma de gobierno episcopal, donde la máxima autoridad es el supervisor nacional. Sin embargo, las decisiones que afectan las iglesias locales en la práctica son cada vez más consensuadas y participativas. Lo mismo sucede en iglesias como la metodista y otras denominaciones con tradición de gobierno centralizado.

Ya hoy día no se pueden tipificar las iglesias, como se hacía antes, por las formas de gobiernos tradicionales. Vivimos una dinámica de cambios permanentes y los mismos impactan sobre todas las estructuras. Está surgiendo una nueva forma de organizar la iglesia que deja atrás estos estilos, incluso los influye y los modifica dentro de un clima a veces inocuo, pero otras veces con notables niveles de tensión. 

Para algunos el modelo tradicional de administración de la iglesia está haciendo crisis y se dice que hemos entrado en una etapa posdenominacional. La forma de organizar la vida está cambiando y las instituciones también. Las organizaciones religiosas que en cierta medida son una réplica de este ordenamiento de la sociedad, también están sintiendo el impacto del cambio.

La descentralización y la simplificación de todas las actividades de la vida, como protesta a las complejidades burocráticas, está forzando estilos eclesiásticos diferentes. Surgen ahora iglesias donde el dirigente principal, sin mucha mediación y burocratismo, está conectado con el feligrés. Son iglesias muy horizontales, descentralizadas, ágiles y de amplia integración en las actividades y que viven una dinámica de organización e integración que no viene dada por un reglamento o por la tradición. La forma de organización y gobierno se impone como una necesidad de la ocasión.

La estructura de estas nuevas congregaciones es ligera y fácil de comprender, están ligadas a una red muy flexible y espontánea. Estas nuevas iglesias crecen, se desplazan, son creativas y cambiantes. Muchas iglesias denominacionales se aproximan a este estilo y dentro de sus concilios se ven diferentes. Su capacidad de innovar es considerada como una fortaleza y su líder se proyecta con notable prestigio y autoridad. Incluso, estas iglesias han encontrado puntos de identidad estratégicos y tienen una comunicación más dinámica   con su redes o confraternidades que con su propia organización. 

Las tres formas tradicionales de organizar y administrar la iglesia pierden actualidad día a día. Vamos caminando hacia estilos diferentes. Estos cambios, algunos analistas de religión, le han llamado posdenominacionalismo.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Para vivir la fe - Formas de gobierno de la iglesia y crisis del denominacionalismo