La pasión por el Evangelio de los jóvenes cristianos iraníes
Pese a que la Biblia es ilegal y las reuniones de jóvenes están prohibidas, muchos jóvenes siguen teniendo encuentros profundos con Cristo.
24 DE SEPTIEMBRE DE 2017 · 18:51
La juventud en Irán está perdiendo el interés en el islam. Y, pese a que la Biblia es ilegal y las reuniones de jóvenes están prohibidas, muchos jóvenes siguen teniendo encuentros profundos con Cristo. Hace poco, un grupo de jóvenes iraníes recién convertidos se reunió en absoluto secreto para compartir sus experiencias, recibir discipulado, pero sobre todo para alabar juntos al Señor. ¿Cómo es eso de ser joven y cristiano en Irán hoy en día? Nos lo cuenta un compañero de Puertas Abiertas que estuvo presente en esta reunión.
Destinados a vivir su fe en solitario
Va cayendo la tarde en el hotel en el que nos encontramos. Un grupo de jóvenes con vaqueros y zapatillas de deporte de colores llamativos se sienta alrededor de una mesa. Ya han terminado la comida, pero la conversación continúa. Marjan*, de 23 años, comenta los problemas a los que se enfrenta en su vida diaria como cristiana en una ciudad estrictamente musulmana. Los otros intervienen, algunos con sus propias experiencias, otros con respuestas a las preguntas de Marjan.
Estar así sentados, juntos, compartiendo sus vidas como cristianos con compañeros, es raro e incluso nuevo para los jóvenes que hoy se sientan alrededor de la mesa. Viven en Irán, donde las autoridades hacen casi imposible que los grupos de jóvenes cristianos existan.
“¿Quién soy?” y “¿cómo vivir mi vida como joven cristiano?” son preguntas que los creyentes jóvenes de todo el mundo se preguntan, pero que para los jóvenes cristianos iraníes resulta a menudo imposible debatir cara a cara con sus compañeros. No pueden conseguir libros cristianos y a veces no tienen ni una Biblia propia. Aref*, de 25 años, comparte cómo su discipulado fue interrumpido cuando su líder fue arrestado. Aquí, en este lugar seguro para reunirse, hay dos maestros dándoles un curso de discipulado sobre estos temas.
Nagmeh*, una joven de 22 años con un corazón por el cuidado pastoral, toma apuntes con fervor durante las sesiones de formación. “Mi vida espiritual iba cuesta abajo antes de venir aquí, pero esta conferencia me ha inspirado para servir al Señor con pasión otra vez”. Es la única que cuenta con un grupo de jóvenes en su hogar. Tras la conferencia regresará a Irán para compartir las valiosas lecciones que ha aprendido esta semana junto a otros jóvenes creyentes. Señala sus apuntes y dice: “quiero compartir todo lo que he aprendido con los demás jóvenes de mi comunidad”.
Alabando en libertad, al menos por un tiempo
A la vista está que los jóvenes disfrutan de estar en compañía de otros que viven su misma situación. Comparten las alegrías de la vida y también las tristezas. La persecución, la discriminación e incluso la violencia a las que se enfrentan cada día. Pese a los desafíos, tienen gran sed del Señor. Quieren ser luz para el mundo. Y eso es algo que también comparten, algo con lo que quieren inspirarse unos a otros.
“Perdí a algunos de mis amigos cuando se enteraron de que era cristiana”, comparte Kyana*, de 17 años. “Dejaron de invitarme porque pensaban que era diferente a ellos y que no debería pertenecer a su grupo”. Pero Kyana no se rindió: “le hablé de mi fe a algunos amigos individualmente. ¡Dos de ellos también se convirtieron!”
Mahvash* tiene 22 años y es enfermera. Muestra su fe de una manera muy diferente. Mientras que muchos de sus compañeros no hacen más que lo estrictamente necesario, Mahvash tiene una actitud distinta. Trata a sus pacientes con amor, habla con ellos y hace un esfuerzo extra para cuidarlos. “Cuando mis compañeros me preguntan por qué hago más de lo que se me pide, simplemente les hablo del amor que siento por mis pacientes. Y les digo que oro por cada uno de ellos”.
Por la noche, los sonidos de una melodía silbante y de un piano fluyen desde el aula. Kyana cierra los ojos y une su voz con pasión a la canción de alabanza que compuso ella misma. Esta es la sesión que todos esperan con impaciencia cada día: la velada de alabanza. Aquí pueden alabar con libertad, sin el miedo de que sus vecinos los denuncien a la policía. “Cuando alabamos juntos siento que mi relación con el Señor se renueva”, dice Mozhgan*, otro de los jóvenes presentes.
El último día de seminario, los jóvenes comparten el pan y el vino para recordar la muerte de Jesús en la cruz. Después, oran como grupo por cada uno en particular antes de volver a sus hogares. Estas reuniones no solucionan sus problemas, pero les dan las fuerzas que necesitan para continuar firmes en el Señor en medio de esos problemas. Y los inspira a no quedarse sentados, sino a convertirse en portavoces y líderes en las reuniones de hogares que crecen rápidamente en Irán.
*Todos los nombres han sido cambiados por motivos de seguridad
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - En Tierra Hostil - La pasión por el Evangelio de los jóvenes cristianos iraníes