No hay gatos en la Biblia

El poco interés que manifestaron desde siempre los hebreos por los gatos pueda deberse a que la religión de los egipcios los divinizaba.

17 DE OCTUBRE DE 2019 · 19:10

El gato doméstico es un mamífero carnívoro de la familia Felidae, domesticado por la convivencia con el ser humano. / Antonio Cruz.,
El gato doméstico es un mamífero carnívoro de la familia Felidae, domesticado por la convivencia con el ser humano. / Antonio Cruz.

Los gatos no son mencionados en la Biblia, ni tampoco existe una palabra concreta en el hebreo clásico para denominarlos.

El término griego empleado para designar a este animal es aíluros (αἴλουρος), que más tarde se tradujo al latín catus, y de ahí nuestro actual “gato”.

Probablemente, el poco interés que manifestaron desde siempre los hebreos por los gatos pueda deberse a que la religión de los egipcios los divinizaba.

Una de las diosas del antiguo Egipto, adorada desde la Segunda Dinastía (2890 a. C.), era Bastet. Se la representaba habitualmente con la forma de un gato doméstico o bien como una mujer con cabeza de gato, y simbolizaba generalmente el amor o la armonía de los hogares.

En ciertas fechas del año, los sacerdotes egipcios realizaban una procesión nocturna en barca, a través del río Nilo, en la que se transportaba una estatua de esta diosa Bastet, con su característica forma de gato.

Al llegar a tierra firme, se celebraban ritos sexuales orgiásticos que duraban hasta la salida del sol, en honor a dicha divinidad. Es muy posible que tales prácticas paganas convirtieran a estos pequeños felinos en animales abominables para los judíos monoteístas.

En cambio los egipcios, al considerarlos como animales representativos de una divinidad, los trataban con esmero y atención. Eran como un miembro más de la familia y cuando morían se realizaban sus funerales, momificándolos como a los humanos y colocándolos dentro de un sarcófago elaborado a su medida.

Si alguien osaba matar un gato, podía aplicársele incluso la pena de muerte por lapidación. Aunque la legislación egipcia prohibía sacar gatos sagrados del país, los mercaderes fenicios, contraviniendo las leyes, lograron hacerlo de contrabando y así estos animales se extendieron por todos los países mediterráneos.

 

Imagen tomada en Caná de Galilea (Israel) junto a la Iglesia Ortodoxa Griega San Jorge. / Antonio Cruz.

En Israel, se conoce una referencia apócrifa a los gatos -que quizás sea la única y más antigua del mundo hebreo- en la Carta de Jeremías (versículo 22).

Se trata de un escrito de la época del judaísmo helenístico (siglo II a. C.), antes del destierro de los judíos a Babilonia, que constituye todo un alegato contra la idolatría.

En él se puede leer: “Igual que una vasija rota resulta inservible, así son los dioses que han colocado en sus templos. (…) Sus caras están ennegrecidas por el humo del templo. Sobre su cuerpo y sus cabezas revolotean lechuzas, vencejos y otros pájaros; también saltan los gatos. Bien se ve que no son dioses. No los adoréis.”[1]

En realidad, más que de una carta se trata de una homilía, en tono burlesco y satírico, contra los dioses del paganismo.

El análisis del ADN de más de 200 gatos encontrados en sitios arqueológicos de Próximo Oriente, África y Europa ha revelado que todos los gatos domésticos descienden del gato salvaje africano (Felis silvestris lybica), una subespecie que todavía hoy existe en el norte de África y en Oriente Medio.

En total se conocen cinco subespecies de Felis silvestris. Se cree que los gatos fueron domesticados hace unos diez mil años por los primeros agricultores del Próximo Oriente.

Los asentamientos humanos, con su acumulación de cereales, atraían roedores y éstos, a su vez, hacían lo propio con los gatos monteses. Algo que los agricultores veían con buenos ojos ya que los felinos mantenían a raya las poblaciones de ratones, serpientes y demás alimañas. También se los emplearon en las actividades de caza de pájaros y otras aves mayores.

El número de razas de gatos es discutido, mientras unos reconocen unas cuarenta razas otros hablan de más de setenta. Todo depende de las características implicadas en la determinación del concepto de subespecie o raza.

Lo que está claro es que la hibridación suele ser algo frecuente en estos y en otros muchos animales. Incluso se han logrado razas tan diferenciadas como la del singular gato Savannah, cruzando al gato serval africano con gatos domésticos.

 

Se cree que actualmente existen alrededor de dos millones de gatos callejeros en Israel, habituados a que los humanos les suministren alimento, aunque su número exacto nadie lo sabe. / Antonio Cruz.

Esto indica que la hibridación puede originar nuevas variedades fértiles, en contra de lo que suponía el neodarwinismo desde los días del gran biólogo Ernst Mayr.

Siempre se había pensado que la formación de una nueva especie requería el aislamiento reproductivo y que los individuos híbridos eran más o menos infértiles y, por tanto, poco aptos para la evolución.

Sin embargo, el éxito de la hibridación entre numerosas especies, comprobado recientemente desde las bacterias a los mamíferos pasando por los vegetales, ha puesto en entredicho planteamientos fundamentales del darwinismo, como la existencia de un árbol universal de la vida.

Más que de un árbol, se trataría de una enmarañada red de transferencias horizontales. El intercambio de información entre especies permitiría a los seres vivos adaptarse mejor y más rápidamente a las condiciones adversas del medio o recargar sus genomas dañados.

De la misma manera, estos nuevos descubrimientos acerca de la hibridación y la transferencia horizontal de ADN se avienen mucho mejor con la hipótesis de un designio inteligente de los organismos.[2]

Aunque, como se ha señalado, el gato no se menciona en la Biblia, existen sin embargo, además del doméstico, varias especies silvestres propias de Israel y regiones colindantes.

Tales como el pequeño gato del desierto o de las arenas (Felis margarita), que se conserva en cautividad pero extinto en el medio natural, aunque se ha intentado reintroducir pero hasta ahora sin éxito; el gato montés (Felis silvestris) de mayor tamaño y el gato de la jungla o de los pantanos (Felis chaus) que fue domesticado en el Bajo Egipto con el fin de usarlo en la caza de aves acuáticas.

Actualmente, se cree que existen alrededor de dos millones de gatos callejeros en Israel, habituados a que los humanos les suministren alimento, aunque su número exacto nadie lo sabe.[3]

[1] La Biblia, 1992, Carta de Jeremías, La Casa de la Biblia, PPC, Sígueme, Verbo Divino, p. 866.

[3] https://es.israel21c.org/jerusalen-habilita-estaciones-para-alimentar-a-gatos-callejeros/

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