La Torre de Pisa

Al día siguiente, mientras se preparaba el desayuno escuchó las noticias por la radio.

12 DE MAYO DE 2017 · 05:00

La Torre de Pisa, en Italia. / Joe Hunt (Flickr, CC),pisa, tower, torre
La Torre de Pisa, en Italia. / Joe Hunt (Flickr, CC)

Érase una vez un hombre que por lo general era bueno, pero tenía fea costumbre de colocar explosivos en lugares emblemáticos.

A día de hoy ninguno ha detonado gracias a Juliana, su entregada mujer que se toma la molestia de desactivarlos.

Sea al Congreso de los Diputados, sea al Palau de la Generalitat, sea al Liceo, sea al cuerpo de Bomberos, ella acude rauda y veloz con un equipo desactivador que el TEDAX ya le ha proporcionado para ese fin, o lo comunica por teléfono si es urgente.

Y es que por la noche este buen hombre confiesa sus fechorías a su mujer tras el invariable y satisfactorio acto sexual. Mientras eso sucede, ella se pregunta “¿dónde estará hoy el explosivo?”.

—Un día darán contigo, ya verás. Cuando deje de protegerte se te acabará el chollo.

Pero resulta que llegó el 24 de febrero, el día de los enamorados, y Juliana se ilusionó con que recibiría su merecido regalo. Todas las emisoras de radio y canales de televisión recordaban a la población en general, pagadas por el Corte Inglés, que lo que tocaba era premiar con perfume y otros detalles a las féminas.

Volviendo de su tarea inconfesable, el dinamitero se presentó en casa con las manos vacías.

— ¿Y mi regalo? — preguntó Juliana.

— ¿Qué regalo?

— ¿Dónde has estado que no sabes que hoy es el día de los enamorados?

—En Italia, ¿por qué?

—¿Es que allí no lo celebran?

—No sé, no estaba yo pensando en eso.

—Pues hoy te vas a dormir al sofá para que otra vez lo pienses mejor.

El marido acató el castigo con las orejas gachas.

Ella se acostó en la cama, y al día siguiente, mientras se preparaba el desayuno escuchó las noticias por la radio.

“Ayudada por un sonoro petardo, por fin la torre de Pisa ha cedido a la sugestión gravitatoria tras siete siglos resistiéndose. Se desconocen los móviles y la autoría de tal acción”.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Cuentos - La Torre de Pisa