Superman II

El creador de la figura mítica de Superman, Jerry Siegel, ya en edad avanzada recibió el mayor galardón internacional que se otorga a los guionistas del cómic.

Le hicieron entrevistas y de todo lo comentado, le preguntaron en qué se inspiró para forjar una figura mítica querida por tantas gentes de varias generaciones.

Le explicó a una periodista que se inspiró en una persona que aún vivía y que se la presentaría si deseaba verla.

La periodista accedió de buena gana y ya se imaginaba delante de un fortachón musculoso, fornido, alto y resuelto.

― Estuve visitando a esta persona durante unos meses, el suficiente tiempo para darme cuenta del tipo de persona que tenía delante ― dijo Jerry.

Jerry paró su coche delante de un asilo de gente desahuciada, ante la extrañeza de la periodista.

Una vez entraron en sus dependencias, en una sala llena de gente de aspecto degradado, Jerry señaló a un anciano encorvado que hablaba solo, apartado en un rincón.

― Aquí están todos los héroes que luego se convierten en literatura y se dibujan―dijo Jerry. Este hombre que ves es mi Superman.

― Pero, ¿qué virtud ha visto en él para imaginarlo de modo tan brillante, como un héroe?

― Todo el esfuerzo creativo humano se plasma en un soporte, sea papel, arcilla, piedra, metal, lienzo, etc., pero el trabajo más insoportable y valioso es el que se desarrolla sin soporte alguno. Y he aquí Emanuel, que construye todo con gran valentía e imaginación.

― Nos ha visto y no nos dice nada ―dijo la periodista.

― Está trabajando, pero espera un poco que también sabe ser cordial ―dijo Jerry.

La entrevista fue muy gratificante, tanto, que la periodista cambió desde aquel día su modo de percibir a los “desvalidos”.

“Pero muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros”. (Marcos 10:31)