A griegos y bárbaros soy deudor

Se escribe por amor a los lectores o por otros intereses. Amamos a Dios o al dinero; amamos a la Palabra de Dios o a la nuestra. Nos guste o no reconocerlo, somos lo que escribimos.

23 DE ABRIL DE 2017 · 08:50

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En su Día Mundial, y como homenaje al gran generador de amigos que es el libro, comienzo este artículo (01) con un interesante párrafo que leí sobre el maltrato de nuestro idioma:

Muy atinadamente se pone énfasis en el dominio de las reglas ortográficas y gramaticales, en la necesidad de enriquecer el vocabulario y emplear modos que denoten cortesía y respeto (...) La lengua castellana es especialmente rica, precisamente por el sabor que le ponen en cada sitio los hablantes. Cuidemos con cariño y respeto al sabroso español que hablamos en Cuba. Seamos lo que hablamos y hablemos lo que somos.” (02)

Me gustó ese texto. Nuestra lengua materna es la segunda más hablada en el planeta (03). Los numerosos localismos del mundo hispanohablante producen un volumen literario de enorme variedad e influencia. Esta cualidad de nuestro idioma nos obliga a leer mucho más y así comprender mejor aquellos usos y costumbres que desconocemos. En el primer artículo decía ‘somos lo que hablamos’ (04) y decir ‘hablamos lo que somos’ hace más comprensible esa verdad. Nuestro conocimiento científico y nuestra fe práctica deben ir de la mano; de lo contrario viviremos en una dicotomía permanente; y esto crea gran confusión.

Los caminos alternativos propuestos por los autores posmodernistas compiten descaradamente con el Evangelio de Jesucristo, nuestro único camino (05). Esto se hace palpable, en tanto reflexionemos sobre lo que leemos y escuchamos a diario. De cualquier manera, es un hecho que hablando o escribiendo siempre terminamos ofendiendo a los demás (06).

Tomemos por ejemplo el vocablo ‘barbaridad’ cuyas dos primeras acepciones refieren al dicho o hecho que causa sorpresa y rechazo por ser especialmente torpe, equivocado o exagerado; y a la acción desmesurada y desproporcionada que se realiza con brutalidad o violencia (07).

Hablar o escribir aplicando a otros este calificativo (como cualquier otro peyorativo) exige mucha cautela, puesto que por el denominado efecto ‘boomerang’ podemos caer víctimas de nuestra propia acción.

Ocurre que esa locución es usada con sentido elogioso en mi país natal (08). Sin embargo, se debe evitar decir en cualquier sitio ‘los argentinos son bárbaros’ (09); si se hiciese, la defensa de los nativos emprendida en plena Conquista por el valiente fraile domínico Bartolomé de las Casas sería un fracaso. Por el contrario, ella lo convirtió en el precursor europeo de la Declaración universal de los derechos humanos (10).

Nuestra habla desnuda lo que somos; y lo que somos lo expresamos con nuestra boca y con nuestra conducta. De hecho, ninguno se libra de necesitar correcciones (11), porque nunca terminamos de aprender a lo largo de esta vida. La clave está en tener voluntad para aprender y no creernos maestros; lo que requiere buenas dosis de humildad (12), esa tan escasa como incomprendida virtud.

Recuerdo a menudo al Apóstol Pablo en su consejo a los efesios sobre la necesidad de hablar y conducirnos respetuosamente con los demás (13). El Apóstol a los gentiles se consideró deudor tanto de los griegos (sabios) como de los bárbaros (indoctos) (14). La de Pablo fue una deuda de amor que nos reta a saber para quién o para qué hablamos o escribimos.

Jesús expuso la hipocresía de los fariseos que fingían ser lo que no eran; exigían a los demás hacer lo que ellos decían, pero no hacían. No toleraron ser superados en el habla por un ignoto ‘hijo de carpintero’ (15); y se confabularon para acusarle y matarle. ¡Vaya venganza!

 

El hombre está en estado de rebeldía contra Dios

Promover la separación entre el autor y su obra, entre el ser y el hablar, es un acto de rebelión. Se ataca a la Escritura y a la revelación enseñando prejuicios y medias verdades. El que se erige a sí mismo en mensajero de Dios, le usurpa a Dios la autoridad de elegir sus mensajeros.

Uno de los escogidos, a punto de ser enviado por Dios a los israelitas que eran esclavos en Egipto, le pidió con preocupación:

Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.” (16)

Otro de los escogidos por Dios para escribir Sus palabras explica así el Propósito divino:

Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.” (17)

Este maravilloso llamado lo hace el Único que es hoy el mismo que era en la Antigüedad y será en el futuro. Tiene autoridad para elegir al mensajero que nos habrá de transmitir el mensaje, explicándonos con qué fin hace lo que hace.

Aquí apreciamos el sentido único de la revelación: desde el Santuario eterno arriba, hacia el espacio-tiempo abajo, donde estamos separados de Él por causa del pecado. El que ES elige al que va a utilizar en una misión. Entonces, no pasa de ser una mera suposición afirmar que Dios nos responsabilizará por encontrar o no su revelación en la Biblia y en Jesucristo. Es Él quien nos la envía, porque desea y puede religarnos por la eternidad. La recibimos por gracia.

La Palabra de Dios hace lo que Él quiere con quienes Él quiere. Y vuelve a Él - nunca vacía - llevando la gloria con la que es prosperada al cumplir con su santa misión.

Así opera la revelación salvífica y santificadora provista desde antes de la Creación. Notemos bien que aquí no intervienen la casualidad ni la iniciativa humana; tampoco es una recompensa, sino una dádiva divina totalmente inmerecida por los pecadores.

Iniciamos esta serie mostrando que el autor de ‘El Verbo NO se hizo Escritura’ (18) introduce un sentido contrario al de la revelación. En el primero de sus siete puntos separa de la Escritura tanto a la revelación como a Jesucristo; y justifica su acción afirmando que El mismo Lutero diferenciaba entre ambas’. Y cita así al reformador:

Cristo es el Señor de las Escrituras y todas las obras… Entonces no me importa si me presentas con un millar de textos de las Escrituras que apoyan la justicia de las obras contra la justicia de la fe, y clamaras que con todo eso la Escritura está en mi contra. Pues tengo al autor y Señor de la Escritura conmigo”.

Parece de oportunistas citar al monje agustino cuando está en boca de todos por ser el año del 500º aniversario de la Reforma. Más aún, no es ético copiar y pegar un párrafo de terceros para justificar una idea propia no probada. Esta práctica no recomendada es el resultado de separar el contenido de su continente. Demás está decir que tampoco se honra a Lutero con ello.

Estrictamente hablando, está escrito en un momento histórico (siglo XVI) y un lugar geográfico (el Sacro Imperio Romano Germánico) y, en primer lugar, refiere a la revelación recibida por Lutero al estudiar y obedecer la Escritura: ‘El justo por la fe vivirá’ (19). Fue tal su conmoción y gozo, que el Espíritu le impulsó a compartirla. Pronto quedó en claro que no aceptaría la presión del Vaticano sobre la nobleza para comprar la salvación eterna con fortunas o territorios. ¿Qué sería de los pobres? Esta injusticia despertó en él el inmenso valor de denunciarla.

En su típico humor, el reformador reaccionó frente a los que lo trataron como a bárbaro y le acusaron de hereje. Lutero hizo todo lo contrario a los posmodernistas: no separó entre revelación y escritura, pues - para él - ambas tienen un mismo y solo Autor. Con ello está dando un fuerte testimonio personal del indestructible vínculo existente entre Dios, la Escritura, la Revelación y él como apologeta del Evangelio.

Lejos del Magisterio eclesiástico que (aún hoy) justifica con la Biblia una pseudo doctrina de la salvación, Lutero denuncia a los que dicen que la salvación es por iniciativa, decisión, esfuerzo y obras humanas. Y se los dice sin vueltas, porque defiende el Evangelio frente a los que hacen decirle a las Escrituras lo que estas no dicen. No hay persona más sabia que la que estudia las Escrituras en espíritu de oración. Cuando quiere, el mismo Espíritu que le insufló sentido y vida le envía a ella revelación; para que la Palabra cumpla así el propósito del Autor que la envió.

Sirva este modesto escrito como homenaje a la Biblia, en el Día Mundial del Libro. DM con el próximo concluiremos con esta serie.

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Notas

01. La serie comenzó con ‘¡Que no nos quiten el buen tesoro del corazón!’, el 02/04/2017.

02. Loly Estévez, periodista cubana. Enlace: http://www.revistasexcelencias.com

03. La primera es el chino mandarín. Enlace: https://www.fayerwayer.com/2009/11/espanol-segunda-lengua-materna-en-el-mundo-y-tercera-en-internet/

04. Enlace: http://protestantedigital.com/magacin/41880/Palabra_de_Dios_versus_palabras_de_hombres

05. Juan 14:6; comparar con Proverbios 14:12; 16:25; Isaías 59:4-8; Santiago 5:20.

06. Santiago 3:2.

07. Barbaridad: 1. f. Cualidad de bárbaro. 2. f. Dicho o hecho necio o temerario.

Enlace: https://www.google.es/search?q=ostias&ie=utf-8&oe=utf-8&client=firefox-b&gfe_rd=cr&ei=Ksn5WKTsH-as8wfB95GoBQ#q=barbaridad

08. Bárbaro es un exónimo peyorativo que procede del griego (βάρβαρος) y su traducción literal es "el que balbucea". Los antiguos empleaban el término para referirse a personas extranjeras, que no hablaban griego y latín, y cuya lengua extranjera sonaba a sus oídos como un balbuceo incompresible u onomatopeya (bar-bar- similar a bla-bla-bla). Más adelante, una euro céntrica visión de las sociedades primitivas, denominó barbarie a un estadio de evolución cultural de las sociedades humanas, intermedio entre el salvajismo y la civilización. En Argentina, ‘bárbaro’ es algo extraordinario, fuera de lo común, positivo o muy bueno: “Mi profesor estuvo bárbaro con su explicación sobre la Segunda Guerra Mundial”; “Ganó el último torneo Pasapalabra porque sabía una barbaridad”.

09. Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) padre de la escuela pública argentina, en ‘Civilización y barbarie’, demostró cómo tenían vigencia (y aún tienen en nuestras sociedades), esos prejuicios por los que los inmigrantes reciben un trato diferente dependiendo de su país de origen. Tan arraigado está en nuestra vida social el término ‘barbarie’ (y sus derivados), que lleva a ubicar a ciertas culturas sobre otras jerárquicamente, sin asumir sus diferencias como aspectos que puedan enriquecerlas mutuamente. Tal es así que ciertas personas provenientes de países de bajo poder adquisitivo, son vistas como seres inferiores y condenados a realizar labores en condiciones poco propicias, mientras que otros son tratados como “señores” tan sólo por el color de su pasaporte o tamaño de su billetera. Esta idea tan difundida como discriminatoria queda al desnudo cuando hablamos y escribimos.

10. https://www.academia.edu/7342189/The_Valladolid_Debate_and_Human_Rights_Research_and_text_by

11. La Filología es la ciencia que estudia los textos escritos y, en ellos, la estructura y la evolución de una lengua y su desarrollo histórico y literario, así como la literatura y la cultura del pueblo o grupo de pueblos que los han producido. No necesitamos ser filólogos para escribir bien. Pero, es de cautos estudiar antes de escribir.

12. Persona humilde: la que no hace ostentación de sus virtudes. Salmo 147:6; Proverbios 11:2; 16:19; Isaías 66:2; Zacarías 9:9; Mateo 11:29; Romanos 12:16; Santiago 1:9; 4:6.

13. Efesios 5:1-17.

14. Romanos 1:14.

15. Mateo 13:55; Marcos 6:3.

16. Éxodo 3:13,14.

17. Isaías 55:7-11.

18. http://protestantedigital.com/magacin/41731/El_Verbo_no_se_hizo_Escritura

19. Gálatas 3:11.

20. http://protestantedigital.com/magacin/41880/Palabra_de_Dios_versus_palabras_de_hombres

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