Refugiados en la UE: una “obligación moral, política y legal”
María Jesús Vega, de ACNUR, explica la situación que se está viviendo en las costas europeas con la llegada masiva de personas que huyen de conflictos y persecución.
MADRID · 07 DE JULIO DE 2015 · 18:35
Aunque el foco informativo se ha desplazado hacia otros asuntos políticos y económicos estas últimas semanas, la crisis en las fronteras del sur de la Unión Europea sigue sin resolverse. Miles de personas están llegando cada mes a nuestras costas, sobre todo a Italia y Grecia. Una situación que, al hacer balance de los primeros seis meses del 2015, ha hecho que varias entidades den la voz de alarma.
Una de ellas ha sido la Agencia para los Refugiados de la ONU, Acnur (UNHCR), que en un completo informe da una perspectiva sobre cuál es el perfil de la mayoría de las personas que intentan llegar a Europa para buscar seguridad y libertad.
La responsable de comunicación de Acnur, María Jesús Vega, explica a Protestante Digital que la mayoría de las personas que intentan entrar en el continente vienen de lugares en conflicto, huyendo de la persecución y, por tanto, deben ser considerados por las autoridades como refugiados con derecho al asilo.
El debate político iniciado a principios de este año, que se incrementó tras los trágicos sucesos de Lampedusa y la costa libia, con cientos de fallecidos, ha quedado aparcado. Sin embargo, este verano serán miles de personas las que vuelvan a arriesgar su vida para llegar a las costas europeas. Ante ello, María Jesús Vega considera que es urgente que los gobiernos atiendan al plan propuesto por la Comisión Europea, el cual encontró oposición en varios países, entre ellos, en España.
Pregunta. ¿Son las cifras de personas que están llegando a Europa este año significativas?
Respuesta. La cifra se ha multiplicado de forma exponencial. No habíamos visto estas cifras en muchísimo tiempo.
El año pasado llegaron unas 219.000 personas. En seis meses han llegado 137.000, sobre todo a Italia y Grecia.
Ahora preocupa ver que la ruta del este va tomando más fuerza. Muchos van de Turquía a Grecia, y luego de allí a Macedonia, Serbia o Hungría, donde está llegando cada vez más gente.
Seguramente este verano, hasta septiembre o octubre, iremos viendo un incremento de personas que se embarcan en estos viajes de la muerte para muchos. Unos 3.500 murieron el año pasado, y este año la cifra ya supera los 1.800.
La mayoría huyen de la persecución. Son refugiados, están buscando países seguros que no pueden alcanzar por las vías legales, porque se les han cerrado todas las puertas. Han llamado a los consulados, han pasado por embajadas para procurar visados de entrada, pero no los han recibido. Están desesperados y tratan de llegar a estos países donde piensan que se respetan los derechos humanos. Aunque algunos se sienten defraudados cuando llegan, pero en todo caso, ellos tienen la idea de llegar e iniciar una nueva vida desde la seguridad.
Pregunta. ¿Cuál es el perfil de las personas que están llegando a la costa europea?
Respuesta. Vienen sobre todo de Afganistán, Siria, Etiopía, Somalia, Nigeria, Irak... Arriban en estos botes hacia Grecia e Italia principalmente. Vienen de países en conflicto, donde hay violaciones de los derechos humanos y sufren persecución. Han recorrido miles de kilómetros después de vivir un infierno y muchas veces se les somete a una carrera de obstáculos para alcanzar su objetivo.
Entre ellos hay mujeres, niños, ancianos, menores no acompañados, algunos son embarcados por sus padres porque no tenían dinero para pagar a las mafias por todos. Y quedan expuestos a un riesgo mayor de explotación.
Encontramos personas de todo tipo y condición, de distintos grupos religiosos y étnicos. Tienen en común que buscan vivir lejos de las bombas, de la persecución, y todos te dicen que quieren llegar a Europa. Pero cuando llegan, por ejemplo, a Grecia, se encuentran que las condiciones de vida son durísimas. Están durmiendo a la intemperie, por eso hemos reforzado nuestra actividad en las islas griegas con tiendas de campaña y con paquetes de ayuda humanitaria. Algunos procuran desplazarse hasta zonas del interior, y como la policía no tiene capacidad para contenerlos, está permitiendo que salgan desde los ferrys hacia las ciudades.
P. ¿Qué respuesta política puede dar Europa?
R. La situación es difícil. La Unión Europea debería responder en conjunto, como grupo de Estados. No es un problema de Grecia o Italia, sino del conjunto. La agenda para las migraciones que fue presentada en mayo debería ser tenida en cuenta por los países para poner en marcha medidas que reforzaran la protección de las personas.
P. Sin embargo este mismo documento ha sido criticado por algunos países, entre ellos España. ¿Falta voluntad política para afrontar esta crisis?
R. Es un asunto que provoca controversia. Da un poco de pena ver que no se alcanza un acuerdo para unas cuotas tan pequeñas, porque se habla de 20.000 de asentamiento y 40.000 de reubicación para los que han ido llegando a Italia o Grecia, y que necesitan protección internacional, pero con 600.000 solicitantes de asilo, se debate esta cifra, sobre la vida de personas que están en una situación de desprotección absoluta.
Hay que tener en cuenta que el 86 por ciento de los refugiados están en los países limítrofes a donde se producen los conflictos. En el caso de Siria, son Turquía, Jordania, Líbano e Irak, los que acogen al 96%, unos 4 millones de sirios. Ante la situación de colapso, porque la ayuda internacional no ha sido suficiente para las personas que han ido llegando – y algunos llevan tres años como refugiados - muchos continúan el viaje porque no pueden vivir, porque además allí no encuentran seguridad.
La Unión Europea responde poco. En España se criticaron las políticas de redistribución, que tenían en cuenta varios condicionantes. Se entendía que aquí no se había tenido en cuenta el índice de paro. Iban a llegar 5.000 personas a dos años, contando además con ayudas que proporciona la Unión Europea. Sin embargo se está regateando y buscando rebajas. Aquí en España hubo 6.000 solicitantes de asilo en 2014, frente a los 170.000 que tuvo Alemania, 70.000 que tuvo Suecia, o los 60.000 de Francia o Italia.
Pero hay que contextualizar las cifras. Es una crisis de refugiados y así debería abordarse. Los países de la Unión Europea tienen la obligación moral, política y legal de dar protección a las personas que huyen de la persecución, porque son firmantes de la Convención de Ginebra en 1951. Hay que controlar las fronteras, la inmigración irregular, pero también a quienes llegan en esta situación.
P. Hemos hablado de los gobiernos, pero ¿qué podemos hacer como sociedad civil?
R. La sociedad civil está respondiendo de forma impresionante. Allá donde no llega el gobierno, las personas se organizan, se movilizan, responden, y aún en medio de la crisis, ayudan y comparten con el que no tiene. Hay personas que se han estado haciendo socia de Acnur y otras entidades, y lo agradecemos muchísimo.
También hay personas que apoyan una declaración que tenemos abierta. La declaración “El asilo es de todos” es para decir que el asilo nos importa. Es algo que se oficializó después de la segunda guerra mundial, después de sentir la vergüenza de 5 millones de personas asesinadas por etnia, raza o creencia. Se dijo entonces “nunca más”. Eran personas que habían pedido protección y no se les ayudó. Ahora vemos que esta institución se está aguando, se está desvirtuando, y por eso es importante que se consolide. Esta declaración quiere proteger a los sirios, los ucranianos, los iraquíes... y podríamos necesitarla en el futuro nosotros o nuestros hijos.
Queremos que los políticos vean que a la gente le importa. Queremos saber cuáles son los compromisos políticos que se van a adquirir con estas personas. Y agradecemos a tantos que se unen mostrando que sí nos importan los refugiados.
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