"María Magdalena", de Margaret George

Venturosa la novela, en general, que admite todas las fantasías capaces de ser inventadas en la mente del humano.

31 DE MARZO DE 2017 · 07:15

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“María Magdalena” por Margaret George,

traducción del inglés de ErsiSamará,

Editorial Planeta, Barcelona 761 páginas.

Este tocho de libro es una novela y como novela ha de ser leído y juzgado. Duhamel dijo que las novelas han de ser largas, para que el lector pueda establecer conocimiento con los personajes de ficción. Han de ser también pesadas. Parece que Margaret George ha tenido en cuenta esta observación del médico, poeta, crítico y novelista francés Georges Duhamel (1884-1966), porque introduce en su libro muchos personajes imaginarios, y los que tienen un origen histórico aparecen deformados. Por otro lado, la lectura de este grueso libro me ha resultado pesada –a mí, que bebo los libros con el mismo placer que el agua en agosto.

He leído novelas cuyas páginas están divididas en capítulos y cada capítulo ostenta un título. Esta, no. Para hacer más difícil el trabajo del crítico, la autora escribe las 761 páginas de corrido.

Intervienen muchos personajes en la novela, todos de nombres hebreos, pero los principales protagonistas del libro son Jesús y María Magdalena.

La novela presenta a María Magdalena cuando era sólo una niña. La familia se traslada de Magdala a Jerusalén para celebrar la fiesta de la pascua. Debido a su vulnerabilidad infantil María viaja a lomos de un borriquito. Era la más pequeña de la familia y no resistiría caminar largas distancias. La madre le había advertido que durante el viaje no debía “tratar con las demás familias excepto con aquellas pocas que te indicaré como aceptables”.

Antes, María relató a su madre que había tenido un sueño raro: “me han llevado a una especie de cielo, no sé dónde, sólo sé que no era de este mundo… Creo que he sido llamada. Llamada a seguir a aquellos seres, a formar parte de su compañía”.

Venturosa la novela, en general, que admite todas las fantasías capaces de ser inventadas en la mente del humano.

De regreso a Magdala, la familia decide una visita a Capernaum. Allí encuentran un grupo dirigido por José. “Es carpintero”, señala uno de los niños que jugaban en el lugar. Justo detrás de José y su mujer “caminaba un hombre joven y alto. Mejor dicho, más muchacho que hombre todavía, de mandíbula resuelta y espeso cabello oscuro que brillaba rojizo al sol del mediodía”. En ese instante el joven se vuelve para mirar a María Magdalena. Sus ojos eran negros y hundidos.

-¿Quién es?, preguntó Casia, amiga de la niña María.

-Es el hijo mayor de José, dijo su informante, Jesús, el predilecto del padre.

Así fue el primer encuentro de Jesús y María Magdalena según la fábula, jamás fiable y en muchas ocasiones, contradictoria. En la página 18 la autora presenta a María como una niña de corta edad, incapaz de andar distancias largas. En su primer encuentro con Jesús éste representaba 17 o 18 años. María habla con él con vocabulario de una muchacha rebasados los 15. Por otro lado, en página 53 la madre de Jesús dice al grupo que la rodeaba, refiriéndose a Jesús: “el año pasado Jesús se quedó en Jerusalén para preguntar a los rabinos y escribas del templo acerca de algunos puntos delicados de las escrituras”. Aquél año pasado Jesús tenía 12 años (Lucas 2:42). Cuando María se pronuncia sobre la edad está claro que Jesús debería tener 13 años. Esto no concuerda con el Jesús que la autora presenta en la página 48: “un hombre joven y alto, más muchacho que hombre”.

La novela novela es. No se atiene al hecho histórico. Ni siquiera las llamadas novelas históricas.

Crecida la niña, la novelista casa a María Magdalena con Joel, un joven de la ciudad de Naín. A María le parece atractivo, alto y bien proporcionado. Paseando con las manos enlazadas antes de la boda, él dice a la novia: “cuando te vi supe que eras la persona con la que me gustaría pasar el resto de mi vida”. En la ceremonia de boda María Magdalena lleva un vestido rojo. En presencia de los familiares de él y de ella, Joel dice: “que todos los presentes sean testigos de que en el día de hoy, yo, Joel bar Ezequiel, consagro a María bat-Notán como mi esposa de acuerdo con la Ley de Moisés y de Israel”.

Los síntomas de posesiones demoníacas que atacaban a María Magdalena según (Marcos 16:9 y Lucas 8:2), en la novela se dan a conocer casi desde el principio. Antes de la boda María padecía “dolorosas magulladuras y escoceduras que aparecían en las piernas y en los brazos y, últimamente en los costados y el vientre”.

Cuando los evangelistas Marcos y Lucas tratan de los males que padecía la Magdalena dicen simplemente que “Jesús había echado de ella siete demonios”. Pero nada refieren de esas lesiones externas en el cuerpo de María, parecidas a las que azotaron a Job.

Llegado el tiempo, María Magdalena dio a luz una niña, a la que ponen por nombre Eliseba. Pero las torturas demoníacas fueron en aumento. Un rabino que tenía mucha fama la trata durante un mes, pero el mal no desaparece. Desesperada al contemplar su cuerpo infectado de demonios, se arroja al vacío desde lo alto de un precipicio. Pero no muere. Dios había decidido que la quería viva. Entonces decide pasar un tiempo en el desierto como último recurso contra los demonios.

Un toque a favor de Margaret George es que trata, por nombres, a los hermanos de Jesús. También pone nombres a dos hermanas, algo que no hacen los biógrafos católicos del Maestro.

María y Jesús se encuentran –en la fábula de la autora- cuando el Maestro baja del monte de la tentación después de 40 días y 40 noches de ayuno. Había vencido al demonio y expulsó los demonios que habitaban en el cuerpo de la Magdalena. Cuando esto ocurre, Joel, su marido había muerto después de haberla repudiado. La autora de la novela que estoy comentando no trata de boda entre Jesús y la Magdalena. Esta lo encontraba guapo. Cuando le preguntó uno de los seguidores de Jesús si estaba enamorada de Él, respondió: “No, no estoy enamorada de Él en el sentido corriente de la expresión. Sólo deseo estar en su presencia. Me ha salvado y ha transformado mi vida”. Poco antes de ser llevado a la cruz, en medio de una multitud que le rodeaba con súplicas, Cristo “la miró a los ojos, aunque sólo por un instante, y le dijo: se lo que siente tu corazón. El mejor de los corazones. Cuento con tu amor”. Escribe la autora de la novela: “durante años María recordó esas palabras, tratando de rememorar el tono exacto de su voz al pronunciarlas, intentando comprender su significado. En ese momento, sin embargo, sólo sintió un alivio enorme, una bendición”.

En las últimas páginas de la novela, Margaret George escribe: “hice de María una mujer casada y una madre, porque eso sería lo normal entonces. También porque quería indicar que abandonó su familia para seguir a Jesús, que ser discípulo conllevaba una serie de sacrificios personales… En relación con los sentimientos románticos entre Jesús y María, me imagino a Jesús como un hombre atractivo, y sería extraño que alguna de sus seguidoras no albergaran sentimientos nobles hacia él, como suele ocurrir entre profesores y alumnas, maestras y discípulos”.

Nada más. Margaret George no inventa un supuesto matrimonio entre la pareja, como hace Dan Brown en “El Código Da Vinci”. Brown tiene ingenio, pero con su forma de escribir novelas, falseando la Historia real, maltratándola, podríamos casar al cantante Raphael con la reina de Inglatera.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El punto en la palabra - "María Magdalena", de Margaret George