Canciones a las estrellas, del mexicano Samuel Lagunas
Selecciono cuatro textos del reciente libro publicado por Hebel Ediciones, ministerio que desde Chile dirige el pastor y poeta Luis Cruz-Villalobos
03 DE MAYO DE 2018 · 20:00
Samuel Lagunas (Querétaro, México, 1990), es Maestro en Estudios Latinoamericanos y Licenciado en Lengua y Literaturas Hispanoamericanas por la UNAM.
Ha publicado los poemarios ‘Todavía mañana’ (Mantis Editores, 2013), ‘Plegaria por la destrucción universal’ (Hebel, 2015), ‘Godfully’ (Diablura ediciones, 2016) y Canciones a las estrellas (Hebel, 2018).
Además del Premio de Poesía de la XXXIII edición del Certamen Literario González-Waris, en 2016 fue ganador de los IX Juegos Florales Ramón López Velarde, y este año obtuvo el Premio del Festival Internacional de Escritores en San Miguel de Allende, por su libro ‘El arte de vivir en las ciudades’.
Ha recibido también el accésit en los “Juegos Florales de Fresnillo, 2014” y el tercer lugar en el “Tercer Premio de Poesía Joven Jorge Lara”. Su trabajo se ha recogido en diversas antologías y revistas.
Sus poemas han sido traducidos al inglés y publicados en algunas antologías y revistas. Fue finalista del III Concurso de Crítica Cinematográfica y actualmente escribe sobre cine en medios impresos y electrónicos.
NÚMERO 7
Dicen que las estrellas
vienen
del futuro, que
para ellas, en el cielo,
nosotros
somos imposibles.
NÚMERO 8
En el amor estás tú, amor,
y las figuras de humo
que tejen las nubes en tus ojos.
Los ensueños, las ilusiones quebradas
mas no imposibles de remendar.
En el amor está tu boca,
intrépida en su sed y en su deshielo,
están mis manos corriendo por tus manos
en un paisaje enemigo,
mi tímida voz incesante ante tu nombre: “amor, amor”
es el conjuro para volver
a la calma viva de tu pecho.
En el amor estás tú
y la certeza de que
nos hemos quedado sin país, casi sin planeta,
pero no sin pies para huir de él,
sin alas para volar lejos,
no sin dedos para moldear un pequeño trozo de territorio
desde el cual imaginar la esperanza.
En el amor estás tú, qué alegría,
y tu cuerpo lleno de lunas inquietas
por los besos presentidos.
En el amor caminamos juntos,
como nunca antes,
sobre un paraíso
lleno de tumbas.
NÚMERO 9
Cuidado con el polvo: es carne rota,
constatación de que también, amor,
los cuerpos están de paso
a pesar de que juegan
a “para siempre” y “tanto” y “por los siglos”.
Cuidado con el polvo, no te confundas:
es el espejo de las
estrellas.
NÚMERO 10
No sé si la poesía puede con el amor
o con la muerte.
No sé si la poesía puede con la expansión del universo
o con la entropía.
No sé si la poesía puede con los dioses,
con el sexo,
o con los misterios del mar.
No sé si la poesía puede con el corazón transido
de memoria y de futuro.
Sé que lo intenta,
la poesía:
arrebatarse del muro empinado
y enfilarse en la pendiente
hacia el vacío.
Sé que la poesía
es uno de los barcos más felices
en la noche profunda del alma
y eso está bien, digo,
es suficiente al menos
para tratar, amor, de hablar de ti y del amor
y de cómo tus dedos pintan el universo
con un rayo que no cesa
de recordarme que existes,
que estamos,
que estaremos.
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