La sorprendente amistad entre el Papa y Kenneth Copeland
¿Con quién está de verdad, señor Bergoglio: con los pobres o con Copeland? No puede ser con los dos…
07 DE MARZO DE 2014 · 23:00
Bueno, por si no lo sabías, ya es oficial. El Papa Francisco y el predicador tejano del movimiento de la prosperidad ‘Palabra de Fe’ Kenneth Copeland han intercambiado unos vídeos muy cordiales bendiciéndose el uno al otro en la búsqueda de un nuevo entendimiento ecuménico entre el Catolicismo Romano y la Renovación Carismática.
Por mediación de su amigo mutuo - el obispo Tony Palmer – ambos hombres se han tomado la molestia de subrayar su aprecio el uno por el otro, centrándose en la necesidad de la unidad espiritual en la iglesia contemporánea.
La grabación de Francisco se centró en el gozo y la nostalgia que siente por sus “hermanos separados” del mundo carismático. Gozo, porque sabe que Dios está obrando entre ellos, y nostalgia porque anhela que las barreras que hay entre ellos sean superadas para que puedan abrazarse libremente entre sí y llorar juntos de amor de la misma manera que lo hicieron José y sus hermanos cuando se reencontraron en Egipto. Concluyó su breve reflexión pidiendo las oraciones de Copeland, diciendo: “Les pido que me bendigan y yo os bendigo. De hermano a hermano os abrazo”.
La iglesia de Copeland respondió con entusiasmo poniéndose en pie y aplaudiendo al ver el mensaje en una pantalla gigante. El ministro del movimiento ‘Palabra de Fe’ invitó a Tony Palmer a grabarle en su teléfono móvil agradeciéndole al Papa, desde lo más profundo de su corazón, por su conmovedor vídeo. Le aseguró a Francisco que, efectivamente, había orado por él y que él consideraba su bendición como muy importante. Su congregación clamó, "¡Bendito seas!" después de que Copeland dedicara a Francisco un pasaje de Efesios 4 sobre la unidad de la iglesia. Sus palabras finales fueron: “El cielo está regocijándose por esto [...] Cuando entramos en el ministerio, hace 47 años, esto era imposible” (refiriéndose, por supuesto, al diálogo Católico-Carismático).
Así que, todo esto nos lleva a la pregunta: ¿cómo reaccionamos como creyentes protestantes?
1-. Antes que nada, debemos estar agradecidos de que Copeland tenga muy poca influencia dentro de la corriente principal del mundo protestante. No hace falta decir que él es un héroe para millones dentro del movimiento ‘Palabra de Fe’, pero de ninguna manera es un portavoz de la fe evangélica. Fuera de los círculos de la Teología de la Prosperidad, Copeland ha sido constantemente criticado por los pensadores protestantes clave como un hereje, un falso profeta y un ministro de otro Evangelio. Copeland es quizás más conocido por su controvertida visión de que la voluntad de Dios para todos los creyentes es la salud y la riqueza. Estas bendiciones son asignadas a través del poder de la confesión positiva y la fe. Los creyentes nunca deben ser pobres o estar enfermos - razona Copeland – dado que son “pequeños dioses”. Probablemente no debería ser una sorpresa que alguien tan teológicamente desequilibrado como Copeland reciba con tanta alegría el beso amistoso del Vaticano.
2-. En segundo lugar, debemos preguntarnos: “¿Qué tiene el Papa Francisco en común con el ‘Evangelio de la Prosperidad’? ¿No es éste el mismo Jorge Mario Bergoglio, que eligió el nombre papal de 'Francisco' con el fin de identificarse con los pobres y los marginados? ¿No es este el mismo Papa que ha hablado tan favorablemente de la Teología de la Liberación y su “opción preferencial por los pobres”? De hecho, la semana pasada Francisco invitó a su principal proponente – el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez - para dar un discurso en Roma. ¿No es este el mismo Francisco que ha denunciado continuamente los peligrosos excesos del capitalismo y el materialismo que llena los bolsillos de unos pocos y deja a las masas en la pobreza extrema? (Baste pensar en su último libro La alegría del Evangelio). ¿En qué está pensando el Papa Francisco? ¿Qué podría ser más materialista y capitalista que la teología distorsionada de Copeland que glorifica al dólar americano? Me pregunto: ¿Cuánto sabía Francisco realmente acerca del movimiento ‘Palabra de Fe’ antes de que enviara un saludo tan feliz a Copeland? ¿Con quién está de verdad, señor Bergoglio: con los pobres o con Copeland? No puede ser con los dos…
3-. En tercer lugar, en vez de centrarnos en los dos vídeos de teléfono móvil, debemos darnos cuenta de que la parte más peligrosa de la conferencia tuvo que ver con su ecuménico amigo común, el obispo Tony Palmer. Me quedé literalmente con la boca abierta cuando Palmer hizo una afirmación impresionante a la expectante congregación antes de la reproducción del vídeo de Francisco. Él proclamó con confianza: "La protesta de Lutero ha terminado. ¿Verdad? [...] Si no hay más protestas, ¿cómo puede haber una iglesia protestante?".
Ahora bien, esta es la parte del artículo donde las cosas se ponen un poco teológicas, por lo que por favor, presta mucha atención…
Para contextualizar un poco la declaración de Palmer, su afirmación de que la Reforma Protestante había terminado, proviene de la Declaración conjunta luterano-católico romana sobre la doctrina de la justificación en 1999. La sección 15 del documento dice: "Por tanto, la justificación significa que Cristo mismo es nuestra justicia, la cual compartimos a través del Espíritu Santo, de acuerdo con la voluntad del Padre. Juntos confesamos: sólo por gracia, en la fe en la obra salvífica de Cristo y no por algún mérito nuestro, somos aceptados por Dios y recibimos el Espíritu Santo quien renueva nuestros corazones, capacitándonos y llamándonos a buenas obras".
Esta Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación – en la humilde opinión de Palmer – pone fin, de manera efectiva, a la Reforma Protestante. Después de todo, ¿no estaba toda la Reforma basada en el tema de la justificación? Como declaró Lutero: "Si este artículo de la justificación queda en pie, la iglesia permanece, si este artículo se derrumba, la iglesia se derrumba".
Creo que todos podemos estar de acuerdo con la Declaración conjunta como una representación correcta de lo que la Escritura enseña acerca de la doctrina de la justificación. Pero el obispo Palmer no está contando toda la historia (o, tal vez, simplemente, no ha leído a conciencia la última edición del Catecismo Católico). La sección 2020 del Catecismo continúa ofreciendo una interpretación sacramental de la justificación según la cual, "la justificación ha sido puesta a nuestra cuenta por la Pasión de Cristo. Nos es concedida mediante el Bautismo". Esto no es así. La justificación es un acto libre de Dios dada por la fe (Romanos 5:1). La justificación no se da por medio del bautismo. Nos bautizamos porque hemos sido justificados por la fe, no para ser justificados. La gracia de Dios nunca está obligada por las ordenanzas. “El viento sopla de donde quiere” (Juan 3:8). Y como todos sabemos, viento (pneuma)- en griego- es Espíritu.
Palmer también presenta una comprensión muy reduccionista del protestantismo. De ninguna manera puede ser simplificado para que signifique la “Iglesia Luterana”. El mundo protestante es infinitamente más grande que el Luteranismo. Y, en todo caso, me temo que si el hermano Lutero volviera a predicar en las iglesias luteranas modernas, lo más probable es que fuera lapidado hasta morir en un lapso de no más de quince minutos. No hay que olvidar que varias denominaciones luteranas del siglo XXI (en representación de cientos de millones de creyentes) tienen una visión cada vez más liberal/racionalista de la Escritura, pues ordenan a ministros abiertamente homosexuales y celebran los matrimonios del mismo sexo. ¿Está todo eso de acuerdo con el espíritu apasionado del reformador de Wüttenberg que sólo quería glorificar a Dios? ¿Cuánto de 'Lutero' hay realmente en el Luteranismo moderno de hoy en día?
Los comentarios del Obispo Palmer también fracasan hasta el grado de olvidar que la Reforma surgió debido a toda una serie de otros factores teológicos que convenientemente olvidó mencionar en la conferencia de Copeland. ¿De qué tipo de cosas estoy hablando?
* Mariología. Una excesiva devoción a la madre de Cristo. El catolicismo cree que ella nació sin pecado y ascendió al cielo como lo hizo Cristo, de todo lo cual la Biblia no dice nada.
* La idolatría/superstición. Roma enseña a sus seguidores a venerar imágenes, estatuas y representaciones, así como orar a los santos muertos. Esto es idolatría.
* La sucesión apostólica. La idea de que los obispos de hoy en día, los cardenales y el Papa pueden rastrear su linaje directamente hasta los apóstoles originales de Cristo y, por lo tanto, siempre están correctos en su doctrina. La autoridad de la Iglesia Católica, por lo tanto, tiene razón al interpretar la Biblia. Roma es el verdadero maestro, no la obra iluminadora del Espíritu de Dios, lo cual en sí mismo es una herejía.
* La infalibilidad papal. La creencia de que el Papa no puede errar cuando habla "ex cátedra" (aunque sigue siendo un ser humano normal y falible).
* La división clero/laicos. No existe el concepto del sacerdocio universal de todos los creyentes enseñado claramente en las Escrituras (1 Peter 2:9) sino que los sacerdotes son especialmente ungidos y se consideran más santos que el santo común y corriente de a pie.
* La transubstanciación. La idea de que el pan y el vino en la Eucaristía se convierten literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo una vez que el sacerdote invoca al Señor en oración. Cuando Cristo dijo: “Esto es mi cuerpo” su cuerpo literal no estaba en la cesta de pan (Lucas 22:19). Estaba hablando simbólicamente.
* Los libros apócrifos. La creencia de que los libros deuterocanónicos (incluidos en la Biblia Católica) tienen una autoridad vinculante dentro de la iglesia de Cristo.
* Purgatorio. Un lugar post-mortem imaginario (que no es ni el cielo ni el infierno), donde la gente se purifican antes de ir a la gloria. ¿Te acuerdas del verano pasado cuando el Papa Francisco ofreció menos tiempo de purgatorio a cualquiera que le siguiera por Twitter durante el Jornada Mundial de la Juventud Católica en Rio de Janeiro?
* Siete sacramentos. En lugar de creer que sólo el Bautismo y la Cena del Señor son las ordenanzas ordenadas por Cristo, el catolicismo romano enseña que la confirmación, la penitencia, la unción de los enfermos, la orden sacerdotal y el matrimonio, también son sacramentos. Su idea es que los sacramentos garantizan la gracia de Dios. La Biblia, sin embargo, no está de acuerdo con eso. Un incrédulo bautizado sólo se moja, no queda perdonado.
* Los pecados mortales y veniales. Una división de pecados en diferentes categorías de maldad. Los mortales son graves; los pecados veniales no son tan malos.
* Eliminación del segundo mandamiento. El Catecismo Católico no hace mención del segundo mandamiento, optando por dividir el décimo mandamiento: "No codiciarás" en dos partes. El segundo mandamiento de la Biblia es: “No te harás imagen” (Éxodo 20:3), etc. ¿Me pregunto por qué no lo habrán puesto?
Así, Tony Palmer no debería vender la piel del oso antes de cazarlo. ¡No tan rápido, obispo Palmer, no tan rápido!
No nos engañemos a nosotros mismos…
CONCLUSIÓN
Como siempre, los evangélicos sostenemos celosamente que la Biblia es la única autoridad dada por Dios en la tierra. Una vez que la sana doctrina de la Escritura es eliminada, entonces, la puerta se abre para tales alianzas no santas entre el catolicismo romano y Teología de la Prosperidad.
Ahora, no me malinterpreten, yo estoy a favor de la unidad. Pero la unidad en los términos de Cristo. No olvidemos las palabras proféticas de Amós: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” (Amós 3:3).
Para terminar, aquí hay algunos consejos de nuestros fieles antepasados protestantes:
“La comunión de la Iglesia no fue instituida para ser una cadena que nos ate a la idolatría, la impiedad, la ignorancia de Dios, y otros tipos de males, sino más bien para mantenernos en el temor de Dios y en la obediencia a la verdad” (Juan Calvino, 1509-1564).
“Roma pretende la unidad, ya que todos los católicos están unidos bajo una sola cabeza, el Papa. Esta es la unidad que Roma cree que es la única unidad necesaria de todos los cristianos. Pero la unidad del Evangelio es la unidad en Cristo y la sumisión a su gobierno”. (John Owen, 1616-1683).
“Romanismo en su perfección es un gigantesco sistema de adoración a la Iglesia, adoración a los Sacramentos, adoración a María, adoración a los santos, adoración a las imágenes, adoración a las reliquias y adoración a los sacerdotes, que es, en definitiva, una gran idolatría organizada” (J.C. Ryle, 1816-1900).
“Unidad en el error es unidad en la perdición”. (Charles Spurgeon, 1834-1892).
(Traducido por Julian Esquinas)
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