"María de Magdala", por Karen King

La de Karen King es una obra seria que tiene como objetivo dar a conocer la importancia y significado de la mujer en la Iglesia primitiva y el extraordinario papel representado por María Magdalena.

10 DE NOVIEMBRE DE 2017 · 08:05

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“María de Magdala”, por Karen King, Ediciones Poliedro, Barcelona. Traducción de Marco Aurelio Galmarini, 347páginas

La señora Karen King es catedrática de Estudios del Nuevo Testamento y de Historia del Cristianismo primitivo en la Escuela de Teología de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos. Ha publicado otros libros sobre gnosticismo, los primeros cristianos y el papel de la mujer en la Iglesia primitiva, tema en el que está considerada una especialista de primera fila. Según los editores españoles, “este libro ofrece una visión fascinante de las controversias y los conflictos que moderaron el despertar de la Cristiandad y del papel de las mujeres en el cristianismo primitivo, hoy acallado por las voces dominantes”.

Eso mismo creo yo después de haber leído el libro atentamente y subrayado gran parte de sus 347 páginas.

Los tres grandes capítulos de “María de Magdala” están dedicados a comentar el texto del “Evangelio de María”, al que dediqué un artículo anterior.

Para Karen King, “el relato del “Evangelio de María” es sencillo. El Salvador habla con sus discípulos tras la resurrección. El Salvador responde a sus preguntas acerca del fin del mundo material y la naturaleza del pecado. Los seres humanos pecan porque no reconocen su naturaleza espiritual y, en cambio, aman la naturaleza inferior que los engaña y los conduce a la enfermedad y la muerte. La salvación se alcanza mediante el descubrimiento de la verdadera naturaleza espiritual y la superación de las engañosas trampas de las pasiones corporales y el mundo”.

Siguiendo argumentos expuestos en otros libros suyos, Karen King sostiene que la Iglesia primitiva contaba con un importante liderazgo femenino. Este liderazgo se basaba en la madurez espiritual de la persona, fuera hombre o mujer. “Conocemos muchos de sus nombres y funciones”, afirma: María de Magdala, Juana, Susana “y muchas otras” seguidoras inmediatas de Jesús; Junia, Priscila, Prisca, Ninfas y Lidia, “cabezas de iglesias”; Febe, María, “una trabajadora, y muchas profetisas, incluidas las de Corinto”, las hijas de Felipe, Amina de Filadelfia, Filomena y Perpetua, “la mártir revolucionaria y muchas otras”.

“Sin embargo –continúa la autora-, del siglo I al XXI siempre ha habido oposición al liderazgo de las mujeres. Como estos adversarios terminaron dominando ampliamente la teología y la práctica cristianas, la literatura superviviente ofrece escasísima información acerca de las mujeres líderes y de quienes las apoyaron”.

Fiel en su empeño en defensa del liderazgo femenino Karen King insiste en que la Iglesia primitiva no concedía la autoridad a una jerarquía masculina en exclusiva sino al liderazgo de hombres y mujeres que alcanzaron la madurez espiritual. En su opinión, la comunidad cristiana constituía una nueva humanidad, a imagen del verdadero Ser Humano interior, en el que las distinciones superficiales de la carne carecían de todo significado espiritual.

Según esta teóloga norteamericana, el machismo en la Iglesia se impone a partir del Edicto de Constantino. Dice: “A comienzos del siglo IV, cuando el emperador romano Constantino legalizó el cristianismo mediante un edicto de tolerancia, reconoció a un grupo masculino de obispos como dirección establecida de la iglesia, y al hacerlo impuso una estructura de poder que gobernaría la cristiandad durante los siglos por venir”. El mal estaba consumado desde tiempos anteriores: “en el siglo II, los obispos habían empezado a fundar en la sucesión apostólica su pretensión al legítimo liderazgo de la iglesia, con la afirmación de que su autoridad se remontaba en línea directa a los seguidores masculinos de Jesús, a quienes se proclamó como los grandes fundadores apostólicos del cristianismo”. Según el “Evangelio de María”, fueron los propios apóstoles quienes sembraron estas semillas. Hombres como Pedro y Andrés no entendieron la enseñanza del Salvador y ocasionaron discordia en la comunidad. Con todo, abundan escritos de los primeros años del cristianismo que destacan el importante liderazgo de las mujeres en la iglesia primitiva. Entre ellas se cuenta la joven seguidora de Jesús nacida en Magdala, pueblo de pescadores en la ribera occidental del Mar de Galilea, cerca del actual Elmeydel.

En efecto: del grupo de mujeres líderes Karen King destaca a María Magdalena, a quien está dedicado el grueso del libro. Después de obtener la paz y la estabilidad interiores, Magdalena no tiene miedo a la posibilidad de persecución. Ni siquiera se interesa por su salvación personal, pues al consolar e instruir a otros discípulos los sostiene con sus palabras y sus actos. Jane Schaberg, en “The resurrection of Mary Magdalene” observa que “de toda la literatura evangélica acerca de María de Magdala, el “Evangelio de María” es el único texto en el que María llega a hablar en su defensa”.

La preeminencia de Magdalena entre los doce apóstoles está fuera de toda duda en el “Evangelio de María”. Cuando los cercanos al Maestro dudan de poder cumplir la misión recibida y algunos de ellos sucumben a la tristeza y a las lágrimas, Magdalena los consuela, besa a todos con ternura y restablece la confianza. Según Karen King “no es probable que doce discípulos, todos varones y con la misma manera de entender la enseñanza de Jesús, salieran al mundo y dieran comienzo al movimiento que terminaría por ser la religión cristiana”. Estos discípulos fueron ayudados por otros, hombres y mujeres, la más activista entre ellas, María Magdalena.

La teóloga autora del libro que estoy comentando observa que muerto Jesús, Magdalena se hace cargo de funciones importantes en la naciente iglesia. Y que las enseñanzas recibidas de apariciones o visiones del Salvador resucitado fueron objeto de especial crédito de validez entre los doce apóstoles, así como Pablo dice a los miembros de la Iglesia en Galacia que su ministerio no le fue dado por hombre alguno, “sino por revelación de Jesucristo” (Gálatas 1:12) y Juan alude a una revelación personal del Señor al documentar el Apocalipsis (1:1).

En su incondicional defensa y exaltación de Magdalena Karen King recuerda que incluso los Evangelios canónicos la presentan como una prominente discípula judía de Jesús de Nazaret, seguidora y servidora del Maestro. Junto con otras mujeres Magdalena acompañó a Jesús en todo su ministerio. Estuvo presente en su crucifixión y en su entierro; fue testigo del sepulcro vacío y la primera persona con la que Jesús habló después de la resurrección. Añade que “las tradiciones evangélicas primitivas otorgan en general a María de Magdala una posición prominente entre los seguidores de Jesús, en particular entre las mujeres, como lo demuestra la práctica frecuente de situar el nombre de María a la cabeza de las listas de mujeres que siguieron a Jesús”.

El libro de Karen King no es una novela al uso. Se trata de un ensayo profundo, bien documentado, bien expuesto sobre el cristianismo primitivo y la figura de María Magdalena. No se ocupa de cuestiones banales sobre donde quedó Magdalena después de la resurrección de Cristo o si viajó, como escriben otros autores mediocres, de mentes calenturientas, a Egipto, a París o a Marsella. La de Karen King es una obra seria que tiene como objetivo dar a conocer la importancia y significado de la mujer en la Iglesia primitiva y el extraordinario papel representado por María Magdalena. En las últimas palabras de su libro, la autora escribe: “La importancia histórica reside en que nos permite apreciar los contornos de algunos debates cruciales sobre la autoridad de la tradición apostólica, la experiencia profética y el liderazgo de las mujeres. Estamos en mejores condiciones para juzgar qué estaba en juego en el camino que siguió el cristianismo si transitamos por uno de sus senderos poco hollados”.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El punto en la palabra - "María de Magdala", por Karen King