‘España, sin Gobierno por mi culpa’

Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias. Todos para ninguno, y ninguno para todos, dicen estos cuatro mosqueteros de la política española.

03 DE MAYO DE 2016 · 07:00

,ajedrez, tablero

‘España está sin Gobierno por mi culpa’. Es la frase nunca oída, jamás expresada, y que no van a escuchar en labios de ninguno de los implicados en el posible pacto para lograr que el Congreso español designase un Presidente de Gobierno.

Todos los dedos señalan “al/los otros”. Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias. Todos para ninguno, y ninguno para todos, dicen estos cuatro mosqueteros de la política española.

Y si es así es porque tiene un sentido esta forma de actuar. En España reconocer la propia culpabilidad está denostado, es una señal de debilidad, una traición a los compañeros de viaje (más aún si hay intereses por medio), y una señal para ser castigado. En este caso en las urnas, a golpe de voto.

No es así en otros lugares (¿debemos decir de cultura protestante?).

En ellos, si la falta no es grave, se entiende la sinceridad y el reconocimiento del propio error como una señal positiva de amor a la verdad, de la capacidad de rectificar, de que se reconoce que no se es infalible y que el autoanálisis sincero interno y externo es la mejor forma de responsabilidad en un cargo y de transparencia.

Y si es grave, se asume que “Dimitir” no es un nombre ruso, sino parte del ejercicio normal de la vida política.

Por eso la cultura y la vida social y pública española está llena de tanto engaño, corruptela y oscuridad: nadie reconoce que se ha equivocado, y se acumula la porquería no reconocida debajo de la alfombra.

Por eso el único ser inocente de toda la Historia de la humanidad (Jesús de Nazaret) asumió la culpabilidad de todos nosotros en una cruz, asumiendo el castigo y la vergüenza de cada uno de nosotros, que bien nos empeñamos en salir siempre inmaculados de todos los charcos, limpios de todos los borrones y con un halo de perfección en cualquier zafarrancho.

Y sí, tenemos también la culpa de que esto haya salido así quienes hemos votado. Algo hemos hecho mal cuando hemos elegido a un conjunto de piezas de ajedrez que en vez de jugar a la política sólo han pensado en comerse, llenar el tablero de líneas rojas, y empeñarse en montar la escena de que la torre saltase por encima de los peones como si fuese un caballo.

Ahora tenemos todos una segunda oportunidad. También para rectificar si nos hemos equivocado, ya que no somos esclavos ni de siglas, ni de pesebres, ni de ser humano alguno. Libres a la luz de nuestra conciencia y (para quienes así lo creemos) de la Palabra de Dios.

Pero nos gustaría (y es necesario) que los propios políticos -cada uno de sí mismo- si no lo dice, al menos sí piense para sus adentros que ha tenido parte de culpa en lo ocurrido. Y que lo medite. Y que actúe en consecuencia. Aunque, sinceramente, nos tememos que para que eso ocurra hace falta una regeneración política que aún queda lejos de la realidad actual.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Editorial - ‘España, sin Gobierno por mi culpa’