Cuando la mirada de un hombre se desvía

Trágicamente, la mayoría de los hombres no admite que tiene un problema hasta que ya ha sido atrapado por ello. Pero no tiene por qué ser así: hay salida del pantano de la autodestrucción sexual.

05 DE SEPTIEMBRE DE 2015 · 21:55

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1. Tensos por las exigencias de la vida

El hombre detrás del escritorio estaba inquieto. No veía la hora de que el día llegara a su fin. Aunque era bueno en su empleo, ya no se dedicaba con entusiasmo. Antes, pensaba que su trabajo presentaba desafíos y le brindaba satisfacciones. Ahora, simplemente le aburría. Vivía con una sensación constante de que seguramente había algo más en la vida que la rutina de ir a trabajar y llegar a fin de mes.

Faltaba algo importante en su vida… pero no sabía qué. Ya ni se acordaba cuándo había empezado a vivir por inercia: en su vida familiar, su fe e incluso sus actividades de ocio.

Cuando se dejó caer frente a su ordenador en casa, el deseo de huir y el anhelo de aventuras llevaron su atención en una dirección conocida. Imágenes prohibidas habían estado dándole vueltas en la mente todo el día, y ahora eran lo único en lo que podía pensar. Una vez que se conectó a Internet, entró en direcciones conocidas que, finalmente, lo llevarían a sitios en la red donde ya había estado muchas veces.

Cuando las imágenes comenzaron a cargarse en la pantalla, supo que no había marcha atrás. Sintió una ráfaga de entusiasmo mientras navegaba de página en página. Esa adrenalina era placentera. Mirar imágenes sexualmente explícitas hacía que su aburrido corazón se volviera a sentir vivo. El alivio venía con facilidad mientras estaba absorto en su propia fantasía.

Durante unos breves momentos, disfrutó de la euforia pasajera. Pero luego, la vergüenza irrumpió como una tormenta violenta. Se sintió sucio y débil. Con un profundo suspiro, se cubrió el rostro con las manos. No podía creer que lo había vuelto a hacer.

En cierto grado, sabía que su problema estaba fuera de control. Quería buscar ayuda, pero se sentía demasiado avergonzado. ¿Qué pensarían los demás de él? ¿Cómo podría decir la verdad alguna vez? Temía perder todo aquello que significaba algo para él y, sin embargo, no sabía cuánto tiempo más podría seguir llevando una doble vida.

Asqueado consigo mismo, prometió que lo dejaría. Así era como generalmente trataba de resolver su confusión interior. Le rogaba a Dios que le perdonara y prometía que esta vez hablaba en serio. Casi se creyó la ya gastada frase, pero, muy en el fondo, sabía que no sería para siempre. Si no había un cambio, solo era cuestión de tiempo antes de que volviera a caer en la tentación.

Tristemente, la historia de este hombre es algo muy normal. Muchos cargan un oscuro secreto que los deshonra y envenena sus relaciones interpersonales.

Parece que el público se está haciendo cada vez más consciente del problema. Pero a la comunidad cristiana le falta mucho camino por recorrer para reconocer el alcance de este cáncer dentro de su propio terreno. La verdad es que una multitud de hombres cristianos, tanto jóvenes como adultos, y de todas las profesiones y condiciones sociales, miran con frecuencia imágenes sexualmente explícitas.

No todos los hombres que han visto pornografía son adictos a ella, pero muchos sí. Y cualquiera que eche una mirada ocasional o se tope con ella accidentalmente está en peligro de caer en el vicio.

Trágicamente, la mayoría de los hombres no admite que tiene un problema hasta que ya ha sido atrapado por ello. Algunos, en su necedad, creen que tienen el control de su hábito. Otros se sienten impotentes y descontrolados, y viven en un confinamiento solitario por elección propia. Pero esto no tiene por qué ser así. Hay una salida del pantano de la autodestrucción sexual.

Si luchas con la tentación de ver material pornográfico o conoces a alguien atrapado en este problema, nuestra intención es comunicar que no estás solo. Juntos, tomaremos una mayor conciencia del problema de la pornografía y de los múltiples aspectos de la lucha de un hombre contra la tentación de ver imágenes sexualmente explícitas. Y, gracias a la resurrección de Aquel que sacrificó su vida por nosotros, también descubriremos que hay una manera de que un hombre sea restaurado a la gloria y vida originales para las que Dios lo creó desde el principio (Romanos 6:4).

 

¿QUÉ ES LA PORNOGRAFÍA?

Con los años, nuestra cultura secular ha relajado su definición de lo que es la pornografía. Lo que hace 30 años solía considerarse como material exclusivo para adultos, ahora suele clasificarse para menores acompañados o incluso para mayores de trece años. Aunque puede que algunos ajusten sus criterios para que encajen con sus propios deseos, este librito define como pornografía cualquier imagen o descripción de desnudos o actividades sexualmente gráficas que se hace y se ve para propósitos de provocar excitación y comportamientos sexuales inapropiados.

Por supuesto, no todas las descripciones o imágenes de desnudos y comportamiento sexual (como los que se encuentran en material educativo o libros de texto médicos) son pornográficos. Incluso el Cantar de los Cantares de Salomón, en el Antiguo Testamento, contiene metáforas gráficas de interacción sexual entre un hombre y su esposa. Pero, a diferencia de la pornografía, la intención es enseñar acerca del diseño de Dios para la sexualidad humana, no inflamar la inmoralidad sexual.

Existen varias formas de pornografía. Este librito no tratará algunas de las formas más aberrantes existentes. El enfoque aquí será sobre dos de las formas de pornografía más comunes:

La «blanda» y la «dura».

La pornografía blanda presenta mujeres desnudas o escasamente vestidas. Destaca los senos y los órganos genitales pero no muestra relaciones sexuales. La pornografía dura incluye todo lo antes mencionado, pero también muestra diversos tipos de relaciones sexuales, forzadas o espontáneas, entre dos o más personas.

Los productores de imágenes exclusivas para adultos tienen mucha experiencia en cómo aprovechar los recursos de la tecnología más avanzada para ofrecer su producto. Cuando la televisión por cable se hizo más popular en la década de 1970, los pornógrafos comenzaron a abastecer los televisores con imágenes sexualmente explícitas. Cuando el uso de reproductores de vídeo comenzó a incrementarse en la década de 1980, la industria pornográfica rápidamente dejó la cinta de película de 16 mm para introducirse en las cada vez más populares cintas de vídeo. Los «aficionados» también comenzaron a usar videocámaras para hacer y vender videos caseros sexualmente explícitos. Y, con la popularidad de la televisión por cable y satélite, y la difusión de Internet en las décadas de 1990 y 2000, la pornografía se ha propagado agresivamente en la televisión y en las pantallas de los ordenadores a nivel mundial.

Sin embargo, la venta de pornografía quizá no se hubiese convertido en la floreciente industria que es hoy de no ser por una decisión tomada por la Corte Suprema de los Estados Unidos en 1973. Ese año, la Corte Suprema resolvió que la pornografía estaba protegida por la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos. En poco tiempo, la industria de películas para adultos creció hasta llegar al enorme tamaño que tiene hoy.

 

EL TAMAÑO DE LA INDUSTRIA DE LA PORNOGRAFÍA

El dinero proveniente de la pornografía. Vender pornografía es un gran negocio. En los últimos 40 años, la industria de la pornografía se ha disparado a nivel mundial, y las cifras son espeluznantes. Se ha informado que las ventas en la industria del sexo para el año 2006 fueron de 97.000 millones de dólares. Y eso no toma en cuenta las ganancias no declaradas.

La disponibilidad de la pornografía. En Estados Unidos, la cantidad de librerías para adultos y otros puntos de venta para la pornografía dura sobrepasa a los restaurantes de la franquicia McDonald’s en casi 3 a 1. El material pornográfico puede conseguirse fácilmente en cualquier parte. Se vende en las gasolineras, en las tiendas de comestibles y en los hoteles. Además, Internet ha llevado la pornografía a otro plano. Ya han quedado atrás los días en que los hombres tenían que dejar sus hogares o sus empleos para encontrar imágenes sexualmente explícitas. Con solo un clic, aquellos con acceso a Internet tienen el «lujo» de seleccionar entre más de 4,2 millones de sitios pornográficos en la red.

En los últimos años, los dispositivos móviles pueden descargar y mostrar vídeos para adultos. Los ingresos anuales provenientes de la pornografía en la telefonía móvil a nivel mundial están creciendo rápidamente y se espera que pronto lleguen a varios miles de millones.

El consumo de la pornografía. Se estima que más de 40 millones de adultos en Estados Unidos visitan con regularidad sitios pornográficos en Internet. En 2005, el 55% de las películas que se alquilaron en los hoteles eran pornográficas. En 2002, uno de cada cuatro norteamericanos adultos que fueron encuestados admitió haber visto una película para adultos en el año anterior.9

Los estudios muestran que el uso de la pornografía en la comunidad cristiana es igual de desenfrenado. Algunos estiman que alrededor de un 70% de los cristianos lucha con la pornografía. Según un estudio publicado por la revista Leadership Journal, en marzo de 2005, el 57% de los pastores dijo que la adicción a la pornografía es el problema sexual más dañino en sus congregaciones.

En otra encuesta, el 51% de los pastores afirmó que la pornografía cibernética es una tentación personal, y el 37% admitió que es una lucha real y actual.

Es importante que seamos conscientes de los peligros potenciales con el material sexualmente explícito que está más accesible y que se ve con más frecuencia que nunca.

 

(Continuaremos en próximos artículos.)

(Artículos extraídos y adaptados del librito Cuando la mirada de un hombre se desvía, de Jeff Olson, publicado por Ministerios Nuestro Pan Diario en su serie Tiempo de Buscar. Puedes encontrar este y otros libritos sobre diferentes temas en: http://nuestropandiario.org/2009/09/serie-tiempo-de-buscar/

Puede descargar el libro directamente aquí.

Si deseas más información, puedes escribirnos a [email protected].

 

 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Intimidad con Dios - Cuando la mirada de un hombre se desvía