Israel: del Holocausto al sionismo

Los judíos ortodoxos siempre han sostenido que nadie debe confundir el Israel de Dios con el de los hombres.

09 DE AGOSTO DE 2014 · 22:00

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“La sed de sangre del régimen de Israel parece insaciable, ya que no respetó una tregua de 72 horas, declarada el viernes en la Franja de Gaza”, dijo hace pocos días el primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan (1). Vimos ya que, con la Declaración Balfour, el Gobierno Imperial Británico se había comprometido desde principios del siglo 20a favorecer la creación de un ‘hogar nacional judío’ (2)en tierra de Palestina, sin perjuicio de los derechos religiosos y civiles de las comunidades no judías allí existentes, o los derechos y la condición política que gozan los judíos en cualquier otro país del mundo. El ministro Balfour no pudo ocultar lo arbitrario de su propuesta. Su fallo habría sido exactamente igual de arbitrario si hubiese favorecido la creación de un ‘hogar nacional musulmán en Palestina’ asegurando los derechos a los judíos. Por otra parte, algo improbable que sucediese pues sabemos que primó la amistad de Balfour con el Barón Rothschild, banquero y poderoso protector del sionismo. El pensamiento árabe Frente a la añeja promesa británica y “la larga sucesión de persecuciones antisemitas que encontraría su atroz apogeo en los hornos crematorios hitlerianos”(3)los árabes recordaban que la matanza de judíos se había llevado a cabo por parte de las naciones cristianas de Europa, por lo que no existían razones para que el Islam sufriese las consecuencias. Protestaron a quienes quisieran escucharles “diciendo que era sobre aquellas naciones que debía caer el castigo y no sobre ellos.” (4) Pero no quedaban allí; decían que los “700 años de ininterrumpida ocupación les parecían un derecho infinitamente más justificado para reivindicar su tierra que los lejanos lazos históricos de los judíos.”(5) Sus hipótesis eran difíciles de contradecir; mas aún cuando afirmaban que la promesa del ministro Balfour no era “más que un mero acto de imperialismo. Inglaterra tomaba una hipoteca sobre el futuro del territorio sin poseer ningún título” y esa arbitrariedad les era “impuesta a los árabes que representaban, por entonces, el 92% de la población local.”(6) Estaban convencidos de que el conflicto palestino era una prolongación de la época marcada por el sistema colonial que les habilitaba a las potencias europeas obrar a su antojo con los pueblos afroasiáticos y latinoamericanos. Decididamente en contra de cualquier repartición territorial los árabes propusieron una solución que era inaceptable – ahora para los judíos - consistente en la creación de un solo estado árabe donde los judíos gozarían en minoría de los mismos derechos que los musulmanes. El pensamiento judío No es posible sintetizar para beneficio del lector y del objetivo de esta modesta serie el ideario judío que tiene como objetivo el regreso masivo a la tierra ancestral. Hecha la salvedad, diremos que viene en nuestra ayuda el histórico papel que juega Teodoro Herzl (7) considerado padre del sionismo político y propulsor del establecimiento del estado de Israel en Palestina. Algunos párrafos de sus extensos escritos definen el pensamiento de quien se constituyó en el prócer del Israel moderno. Hubo una etapa en su corta vida en la que asumió el hecho de ser parte de ‘la cuestión judía’, esa estigmatización que todo judío debe aceptar o rechazar, y quedar de por vida marcado por ello: "La cuestión judía persiste donde viven judíos en cantidad considerable. Dondequiera que no exista, es llevada junto con los inmigrantes judíos. Nosotros, naturalmente, somos arrastrados a lugares donde no somos perseguidos, y nuestra aparición da lugar a la persecución. Éste es el caso, y será inevitable así, en todas partes, incluso en países altamente civilizados -véase, por ejemplo, Francia- siempre que la cuestión judía no se resuelva en el plano político. El infortunio del pueblo judío ahora se está transportando y sembrando la semilla del antisemitismo en Inglaterra, y ya lo han introducido en América.” (8) Su auto victimización es sinónimo de la cultura judía. A lo largo del AT leemos de los planteos que le hacían a Dios los de Israel cuando debían enfrentarse con una tarea pesada o un enemigo poderoso (9). Por eso, no deja de llamar la atención el cambio notable del pensamiento de este hombre que, según alguna fuente biográfica, asistió de niño a una escuela evangélica pues allí no eran acosados como en la escuela secular. Convertido al sionismo después del caso Dreyfus en Francia (10), y convencido de que no podrían superar el odio y persecución anti judíos, abrazó la tesis del regreso a la tierra donde se convertirían en una nación fuerte; anhelo que transformó en un detallado plan propio de un consumado estadista. “Cuando ocupemos el territorio, debemos ofrecer beneficios inmediatos al estado que nos reciba. Debemos expropiar con cuidado la propiedad privada en el estado que se nos ha asignado. Intentaremos desplazar a la población pobre que está a lo largo de la frontera, procurando empleo para ella en los países de tránsito, al tiempo que le negamos el empleo en nuestro país. Los propietarios vendrán a nuestro lado. Tanto el proceso de expropiación como el de la eliminación de la pobreza deben ser llevados a cabo de forma discreta y con prudencia. Permitamos a los propietarios creer que nos están engañando, vendiéndonos las cosas más caras de lo que en realidad valen. Pero nosotros no les vamos a revender nada... Debemos vender solo a judíos, y todo intercambio de bienes raíces debe realizarse solo entre judíos. No es necesario decir que debemos tolerar respetuosamente a la gente de otras religiones y proteger su propiedad, su honor y su libertad con las más severas medidas de coerción. Ésta es otra área en la que debemos mostrar al mundo entero un magnífico ejemplo... Debe haber muchos propietarios inamovibles en áreas individuales (que no vayan a vendernos su propiedad), debemos simplemente dejarles allí y desarrollar nuestro comercio en dirección a otras áreas que nos pertenezcan a nosotros.”(11) Sin embargo, su tesís no fue recibida por todos los judíos con el mismo reconocimiento. En el extremo opuesto se ubicaron los judíos ortodoxos quienes - hasta hoy – sostienen que nadie debe confundir el Israel de Dios con el de los hombres. Esa posición bíblica judía es descrita por Gabriel Albiac, un sionista español contemporáneo: “Hasta el día de hoy en Israel, los sectores más literalistas del judaísmo de tradición mesiánica rigurosa siguen rechazando la legitimidad de un Estado constituido sin participación trascendente alguna. Porque, para un ‘ortodoxo’, el Libro es transparente. No habrá Reino mientras no haya Mesías. Todo intento de acelerar su llegada es suplantación blasfema de la obra divina. Y eso es precisamente lo que el sionista, al consolidar un Estado israelí laico, acomete.” (12) Esa posición es enseñada por el propio Talmud (13) a través de los siglos; espera la restitución histórica prometida por Dios solo a Su remanente (14); pero es rechazada por la ambición sionista que cambió esperanza por poder terrenal. Usurpando la voluntad y tiempos soberanos de Jehová Dios, la Roca de Israel (15), se auto constituyen en ‘el reloj de Dios’ y sus ‘profetas modernos’. Como veremos más adelante, la admirable fuerza alcanzada por ese movimiento político internacional nunca estuvo exenta de ardides, maniobras y cruel espíritu de venganza, tan típicos del pueblo rebelde al Plan divino; Plan revelado a Abraham, Moisés y los profetas de Jehová, y encarnado únicamente en Jesucristo. De ese Plan los sionistas que declararon la independencia del Estado de Israel en 1948 toman sólo la parte que les conviene y rechazan la que no encaja en su ideario. Antes apedrearon y asesinaron a los profetas enviados de Dios para conducirlos al arrepentimiento. Después cambiaron auto victimización por el genocidio con tal de cumplir con su ambición sin límites. Estamos respondiendo las preguntas que formulamos al comienzo de esta serie. Vamos conociendo, poco a poco, los fundamentos esgrimidos por los fundadores del Estado de Israel, qué judíos no estuvieron –ni están- de acuerdo con ello, qué es el sionismo y cuáles sus objetivos históricos, y ya vamos percibiendo que ser judío no es ser al mismo tiempo sionista. Quienes se consideran ‘cristianos evangélicos’ debieran revisar la historia antes de tomar partido en este asunto. De lo contrario corren el riesgo de tener que asumir las culpas de aquellos que –viviendo en países de tradición cristiana- decidieron un día raer de la tierra a los judíos. En la próxima veremos cómo se llegó a la Resolución 181 de la ONU, el 27 de noviembre de 1947; día clave para la fundación del Estado de Israel. Hasta entonces, si el Señor lo permite. -----ooooo0ooooo----- Notas Ilustración: una imagen distinta del conflicto; niña palestina baña a su hermanito en lo que queda de su ‘casa’ en la Franja de Gaza; AFP 1. http://www.telesurtv.net/news/Sed-de-sangre-israeli-parece-insaciable--20140803-0021.html 2. ‘El hogar nacional judío’, Agentes de Cambio, Protestante Digital 03/08/14 http://www.protestantedigital.com/ES/Magacin/articulo/6675/El-hogar-nacional-judio 3. ‘Oh, Jerusalén’, Domique Lapierre y Larry Collins, Ed. Plaza & Janes S.A. Editores, undécima edición, marzo 1973, página 31 4. Ibíd. 5. Ibíd. 6. Ibíd. 7. Theodor Herzl (1860-1904), periodista y escritor austro-húngaro de origen judío, fundador del sionismo político moderno 8. T. Herzl, Der Judenstaat, cited by C.D. Smith, Palestine and the Arab-Israeli Conflict, 2001, 4th ed., p. 53 9. Números 14:9; 17:5, 10; 20: 10, 24; Deuteronomio 1:26, 43; 9:7, 23, 24; 31:27; Job 7:13; Salmos 78: 1, 8; Proverbios 23:29; Isaías 30:9; Jeremías 31:22; 49:4 y muchos más que en el AT revelan el espíritu contumaz, rebelde y quejoso del pueblo de Israel 10. El caso Dreyfus viene del error judicial cometido contra Alfred Dreyfus (1859-1935), de origen judío-alsaciano, capitán del ejército francés, acusado falsamente de espionaje fue víctima expiatoria de una campaña antisemita que sacudió a la sociedad francesa y al mundo durante doce años (1892-1904) 11. T. Herzl (Diaries, 88-89), el 12 de junio de 1895 12. Gabriel Albiac es doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y Catedrático de Filosofía en la misma universidad. En 1988 fue Premio Nacional de Literatura (Ensayo) con La sinagoga vacía; http://biblioweb.sindominio.net/pensamiento/israel.html 13. El judaísmo considera al Talmud la tradición oral, mientras que la Torá (Pentateuco) es considerada tradición escrita. El Talmud extiende, explica y complementa al Tanaj (24 libros de la Biblia hebrea), pero no puede, por definición, contradecir a la parte más importante o esencia de la misma, la Torá. 14. El ‘remanente’ es clave para la comprensión de quién es ‘pueblo escogido de Dios’ y quién no. El AT tiene 47 citas y el NT 2: Romanos 9:27 y 11:5. No comprender esta doctrina bíblica complica el carácter evangélico de la fe cristiana que es el anuncio de la Buena Noticia 15. Génesis 49:24; 2ª Samuel 23:3

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