Teología práctica: cómo la fe cristiana explica el mundo, de Alister McGrath

Este volumen no defiende o aboga por ninguna escuela o línea particular de teología, sino que investiga la forma en la que la gran tradición de reflexión teológica cristiana enriquece nuestra fe y hace más profunda nuestra involucración en las preocupaciones y los debates del mundo que nos rodea

13 DE FEBRERO DE 2018 · 10:08

Detalle de la portada del libro. ,teología práctica, alister mcgrath
Detalle de la portada del libro.

Un fragmento de “Teología práctica: cómo la fe cristiana explica el mundo”, de Alister McGrath (Publicaciones Andamio, 2017). Puede leer más sobre el libro aquí.

La teología cristiana es, intelectualmente hablando, uno de los campos de estudio más emocionantes y estimulantes, rico en recursos para la vida de fe y el servicio de la iglesia. Este libro puede verse como una defensa intelectual del lugar de la teología en la vida cristiana, y también como un ruego a que la iglesia cristiana tome en serio el ámbito de la mente, sobre todo a la luz de los debates públicos contemporáneos.

En este libro hablaremos de “teología práctica”, una expresión que he tomado prestada y adaptado del famoso concepto de C. S. Lewis “mero cristianismo”. [N. de la T. El título original en inglés es Mere Theology (Teología práctica)]. Por “teología práctica” me refiero a los temas básicos que han caracterizado la visión cristiana a lo largo de los siglos. Este volumen no defiende o aboga por ninguna escuela o línea particular de teología, sino que investiga la forma en la que la gran tradición de reflexión teológica cristiana enriquece nuestra fe y hace más profunda nuestra involucración en las preocupaciones y los debates del mundo que nos rodea. Aunque Lewis es un conocido representante de esta perspectiva, miraremos más allá (y detrás) de este autor. Con demasiada frecuencia, la teología meramente genera polémica y confrontaciones dentro de la iglesia. Mi deseo en este libro es centrarme en el papel positivo de la teología para dar forma, nutrir y mantener la visión cristiana de la realidad y aplicarla a los desafíos y oportunidades a los que los cristianos se enfrentan en la actualidad.

 

Alister McGrath.

Probablemente sea útil poner este libro en su contexto. Los dos últimos años han sido muy importantes para mí, tanto por la investigación que he podido realizar como por los acontecimientos que se han dado. Después de exactamente 25 años de servicio en la Facultad de Teología de la Universidad de Oxford, en septiembre de 2008 pasé a ocupar la recién creada cátedra de Teología, Ministerio y Educación en el King’s College de Londres. La universidad King’s College fue fundada por el rey Jorge IV y el Duque de Wellington en 1829 para propiciar una interacción creativa entre el mundo académico, la iglesia y la sociedad, y tiene una larga tradición de fomentar la reflexión y el compromiso teológico. Aunque soy teólogo académico, siempre he creído que la teología está en su mejor momento cuando genera prácticas reflexivas en la vida y el servicio de la iglesia. La nueva cátedra de Londres se creó para promover una interacción directa entre la teología y la vida de la iglesia, y me siento profundamente privilegiado de ser el primero en ocuparla.

A principios del año 2008 fui el invitado a las Conferencias Conmemorativas de Riddell en la Universidad de Newcastle-upon-Tyne, y hablé de cómo la forma nueva de ver las cosas que encontramos en la fe cristiana nos lleva a revitalizar nuestro compromiso con la naturaleza. De hecho, esas conferencias son un manifiesto que aboga por un nuevo estilo de teología de la naturaleza, firmemente enraizado en la tradición cristiana. En las Conferencias Gifford, que tienen lugar en la histórica Universidad de Aberdeen, continué desarrollando esta nueva perspectiva, centrándome en la importancia teológica y apologética del fenómeno del “ajuste fino” que encontramos en la naturaleza. Por último, di las Conferencias Hulsean 2009-2010 de la Universidad de Cambridge, donde hablé sobre las implicaciones del darwinismo para una teología cristiana de la naturaleza. En este libro aparecerán algunos de los contenidos de todas esas conferencias.

Aun así, el trasfondo cultural de este libro es más amplio todavía. En 2006 apareció en escena el movimiento mundialmente —aunque erróneamente— conocido como el “nuevo ateísmo”. Los libros El espejismo de Dios (2006) de Richard Dawkins, Romper el hechizo de Daniel Dennett (2006) y Dios no es bueno de Christopher Hitchens (2007) lograron provocar en los medios una fascinación por la religión y sus detractores. El interés público en torno al tema de Dios subió como la espuma. De repente empecé a recibir invitaciones para hablar y escribir sobre estos temas y para participar en debates públicos con los principales ateos: con Richard Dawkins en Oxford, con Daniel Dennett en Londres y con Christopher Hitchens en Washington. Aunque prefiero las aulas pequeñas a las salas de conferencias, no hay duda de que los temas que abordábamos eran de interés general, no solo de interés académico. Para mi sorpresa, de pronto me había convertido en un personaje público en el ámbito intelectual.

 

Portada del libro.

Los debates generalmente giraban en torno a la racionalidad de la fe y la coherencia de la visión cristiana de la realidad. Para los nuevos ateos, el cristianismo no es más que un modo anticuado de explicar las cosas que en la era científica moderna podemos desechar. En una de sus muchas afirmaciones no corroboradas que forman parte de su argumentación contra la religión, Christopher Hitchens dice que, desde la invención del telescopio y el microscopio, “la religión ya no ofrece una explicación de nada importante”. Es una cita llamativa que, colocada junto a muchas otras citas llamativas carentes de fundamento, logra crear la apariencia de argumento basado en las evidencias. Pero, ¿realmente lo es?

En su bien argumentada crítica del nuevo ateísmo, Terry Eagleton ridiculiza a aquellos que tratan la religión meramente como un ente explicativo. “El cristianismo no está pensado principalmente para ser la explicación de nada. Es como decir que gracias a la tostadora eléctrica podemos olvidarnos de Chekhov”. Creer que la religión es un “intento chapucero de explicar el mundo” es del mismo nivel intelectual que “ver el ballet como un intento chapucero de correr para no perder el autobús”.

Aquí, Eagleton acierta. El cristianismo es mucho más que un intento de explicar las cosas. El Nuevo Testamento habla principalmente de la transformación de la existencia humana a través de la vida, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. Por tanto, el evangelio no consiste tanto en explicar, como en salvar: transformar la situación del ser humano. No obstante, aunque el énfasis principal de la proclamación cristiana no es explicar el mundo, sí ofrece una forma distinta de mirar las cosas que, al menos en principio, nos permite ver esas cosas de un modo diferente y nos lleva a actuar en consonancia con esa visión. El cristianismo implica creer que hay ciertas cosas que son verdad, en las que podemos confiar y que iluminan nuestra percepción de las cosas, nuestras decisiones y nuestras acciones. Estos temas son elementos esenciales de la “teología práctica” y tienen una parte prominente en este manifiesto a favor de la racionalidad de la fe.

El debate público sobre la racionalidad de la fe continuó en 2009, año del 200 aniversario del nacimiento de Charles Darwin (1809-82), el gran naturalista inglés y fundador del pensamiento evolutivo moderno, así como del 150 aniversario de la publicación de su revolucionaria obra El origen de las especies. La importancia cultural de Darwin fue tal que estas celebraciones casi eclipsaron otros aniversarios, incluyendo el 500 aniversario del nacimiento de Juan Calvino (1509-64). Los nuevos ateos tomaron el aniversario de Darwin como un medio para defender una agenda secularista asociándola (asociación en este caso muy poco probable) con este héroe científico. Como uno de los relativamente pocos teólogos que sabe mucho tanto de Darwin como de la teoría evolutiva, me encontré de nuevo lanzado al debate público sobre las implicaciones religiosas, morales y culturales de las ideas de Darwin.

Teología práctica refleja este amplio abanico de cuestiones culturales, que muy probablemente seguirán siendo importantes durante algún tiempo. Además de explorar la integridad y vitalidad de la teología cristiana, este libro subraya la capacidad que esta tiene para participar de forma sólida en la cultura y en el debate intelectual. Cada vez está más claro que el desarrollo repentino del nuevo ateísmo cogió a las iglesias por sorpresa. Al parecer, no estaban preparadas intelectualmente hablando. Ahora hay buenos indicios de que el atractivo y el perfil alto del ateísmo están desvaneciéndose debido, por un lado, a que algunas de sus autoridades afirman de forma contundente e incisiva que la crítica que el propio ateísmo hace de la religión es poco fiable y, por otro, a la deficiencia de las alternativas seculares que propone. Sin embargo, la mejor preparación para la próxima crisis de confianza, venga en la forma en la que venga, es que dentro de las iglesias desarrollemos una mente informada y segura de lo que cree, y eso es algo que este libro pretende estimular.

Espero que este breve libro estimule el desarrollo del discipulado de la mente dentro de las iglesias, y que enriquezca nuestra visión de la fe cristiana. El origen de todos los capítulos del libro fue o bien una conferencia, o un seminario, o una presentación ante un grupo reducido de personas, normalmente estudiantes. He reescrito todos ellos teniendo en cuenta las preguntas que los oyentes hicieron. Estoy profundamente agradecido a todos ellos por su participación y aportaciones. La tarea de retocar y reescribir no es algo que los autores disfrutemos; no obstante, es esencial si queremos conectar con las preocupaciones de la gente en lugar de estar respondiendo a las preocupaciones que esperamos que tengan.

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