Los cuatro periodistas del Evangelio
Marcos: Periodista narrativo. Mateo: Periodista investigador. Lucas: Periodista biógrafo. Juan: Periodismo poético.
27 DE ABRIL DE 2017 · 17:20
Ser periodista es un reto. Ser periodista y cristiano (o periodista cristiano, no sé si me acaba de gustar la etiqueta) todavía más. Lo es en un país marhuendado como el nuestro, con una parte de periodismo que se basa en el ataque y la bilis. Lo es en un entorno mediático relleno de chismes que (y eso nos los sueltan en Proverbios) "son como bocados suaves que penetran hasta las entrañas". Timoteo dijo que si somos chismosos es porque nos sobra tiempo, y si escarbamos algo más en la Biblia resulta que en Colosenses se nos invita a que nuestra palabra sea para edificación y, de nuevo en los valiosos Proverbios, se nos alerta sobre el testigo falso que habla mentiras y siembra discordia entre hermanos; se nos habla de palabras que son "como golpes de espada", y se nos invita a la calma, a ser incluso un hombre prudente que calla. Vale, pero yo quiero seguir siendo periodista. ¿Cómo supero el alud de la "necesidad" de una actualidad (cada vez más) inmediata? ¿Cómo me zambullo en unas redes sociales que tanto aportan y tanto destruyen al mismo tiempo? ¿Cómo me sobrepongo a una parte (importante) de la profesión que se basa en el periodismo de declaraciones y contradeclaraciones y que se mueve únicamente en unas ruedas de prensa que, por dignidad, no deberían existir?
Hace un tiempo leí una deliciosa entrevista al periodista argentino Roberto Herrscher en la que afirmaba que fue soldado en la guerra de las Malvinas y que no se volvió loco después gracias al hecho de convertirse en periodista, en narrador, en observador, en (aquí una de mis palabras preferidas) cronista. Herrscher fundó un grupo de excombatientes contrario a la guerra y explicaba como periodistas anglosajones contactaron con él pero con prejuicios e ideas preconcebidas muy desarrolladas, por lo que no querían contar una historia, sólo querían declaraciones para reforzar la suya. Aquí podríamos entrar en el debate sobre la objetividad (que no existe, no se engañen) y la subjetividad. Él, entonces, quiso poder contar su historia y otras historias. Al ser preguntado sobre su modelo de periodismo habla sobre su modelo de lector, aquel que es capaz de leer un reportaje de varias páginas para entender un tema, más allá de esa no elaboración que va de la mano de la prisa, de ser el primero en dar el titular. Y seamos realistas.
¿Cuántos de ustedes leen sólo el titular de una noticia y ya se forman una opinión sin ir más allá? Hagan la prueba: compartan una noticia por Facebook y verán como la mayoría de respuestas opinan sobre el titular sin tener en cuenta posibles matices posteriores.
Y al ser preguntado sobre su modelo de periodista, contestó que los cuatro ejemplos más claros de profesionalidad y estilo fueron los cuatro evangelistas. Sí amigos, Marcos, Mateo, Lucas y Juan contaron la misma historia pero desde cuatro perspectivas, estilos, tiempos y hasta recursos narrativos distintos. Unos verdaderos pioneros, vaya. Nos encontramos con cuatro formas que, en el fondo, son de una modernidad absoluta, extrapolables todavía al periodismo actual, pensando especialmente en aquél que se basa en el reportaje (el género por excelencia) para desarrollar una historia en profundidad.
Permítanme un pequeño repaso de los cuatro. ¿Lo tuvieron fácil para seguir el rastro informativo de Jesús? Pensemos que nos encontramos en una época y una cultura (ojo, que todavía quedan muchas en el mundo, pero eso daría para otro artículo) de oralidad casi total. El mismo Jesús, ¿cuántas palabras escribió? Ninguna. Acaso podemos quedarnos con el pasaje que nos narra como escribió algo efímero en la tierra, pero ni siquiera sabemos qué. Y antes de que me meta en algún jardín o alguien con más conocimiento teológico que un servidor (no es complicado, oigan), sí, los textos bíblicos son obra de Dios. Sí, toda escritura es inspirada. Y sí, los autores humanos no fueron más que meros transmisores y, de hecho, Dios usó para ese fin y durante quince siglos desde reyes y profetas hasta pastores y pescadores. De acuerdo, pero déjenme que, al menos a los cuatro autores de los Evangelios, les otorgue el mérito que merecen. Al fin y al cabo, Evangelio significa Buenas Noticias:
Marcos. Fue el primer evangelista, responsable de ser una verdadera fuente (palabra clave en periodismo) para otros. Él mismo destaca por haber contado con una fuente de lujo para explicar la vida de Jesús, Pedro, ya que Marcos no fue testigo directo. Impactado por todo lo vivido por Pedro, la narración de Marcos es pura acción, más que un relato basado en frases y declaraciones. Hoy sería un gran corresponsal de guerra, no lo duden, heredero de Orwell y hasta Tom Wolfe, puro periodismo narrativo y con una gran capacidad literaria, incluso con licencias poéticas varias y un detallismo que deberían (re)descubrir. No deja de ser interesante que nos encontremos ante un autor que narró la vida de Jesús sin haber formado parte de su círculo directo. Pues eso, periodismo y del bueno, introduciendo al lector en la historia viviéndola en primera persona.
Mateo. Periodista de campo. Testigo presencial directo de los hechos, cuenta qué pasó, cómo pasó y, aquí se diferencia de Marcos, qué dijo Jesús. Sólo le faltaba ir con un micro persiguiéndole, pero su forma de seguimiento digamos que era de otro estilo. Hoy sería un gran periodista de investigación, un todo terreno. De hecho, su relato se construye de forma concienzuda, legitimando incluso a Jesús a partir de datos que hacen referencia a su linaje y su vínculo con Abraham y David.
Lucas. Médico e historiador. Personaje, pues, con una gran formación. También nos encontramos con un testigo externo, con una gran capacidad para reunir datos, fuentes y testimonios para trenzar su texto. Le encanta entrar en detalles y contar cada historia de principio a fin, perfeccionista, sin dejar cabos sueltos y, como él mismo dice, "puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares...". Un gran investigador de datos, vaya, lo más parecido a lo que hoy día sería un periodista biógrafo.
Juan. El poeta, el que más profundiza en la palabra, en la poesía incluso, en la expresión formal de unas vivencias filtradas por los sentimientos. Más que un reportaje, lo suyo es pura crónica, periodismo poético y (aunque no existe la objetividad, insisto) es el autor que filtra más el texto a partir de una subjetividad consciente. Ni siquiera le preocupa contar una historia completista, pero si recrearse en lo que significa, en una retórica y una palabra más que en hechos.
Quédense con el estilo que más les plazca. O combinen los diferentes dones periodísticos de los cuatro, pero piensen en todo momento que fueron capaces de ser rigurosos, exhaustivos, fieles a una profesión que, como tal, no existía y siguiendo unos requerimientos formales, narrativos y éticos que, siglos después, no siempre se cumplen. Piensen, si no, en la avalancha de bulos y falsas informaciones que, por doquier, circulan con una impunidad pasmosa. Pero esa, como me gusta decir cuando no sé cómo acabar un artículo, ya es otra historia.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Preferiría no hacerlo - Los cuatro periodistas del Evangelio