La impronta apostólica en la iglesia local
La tarea central de los Apóstoles consistió en dar cumplimiento a la misión que el Señor Jesucristo les había encomendado personalmente.
06 DE MAYO DE 2018 · 08:00
Siguiendo con la serie de artículos en los que analizamos la presencia de la mujer en el Plan divino de Redención (01), nos toca entrar de lleno en la organización interna de la iglesia de Dios que comenzó a edificar Jesucristo en el siglo I. EL NT revela que los convertidos traían al seno de las iglesias sus tradiciones hebreas y paganas. Ya vimos que los prejuicios culturales ponían obstáculos a la naturaleza pura e igualitaria de la Buena Nueva de salvación en la vida íntima de la comunidad de fe, desde el inicio.
En el Nuevo Testamento hay pasajes clave en los que podemos aprender la revelación que Dios brindó a los Apóstoles de Jesucristo respecto de Su iglesia. Sugiero leer, como ejemplo, uno de esos escritos donde Pablo precisa de manera clara la histórica confrontación existente - aún hoy - entre el Evangelio de Cristo, y legalismo judío + idolatría pagana; entre el “poder de Dios para salvación de todo aquel que cree” (02) y el orgullo religioso que condena (03). Es el que dirige a los creyentes congregados como iglesia en Éfeso:
“Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.
Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades (la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas), para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos y a los que estáis cerca, porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.
Por eso, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo. En él todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.” (04)
Para beneficio del tema que tratamos veamos algunas enseñanzas de este inspirado texto:
En primer lugar, la iglesia de Dios es aquella que - gracias a la cruz del Calvario - nace sobre la demolición del pre-existente muro de separación entre dos antiguas concepciones. Por esa única e irrepetible magna obra de Jesucristo venimos a ser UNO en la nueva creación. Este sacrificio demostró que tanto el hipócrita legalismo religioso de la circuncisión como la ilustrada idolatría pagana, con sus vergonzosas prácticas, condenan al ser humano. Mientras ambas culturas dividieron a la humanidad en “dos pueblos” Jesucristo creó “en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre”. Es obvio que al decir ‘hombre’ se refiere aquí al ‘género humano’ que incluye por igual al varón y a la mujer. En aquellos ‘dos pueblos’ el varón consideraba a la mujer como un ser inferior, y hasta la trataba con total desprecio (05).
En segundo lugar, los creyentes nacidos por obra del Espíritu Santo somos ‘un edificio, bien coordinado’ que, gracias a ‘la principal piedra del ángulo (que es) Jesucristo mismo’, sigue siendo construido ‘para ser un templo santo en el Señor’. No se trata, entonces, de una obra arquitectónica diseñada y hecha por la mano del hombre (06), sino una sobrenatural y espiritual ‘para morada de Dios en el Espíritu’. La nueva estructura invisible goza de una rica diversidad en perfecta igualdad; y suplanta a la antigua caracterizada por sus forzadas desigualdades.
El monumental y caprichoso templo herodiano fue demolido en el 70; la iglesia que edifica Jesucristo con sus redimidos pervive como ‘morada de Dios en el Espíritu’.
En tercer lugar, el Apóstol Pedro nos alienta a mantener nuestra mirada en la piedra viva que es Cristo: “vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.” (07) Notemos que el enfoque Cristo céntrico, por el cual la obra interior del Espíritu Santo es eterna y trasciende los sacrificios materiales e inaceptables a Dios (08), contrasta radicalmente con el enfoque antropocéntrico de obras humanas, externas y temporales.
En cuarto lugar, es común escuchar la frase “Yo soy creyente, pero no me congrego”. Esto no es lo que enseña el Evangelio, pues para vivir una vida fructífera es necesario permanecer unidos con firmeza a Jesucristo y unos con otros (09). El objetivo de todo edificio se cumple si todas sus partes funcionan cooperando, no compitiendo; para no caer en individualismos que separan en lugar de unir. Los creyentes son piedras vivas en Jesucristo quien las coloca en el sitio adecuado para construir un edificio espiritual que el NT denomina ‘iglesia’, palabra que deriva del griego ‘ekklesía’ que significa ‘gente sacada fuera’, ‘apartada del resto’. No como tizones encendidos para actuar dispersos, sino juntos, para mantener el fuego encendido.
Dios no ve a sus hijos e hijas separados de Su iglesia porque nos ve a través de Cristo, nuestra única cabeza. Él nos dio ‘la mente de Cristo’ (10) para que entendamos este misterio.
Para no caer en prejuicios, es conveniente tener a mano el legado apostólico a la iglesia. ¿En qué consiste tal legado? El último libro de la Biblia al describir a la Jerusalén celestial dice:
“El muro de la ciudad tenía doce cimientos y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.” (11)
Sin cimientos ningún edificio permanece en pie. En esta visión del Apóstol Juan en Patmos, los nombres de los Doce están sobre el cimiento del muro que rodea a la ciudad celestial. La lección que podemos sacar aquí es que vamos siendo edificados sobre la base firme de las enseñanzas apostólicas que nos sirven de sustento. Ellas impiden que nos deslicemos de la verdad y caigamos en caprichosas interpretaciones privadas y parciales. Esto es lo que intenta el Engañador cuando nos instila sus mentiras para separarnos de todo el consejo divino (12).
Nuestra tarea es indagar sobre la base bíblica que tiene el orden imperante en esta obra en construcción en la cada miembro del equipo es importante.
En toda construcción las responsabilidades son distintas, pero el espíritu que permite cumplirlas es uno solo. Algunas veces lento, otras dificultoso, este proceso es ineludible si deseamos celebrar el día de la inauguración. La clave está en disfrutar mientras avanzamos juntos en el proceso constructivo.
Por lo dicho, para hacer bien una obra no se necesita una jerarquía, sino una sinergia (13). Deseamos saber si en la iglesia del siglo I había una organización jerárquica en la que el varón gozara de un primer plano que relegase a la mujer a uno secundario, como en una organización piramidal sujeta a pautas y tradiciones culturales de la época. O si, por el contrario, existían diferentes funciones que las ‘piedras vivas’ del edificio desempeñasen en un plano de igualdad gracias a la sinergia operada por el Espíritu Santo.
Lo primero que notamos en el libro de los Hechos es que la iglesia era una comunidad local. La localidad no configuraba a la comunidad; por el contrario, la comunidad influenciaba en su específico contexto geográfico. Esto es lo que leemos que ocurría con las iglesias nacientes a lo largo de la ruta misionera. Se habla de la iglesia en Jerusalén, en Roma, en Corinto, en Galacia, en Éfeso, en Filipos, en Colosas, en Tesalónica (14). Tampoco hay en todo el NT tal cosa como una iglesia regional, nacional o internacional, a nivel de organización geográfica.
Puede afirmarse que, al principio, no hubo ejemplos indicativos de una jerarquía eclesiástica a nivel global o regional. Según emana del consejo apostólico cada iglesia local funcionaba de manera independiente; sin depender de otras, de un grupo de elite, o de una sola persona.
Ningún sitio hace a la comunidad de fe; esta se hace visible - como tal - en cada una de las oportunidades que los creyentes se reúnen para adorar a Dios; o para actuar en público donde les es permitido. La iglesia es una realidad espiritual invisible allí donde haya creyentes que den testimonio de la nueva vida en Jesucristo por ser ‘sal de la tierra’ y ‘luz del mundo’ (15).
Hay quienes ven en la Biblia un manual del ‘modelo’, con instrucciones estrictas a ser adoptadas como única forma de organización eclesial. Sin embargo, frente a la enorme variedad de iglesias diseminadas por el mundo en el nombre de Cristo, no es legítimo que una de ellas asumiese el derecho de ser fiel reflejo de tal ‘modelo’ y excluyese a las demás por no parecerse a ella. Eso sería prejuzgar: hacia dentro por comisión y hacia fuera por omisión. No obstante, al ir evangelizando por todas partes, los Doce y sus colaboradores nos dan pautas sobre cómo se organizaban las iglesias locales que nacían por pura gracia divina.
La tarea central de los Apóstoles consistió en dar cumplimiento a la misión que el Señor Jesucristo les había encomendado personalmente. (16) Bautizar y discipular a los nuevos era seguido del nombramiento de ancianos en las iglesias locales para hacer continua esa tarea. Los vocablos anciano y diácono son generalmente mencionados en plural en el NT (17), y no se refieren a la edad avanzada o a cargos jerárquicos, sino a oficios de responsabilidad. Además, los términos "anciano", "obispo" y "pastor", con frecuencia se usan indistintamente en el NT. Es posible que cada iglesia normalmente tuviera una pluralidad de ancianos (18). En el AT y NT ‘anciano’ tiene varios usos; veamos algunos ejemplos agrupados:
1. Por la edad. Ejemplos: el hermano mayor del ‘hijo pródigo’; los hombres mayores que se fueron primero al ser convencidos de su pecado, en el caso de adulterio dirimido por Jesús; las personas con experiencia que en los postreros tiempos ‘soñarán sueños’; los ‘antiguos’ patriarcas de Israel; la tradición de los ancianos de lavarse las manos, frente ‘al olvido’ de los discípulos de Jesús; y las mujeres de mayor edad en las iglesias (19).
2. Por posiciones de responsabilidad. 2.1. Entre los gentiles: cuando José fue acompañado por “todos los ancianos de su casa y todos los ancianos de la tierra de Egipto” a sepultar a Israel; “los ancianos de Moab y los ancianos de Madián” que informaron a Balaam de “las palabras de Balac”. (20) 2.2. En la nación judía: Moisés reúne a los 70 ancianos cabezas de tribus y de familias para que le ayuden; los ancianos convocados por el rey David y por el rey Salomón (21). Los miembros del sanedrín (principales sacerdotes, ancianos y escribas conocedores de la ley judía) (22). Los ancianos judíos que dirigían asuntos públicos en el caso del centurión que vino a pedirle a Jesús por su siervo. (23) 2.3. En las iglesias cristianas: los ancianos que estando llamados y calificados para el servicio por el Espíritu Santo, eran designados para asumir el cuidado espiritual de las iglesias, y para supervisarlas. También se los llama obispos (episkopoi), o supervisores (presbuteroi) indicando la naturaleza de su actividad y la madurez alcanzada en su experiencia espiritual. (24) Cuando había un cierto número de ancianos en las iglesias conformaban lo que se denomina ‘presbiterio’ que significa ‘asamblea de ancianos’ donde todos son co-iguales, como el mismo Apóstol Pedro se consideraba a sí mismo con respecto a los demás (25). Hasta aquí resulta evidente que la presencia de ancianos en el presbiterio parece ser exclusivamente masculina.
Antes de cerrar este artículo, dejo algunas preguntas para reflexionar:
¿En qué medida influyeron el contexto social, político, religioso y las tradiciones culturales judías, griegas y romanas a la hora de aconsejar la organización de las primeras iglesias?
¿Podemos afirmar que Dios dejó en manos de los Apóstoles de Jesucristo la decisión de dar forma a la organización en cada una de las iglesias locales?
¿Aporta el NT suficiente material como para definir un ‘modelo’ de organización eclesial a ser respetado en todo el mundo, con independencia de los contextos históricos y culturales?
¿Qué aspectos fundamentales son tan importantes en la organización eclesial como para determinar que sólo los varones sean capacitados para cumplir con la misión de la iglesia?
¿Calificarían hoy en el funcionamiento de una iglesia local aquellas mujeres notables mencionadas en el NT para ser ‘ancianas’, o solo para ser ‘diaconisas’?
El Señor nos dé Su sabiduría y valor para responder a estas cuestiones, y mantener Su paz.
Notas
Ilustración: fotografía que muestra a un grupo reunido como iglesia en un hogar en el Brasil. Enlace: https://paoevinho.files.wordpress.com/2010/02/house-
01. Este es el noveno artículo de la serie que comenzamos el 10/03/18 con “Dios jamás discrimina a la mujer.” http://protestantedigital.com/magacin/44238/Dios_jamas_discrimina_a_la_mujer
02. Romanos 1:16.
03. Mateo 23:13-33; Marcos 7:6; Lucas 11:44; 1ª Timoteo 4:2; comparar con Levítico 26:19; 1ª Samuel 2:3; Proverbios 21:4;
04. Efesios 2:11-22.
05. Dos reputados historiadores judíos definen así esta realidad: "Aquel que se entretiene demasiado con las mujeres, se atrae el mal, descuida el estudio y terminará en el Gehena". Iosé ben Yojanán, ‘Pirké Avot, 15’. "La mujer, dice la ley, es inferior al hombre en todo. Por tanto, debe obedecer, no para ser violentada sino para ser rnandada, pues es al hombre a quien Dios ha dado el poder". Flavio Josefo, ‘Contra Apión 11, 201’. Los judíos piadosos recitaban esta oración: "Bendito sea Dios (...) que no me ha hecho nacer mujer, porque de la mujer no se espera que observe los mandamientos". Berakot 7, 18.
En el mundo griego Platón afirmó sin ambages; “en todo la mujer es más débil que el hombre". Resp. V 455 b. Para él la mujer solo tenía sentido en el matrimonio; que debía ser obligatorio pues mediante él se reproducía la sociedad. Si alguien llegaba soltero a los 35 años debía ser multado hasta que contrajera matrimonio. La dicotomía de su filosofía entre el mundo de la realidad y el de las apariencias, entre la Idea y la materia, entre la parte espiritual del hombre y su parte material, es adoptada por los gnósticos y pasa al neoplatonismo popular. La influencia de esta corriente es combatida por el Apóstol Juan. Aristóteles explica, desde un punto de vista biológico, que la mujer es "un macho fallido". Su concepto de "diversidad natural" deja a las mujeres definitivamente al margen de la vida ciudadana, aunque acepta tenerlas en cuenta pues constituyen la mitad de la población y sin ellas no sería posible la reproducción de la especie. Piensa que hombre y mujer se unen por una cuestión de necesidad y no una cuestión de elección, Pol. 1, 2, 1251 b. El Estagirita, siguiendo los pasos de su maestro, afirma que así como el alma rige al cuerpo, en la relación macho/hembra el primero debe regir a la segunda pues esta es inferior, Pol. 1, 5, 1254 a-b. Esa "inferioridad natural" aristotélica la basa en que "el macho suministra la forma y el principio del movimiento; la hembra el cuerpo y la materia". El pseudo Demóstenes afirma que el hombre ateniense tenía tres mujeres: la esposa, para darle hijos legítimos; la concubina para el cuidado del cuerpo; y la hetera para el placer, ‘Contra Neem, 122’. La vida de la mujer se desarrollaba dentro del hogar y para Aristóteles, Sófocles y Tucíclides, "el silencio era un ornato para la mujer". Estos ejemplos muestran que matrimonio y amor tenían poco que ver en el mundo griego. La sociedad romana presenta también una estructura fuertemente patriarcal. El poder del varón "se manifestaba sobre las mujeres, en una serie de imposiciones y controles a los que estaban sometidas a lo largo de toda su vida, rigurosamente organizada con vistas al fin primordial de la reproducción del grupo”, Eva Cantarella, ‘La calamidad ambigua’. Madrid, Ediciones Clásicas, 1991, (ISBN 9788478820177). Llamar 'patrón' al marido no es excesivo, “pues los modos de adquisición de la potestad sobre la esposa son similares a los modos de adquisición de la propiedad de las cosas", ‘Ley de las XII Tablas’. Un romano adquiría la propiedad de cosas muebles, con el uso de un año; dos años para las inmuebles. Adquirir todos los derechos sobre una mujer requería haberla usado un año. Resulta poco menos que imposible imaginar lo que padecieron las iglesias en este dominante contexto judaico, griego y romano en el que irrumpió el Evangelio.
06. Hechos 17:24,25.
07. 1ª Pedro 2:5.
08. Oseas 6:6; Mateo 9:13; 12:7.
09. Juan 15:5; 1ª Corintios 1:10; Hebreos 10:24,25.
10. 1ª Corintios 2:16.
11. Apocalipsis 21:14. Debe maravillarnos la decisión de Dios de honrar con sus nombres a esos doce hombres que lo dieron todo, hasta sus vidas, por amor de Jesucristo. Diferentes entre sí, fueron transformados por el Espíritu para agradar a Aquél que los llamó a ser agentes de cambio en el mundo. No se entiende que haya hombres que hoy se arroguen el ser ‘Apóstoles’ como los Doce, y gocen con las reverencias que le dispensan sus acólitos.
12. Juan 8:44; Efesios 4; 25; comparar con Salmos 101:7; Proverbios 6:16-19; 14:5, 25; 19:5, 9; Amós 2:4; y con la declaración del Apóstol Pablo en Hechos 20:27 “no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios.” Pedro respetó a Pablo, aun habiendo tenido enfrentamientos, y serle difícil entender algunos de sus escritos, 2ª Pedro 3:14-16.
13. Sinergia: en fisiología es la participación activa y concertada de varios órganos para realizar una función; por ejemplo para respirar se necesita la sinergia de los órganos que constituyen el sistema respiratorio. En logística es la unión de varias fuerzas, causas, etc., para lograr una mayor efectividad. Richard Buckminster Fuller (1895-1983), matemático, filósofo y creativo arquitecto nacido en EE.UU. creó el término ‘sinergética’ para denominar al estudio de las diferencias y relaciones existentes en todos los aspectos de la realidad: el microcosmos humano y el macrocosmos universal, el diseño ideal y lo realizado físicamente, el contenedor y el contenido, el observador y el observado, el uno y los muchos. Su enfoque recién ahora comienza a ser tenido en cuenta en las investigaciones científicas, artísticas, filosóficas y teológicas. Una herramienta ideal para estudiar la relación mensaje-mensajero.
14. Además, en Apocalipsis 2 y 3 las siete iglesias son mencionadas “en” su localidad de asiento.
15. Mateo 5:13-16.
16. Ibíd. 28:16-20;
17. Hechos 14:23; 20:17; Filipenses 1:1; 1ª Timoteo 3: 8-13; 5:17; Tito 1:5, 7.
18. Del griego ‘presbuteros’ (πρεσβύτερος), adjetivo, en grado comparativo de ‘presbus’: anciano.
Anciano y presbítero se traducen del griego Presbutes (πρεσβύτης), del verbo ‘presbios: ser anciano, embajador’; derivados todos de ‘proeisbano: estar muy adelantado’.
19. Se usa el adjetivo masculino en Lucas 15:25; Lucas 15:25; Juan 8;9; Hechos 2:17; Hebreos 11.2; Mateo 15:2; Marcos 7:3,5; y el adjetivo femenino en 1ª Timoteo 5:2.
20. Génesis 50:7; Números 22:7.
21. Números 11:16; Deuteronomio 27:1; 2ª Samuel 5:3; 1ª Reyes 8:1.
22. Mateo 16:21; 26:47.
23. Lucas 7:3.
24. Hechos 20:17, 28; Tito 1:5, 7.
25. Del griego ‘presbuterion’ (πρεσβυτέριον); ver 1ª Timoteo 4:14. También era el consejo o senado de los judíos; ver Lucas 22:66; Hechos 22:5; 1ª Pedro 5:1. Esta actitud de Pedro contrasta con la de la mayoría de los que lo erigieron como el ‘primer papa’ e idearon la sucesión papal en la ICAR.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Agentes de cambio - La impronta apostólica en la iglesia local